Capitulo 2

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— Allen Churchill —


Rememoro aquellos ayeres en el jardín, ambos mirábamos la inmensidad de las nubes, papá y mamá se encontraban preparando la comida como de costumbre, mi gemelo estaba maravillado por la tonalidad intensa de aquel día soleado, nada nos hacía falta, era muy feliz en aquel día lejano a mi presente, tenía cinco años y me sentía el niño más feliz del mundo entero...

Realmente era feliz...

Dios todo poderoso que te encuentras en los cielos...

¿Es una prueba a superar para volver a tener fé en los adultos?


— En la actualidad —

Mis cuencas no creían tal escenario cruel, los edificios se cubren de un humo con tonalidades amarillas contrastando con otras naranjas, la muchedumbre empieza a gritar implorando piedad, fue el inicio del apocalipsis, fue aquí mismo que las oraciones sagradas sonaron al unísono, los residentes de la ciudad en sus manos sostenían sus corazones en forma de plegarias y rosarios, todo me resulta tan injusto, los soldados enemigos se escabullen entre las personas, los utilizan como barreras de protección contra las balas de aquellos instrumentos escupe llamas que cargan los hombres uniformados de verde.

¿Por qué gente inocente tiene que sufrir por culpa de estupideces de mayores?

¿Acaso es tan difícil arreglar todo dialogando como padres en desacuerdo?

Los muros crujen y los chillidos de las bombas no dejan de oírse, en cada parte donde nace el fuego existe un hogar, un edificio y un monumento que se desmorona en fragmentos de cenizas, mis oídos se paralizan, se ensordecen al entreoír los quejidos de un conocido debajo de los escombros, en sus labios salpica la desdicha escarlata, en sus ojos el brillo de la muerte se vuelve más fuerte.

Nadie está a salvo en la guerra, nadie se tienta el alma, todos somos un daño colateral, en la guerra los inocentes como culpables dejan de importar, dejan de ser seres humanos comunes y se convierten en cómplices de la tragedia.

Intenté expresar la calidez de mi alma, las palabras que deseaba manifestar querían dejar en claro cuánto amaba a mi familiar, observé aquellos hierros voladores de combate arrojando sus misiles más cerca de nosotros, para evitar que nos pasara algo, traté de sujetar a mi hermano de la mano, antes de darme cuenta, un avión dejó caer una bomba arriba de donde debería ir nuestro tejado, desafortunadamente, ya había sido derribado por tanques de guerra del ejército enemigo.

El tiempo se detiene y las cosas se mueven más despacio, veía cómo la bomba se acercaba cada vez más, mi hermano estaba a unos centímetros del colapso, el misil le iba a caer encima de su cabeza, mi brazo hace el mejor intento para tomarlo, pero...

El tiempo vuelve a la normalidad en un segundo, la bomba cae en nuestro hogar, ante mis ojos, mi hermano desaparecía entre las llamas, yo salí expulsado de ahí por la fuerza de aquel artefacto, impuse resistencia y traté de levantarme, pero no podía hacerlo, mi cuerpo se sentía muy pesado, pero, aun así, me levanté herido, mi cuerpo tenía muchos rasguños, de los raspones brotaron cúmulos de sangre, una parte de mi corazón busca entre los escombros con escasa esperanza, seguí indagando una señal de mi gemelo, los días de búsqueda interminable no pararon, el humo no me dejaba ver claramente, no escuchaba nada, mi corazón no seguía la voz de mi hermano, pero, conservé algo de esperanza para encontrarlo.

Aunque sea inconsciente, aunque sea dormidito como en la cuna, quiero ver sus ojitos de azul pureza, quiero saber que estará bien...

Por favor, devuélvanme a mi hermanito con vida.

Mis manos dolían, pero, no detuve mi misión en cada escombro, a pesar de tener brazos muy débiles, la terquedad opuso resistencia con mi fragilidad infantil, la piel de mis dedos empezó a desprenderse por el exceso de polvo, la fuerza que ejercía para mi corta edad no resultaba favorable, tiré con mucha fuerza de cada cacho de concreto carbonizado, aunque eso me costara quedarme sin brazos, yo quiero pensar que dí mi mejor esfuerzo...

Lo único que encontré, después de varias horas, fueron restos de su ropaje de seda bañados de rojo, el horror me enchinó las pieles tras encontrar tejidos corporales consumidos por las llamas, los suministros estaban igual de carbonizados, cada pizca a la cual llamaba hogar fue devorado por la destrucción, es como si todo lo que has hecho para cumplir alguna meta no haya servido de nada, no quise descubrir de que parte del cuerpo iba ese pedazo de carne, pero, lo que sí estoy seguro, es que ese pedazo y la sangre, provenían de los restos de mi gemelo, me causó nauseas nada más pensarlo, regurgité todo fluido gástrico de mi estómago, la única persona que tenía a mi lado, ahora se encontraba esparcida en miles de trozos de órganos, sangre, piel y huesos.

El aire era difícil de respirar, mi garganta estaba por cerrarse, no sé si es por el olor a quemado y polvo acumulado, sin embargo, mis orificios nasales no eran relevantes, no podía soportar el hecho tan despiadado de que mi hermano ya no esté con vida en este mundo...

No... Mi hermanito Jack...

Se desprendían cenizas de la ciudad y volaban junto a incontables chispas en aquel escenario confuso y desolador, mis carnes no toleran el calor del territorio similar a las llamas del Sol, ardía demasiado, los sonidos de desesperación aturdían mi cabeza, las penas atormentaron mi pecho, entendía a las personas por la pérdida de su hogar, comprendía lo traumante que fue vivir esa experiencia, sabía lo que ellos sentían porque sabía lo que era perder a un ser querido...

Y yo perdí al mío...

Cada rastro de aquella felicidad incierta poco a poco desvanecía, cada sensación de tranquilidad se transformó en un miedo constante. No quería hablar de ello, no podía emitir palabra alguna de lo que sentía mi corazón, las palabras no eran suficientes para describir lo que sentía en el sitio, lo único que sé, fue que comencé a oír lamentos desgarradores, eran los sollozos de un niño pidiendo que le devolvieran a su ser querido que le arrebataron de sus manos, pero, escuchándolo mejor, descubrí que esos gritos eran míos, y comprendí que estaba destrozado por dentro, quería que solo esto fuera una pesadilla, y no un hecho verídico, porque el hecho verídico de perder a mi hermano, es completamente hecha una pesadilla en carne propia.

Y yo no quería vivir esa pesadilla.

La culpa, la angustia, la depresión, el miedo y la tristeza invadieron mi corazón, convirtiéndose en inseguridades, la incertidumbre abruma mi pecho, me duele este hecho atroz...

Mi corazón se había quebrado en millones de maneras, él tenía un sueño, y era ser el héroe de la ciudad, falleció mucho antes de cumplirlo, me siento terrible, la amargura se encuentra muy presente, no pude decirle lo mucho que lo quería, simplemente, no podía evitar la muerte de mi hermano, al igual que la chica que nos ayudó, fui un solo un estorbo que no logró hacer algo para solucionar las cosas.

¿Por qué soy un inútil?

¿Por qué me arrebatan aquello que más amo?

Me siento tan culpable por no haberlos auxiliado a tiempo, ahora ya no me queda nada, no tengo nada porque pelear, lo que más quería se ha ido, la chica de la que me había enamorado, mis padres y mi hermano.

—Ya no tiene sentido seguir vivien... —cierra sus ojos y desciende al piso.

El muchacho cae al suelo, así como un cadáver al encontrar su destino fuera de este mundo, lleva varios días que no ha comido muy bien, tampoco ha podido conciliar el sueño, su respiración es muy breve, parece que moririrá en este territorio afligido por el conflicto.

Allen se desmayó debido a la gravedad de sus heridas, el infante no soportó el hecho impactante de ver que su hermano gemelo no haya sido encontrado con vida, así como él hubiera querido...

Allen no volverá a ser feliz nunca más...

The Last Sun In The World (Editando)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora