Capitulo 3

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— Lee Mei —


E.U. A. Garden Street. Año 2030.

¿Allen, volveremos a mirar los rosales algún día?

No hay mucho que decir de mí, una chica de sangre coreana y americana, pero, quiero compartir la historia de mis padres...

Los terrenos americanos son un gran crisol de culturas, sin embargo, las barreras culturales no tienen tanta impetuosidad para que un vínculo entre dos estudiantes universitarios pueda trascender de la amistad a algo más apegado a la intimidad juvenil.

En el aula de matemáticas, nació el término que ambos acuñaron como cómplices enamorados, aunque la asignatura no les fuese de utilidad, ellos la usarían como un medio para seguir mascullando sus pasatiempos y secretos debajo de sus asientos. Mientras el docente de aquella hora explicaba operaciones aritméticas a sus demás alumnados, mis padres, se ruborizan al acariciar con sus dedos la mano de cada uno. Cuando sus vistas se desvían del pizarrón y se quedan fijadas en la expresión de su alma gemela, es ahí cuando sabes que para el amor no existen fronteras, lugares y tiempos específicos para hacer que las mariposas en el estómago revoloteen en un cariño que parece perfecto.

Una mujer de 22 años que nació en Seúl, Corea del Sur y un hombre de igual edad nacido en Ottawa, Canadá. Fueron dos almas protagonistas que se entrelazaron por una conexión escolar, no se sabe si fue desde el instante que intercambiaron sus cuadernos para revisar apuntes pasados o desde que las miradas desconocidas se volvieron más coquetas y familiares con el pasar del tiempo. Para mi madre, la vida americana resultaba en una montaña rusa que no podía tolerar, es por eso que el choque cultural era un agravio para ella y se le dificultaba comunicarse con los demás debido a su lenguaje natal, puesto que el idioma estadounidense era un verdadero reto para hablar. Mientras que para mi padre, la vida americana era algo muy cotidiano y normal, aunque no negó sentir curiosidad al ver que una hermosa joven coreana de su campus moderaba su interacción con el resto de estudiantes.

La duda se comió a mi padre, hasta el punto de aprender coreano para poder preguntar sobre los apuntes matemáticos como excusa para practicar su coreano y conocer de mejor forma a la joven que lo había cautivado. La primera cita fue en la cafetería de la universidad, mi madre había preparado gimbap, un platillo típico de su ciudad, mi padre se conformó con una taza de café para almorzar, aunque mi madre le compartió de dicho platillo como agradecimiento a pagar la cuenta. El simple hecho de saborear el guisado de mi madre hizo que mi padre la amara todavía más. Como resultado, ambos se casaron y decidieron tenerme en los Estados Unidos, es así que se sumergieron en lo que todo mundo cuentan hasta el cansancio.

El tan aclamado sueño americano.

No había tal fragancia fugaz e intensa que mi corazón no pudiera detectar, más de las que emanaban las exquisitas comidas de mi madre, aunque era extraño merendar un día comida tradicional coreana hecha por mi madre y luego comer los manjares canadienses elaborados por mi padre. Mamá tenía una magia inexpresable en la cocina y en las melodías que cantaba cuando aquellas criaturas despiadadas asomaban su cabeza debajo de mi cama. Desde niña supe que mis padres eran especiales y únicos en su tipo. El dormitorio siempre tenía cellos de protección que mi guardián paternal recitaba a la hora en que el sueño se negaba ser un invasor en mis pensamientos, mis padres nunca fueron temerosos hacia la lobreguez, con ellos, me permitía dar el lujo de hacer un picnic en los parques de la ciudad.

Cuando nuestro parque favorito cerró por los problemas políticos que apenas se mencionaban en los medios televisivos, encontré la mayor fuente de riqueza que puede existir en un parque de la ciudad, y ese tesoro desconocido para mí se llamaba rosal. Ahí descubrí que había un aroma aún más exquisito que el de los platillos de mamá. Juro que me dediqué en gran parte de mi infancia atesorando aquel jardín de rosas, y veía que era un secreto que nadie más podía descifrar hasta que...

The Last Sun In The World (Editando)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora