Capítulo veinte

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Joaquín negó.

—Acabó de terminar una relación y no quisiera que Emi interpretara mal las cosa y...

—Entiendo —interrumpió el mayor al ver que los ojos del castaño comenzaban a llenarse de lágrimas—. ¿Quieres hablas sobre eso?

Negó.

—Okay —respondió al moverse incómodo—. No sé mucho de esas cosas, pero deberías de hablarlo con alguien, funciona mucho para sanar las heridas.

Joaquín levantó su vista hacia el más alto y asintió después de unos segundos.

—Dije cosas que no sentía —comenzó—, estaba asustado con lo que estaba pasando —desvió la mirada y se enfocó en ver el televisor sin ser encendido—. El verdadero Joaquín estaba en páginas web, redes sociales, noticias y tenía miedo de la reacción de nuestros seguidores y...

—No —interrumpió con tranquilidad el otro—, no tenias miedo de lo que pensaban tus fans; tu más que nadie sabe que ellas te aman y apoyan a ese Joaquín, al verdadero Joaquín.

Joaquín no pudo decir nada ante aquello, bajo la mirada y jugó con sus dedos.

—El miedo que tienes no son las redes sociales, tú verdadero miedo va más allá. Joaquín —lo llamó—, ¿a que le tienes miedo en verdad?

El castaño sintió náuseas y negó varias veces seguidas con la cabeza.
Se quedó en silencio por varios segundos quizá minutos.

El mayor no quizo forzarlo a decir algo, lo comprendía y sabía que si intentaba obligarlo a hablar podría afectarle.

—Al pasado —respondió en un susurro que Eduardo pudo escuchar.

Eduardo se tomó el atrevimiento de posar su mano sobre el hombro de Joaquín y preguntó —: ¿qué pasó?

—Mamá —respondió a duras penas—, no aceptaba al verdadero Joaquín —comenzó a relatar—, cuando se dio cuenta que era gay y que estaba intentando algo con Emilio, me mando lejos de todos y quiso ocultar al Joaquín real.

El castaño en esos momentos ya no podía contener más sus lágrimas y su rostro comenzó a empaparse de ellas.

Eduardo se giró para poder ver a Joaquín de una mejor manera y tomó su mano con delicadeza, sentía que de esa manera el castaño podía sentir que no estaba solo en ese viaje al pasado.

—Te escuchó —dijo el mayor para que el otro pudiera seguir hablando.

Joaquín alejó su mano de la del otro y limpio con ella las lágrimas que recorrían por sus mejillas para que otras más resbalaran.

—Estuve un año sin ver a Emilio, encerrado en Miami fingiendo que no lo extrañaba...lo traté horrible en todo ese tiempo, ¿y sabes que hizo el? —Joaquín se giró a ver al mayor esperando una respuesta.

Eduardo negó.

—Amarme —respondió con amargura—, Emi en ningún momento se rindió y siempre estuvo conmigo aunque yo no estaba para el.

El castaño sorbeo su nariz y una sonrisa amarga inundó sus labios, los recuerdos amargos aparecieron en su memoria.

—¿Y tú qué hacías? —Le preguntó.

—Ser un cobarde, mi mejor cualidad es ser un cobarde —dijo—. Siempre he sabido quien verdaderamente soy y no dudo en ningún momento sobre mi orientación.

—¿Entonces?

—Pero soy un cobarde —repitió—, y tengo miedo de decirle al mundo quien es Joaquín y que me puedan alejar otra vez de Emilio.

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