Capítulo veintiséis

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Enero 02, 2020
Jardines del Pedregal
15:32 horas

Emilio se quedó mirando la televisión por los siguientes quince minutos en lo que su rubio amigo llegaba con su pedido

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Emilio se quedó mirando la televisión por los siguientes quince minutos en lo que su rubio amigo llegaba con su pedido.

El rizado cambia y cambia de canales estregando encontrar algo interesante, pero fallando en su búsqueda.

El sonido de los zapatos deportivos de su amigo con una campana colgando de sus agujetas fue escuchado por sus oídos, muestra que subía las escaleras.

—¡Tienes que decirle que me dé una vuelta en esa bestia! —Llegó exigiendo cuando entró a la habitación del rizado.

Emilio lo miró sin facciones y dijo—: mis cheetos y luego me das órdenes.

El rubio rodó los ojos y le entregó la bolsa café al rizado, Emilio la tomó y probó uno de sus preciados cheetos.

—Delicia —dijo al tragarlo.

—Te exijo que me des una vuelta en la bestia —volvió a decir.

—No se dé que hablas —dijo sin mirarlo.

Tomó el control remoto una vez más y siguió cambiando de canales sin mirarlo.

—No te hagas el idiota —regaño—, lo acabó de ver allá abajo y lo vi irse en un Aston Martín, ¡un maldito Aston Martín! —gritó al final.

—Ni siquiera se quien es ese, ¿es el hijo de Ricky Martín?

—Se me olvida que eres gay —murmuro por lo bajo.

El rizado lo miró por dos segundos antes de mostrarle su dedo corazón.

—Goey —lo llamó al sentarse en su cama—, te lo ruego si quieres de rodillas pero dame una vuelta en ese Aston Martín —pidió con sus manos juntas.

—No se dé que hables —repitió.

El rubio tecleó algo en su teléfono para luego mostrarle la pantalla de su celular.

Emilio acercó su cabeza hacia el celular para ver mejor y asintió

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Emilio acercó su cabeza hacia el celular para ver mejor y asintió.

—Me gustan más los Lexus —dijo el rizado.

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