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Capítulo veinticuatro

Diciembre 24, 2017.
Santa María Huatulco.
21:36 horas.

—¡A pocas horas de ser navidad! —gritó la chica desde la habitación del hotel.

—Romina —regaño su madre.

La chica se encogió de hombros y caminó hacia su habitación para arreglar su maquillaje.

—Muy bien —hablo la mujer al caminar hacia él rizado—. Cenaremos y luego podrán irse de fiesta a celebrar.

—Prefiero quedarme en el departamento, ma' —explicó el rizado.

La rubia negó al escucharlo decir aquello.

—Saldremos por ahí a celebrar un día más y a distraernos de todo —ordenó.

Diciembre 24, 2017.
Centro de relajación social:
"HEMISFERIOS, MÉXICO"
23:46 horas.

Joaquín y Valeria habían forjado una amistad en los pocos días que llevaban juntos. El castaño sentía que había encontrado una amiga en ella.
En cambio, Valeria se convencía cada día en que Joaquín era la persona que había buscado toda su vida, aquella persona que sería su soporte y estabilidad emocional. Estaba convencida en que se había enamorado de él.
Pasaban la mayoría del tiempo juntos y estaba segura de dejarlo todo, solo por estar a su lado.

—Joaco —lo llamó.

—¿Si?

Joaquín dejó de acariciar el pequeño pasto que comenzaba a salir del suelo y la miró.
Ambos chicos permanecían sentados en el suelo, les quedaba poco más de una semana para regresar a casa y aprovechaban cada minutos que tenían para estar juntos.

—No se como decirte esto —menciono.

Las manos de Valeria comenzaban a sudar, jamás en sus diecinueve años se había declarado a un chico. El solo ver los diminutos lunares que tenía Joaquín en sus mejillas hizo sonrojarla.

El castaño se dio cuenta de su nerviosismo y le sonrió intentado pasarle tranquilidad. Se giró para verla cara a cara, tomó su mano y la acarició amablemente.

—Tranqui —dijo con calma.

Vale sonrió nerviosamente y antes de decir algo se abalanzó al castaño y lo beso.

Joaquín se mantuvo con los ojos abiertos, hacia años que no besaba los labios de una chica. Ni siquiera recordaba si lo había hecho alguna vez en su vida y si lo hubiera hecho fue tan insignificante en su vida, pues ya lo había olvidado.

No tuvo la fuerza ni la valentía para apartarla, así que dejó que ella lo hiciera.
Cuando ella lo hizo, ambos se miraron, el destello de luz en los ojos de la chica hicieron que el corazón de Joaquín y la poca esperanza en el, terminarán.

Valeria no sabía que decir, sus dudas estaban resueltas.
Joaquín tampoco sabía que decir.

Ella esperaba que Joaquín le respondiera, que tomara sus cadera o algo, pero sus manos estuvieron sobre su regazo todo el tiempo.

—¿No beso bien acaso? —Preguntó ella con timidez.

El chico negó repetidas veces con la cabeza.

—No es eso —susurro.

El no sabía como era besar a una chica, sus labios solo podían recordar uno en especial, los de Emilio.
No podía decir que no besaba bien, pues no lo sabía. Sus labios solo lo recordaban a él.
Extrañaba besar aquellos labios rozados con sabor a bálsamo de sandía.

—¿Entonces? —Preguntó—, ¿que hice mal?

—Es que —tartamudeó—. No lo...no lo entenderías.