Capitulo 18

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Entonces estaba ahí, recostado en el suelo, no podía hablar, tampoco podía moverme y sobre todo la paliza era muy humillante para mí.

La forma de hablar, su manera de empatizar conmigo, el reflejo de sus ojos, es una persona muy amable, tengo el presentimiento de que es como yo, desde hace muchos años que no encontraba una persona buena en esta ciudad.

Sus dedos aprietan fuertemente la empuñadura de su espada, el filo de está deslumbraba las miradas de aquellos saqueadores, la postura que está persona tenía mostraba mucha determinación y emanaba aires de miedo.

— Eres de esas perras que creen que este mundo tiene solución, ¿Verdad? — Se comienza a reír, se acercaba poco a poco con ese cuchillo oxidado, la forma de sus muecas mostraban su psicopatía.

— Uy, un debilucho vestido como un estúpido samurái en luto, podrá hacernos frente con una espada que quizás compraste en mercado libre para hacer un cosplay, o puede que solo sea un objeto que robaste de un museo de historia — Cada paso que daba para acercarse lo daba con mucho miedo, sus piernas temblaban, su valentía era escasa así como su honor, su postura encurvada y los temblores de su cuerpo hacían notar inseguridad que el poseía tratando de fingir no tenerle miedo a aquella persona.

Se levanta y tartamudea — Yo, yo, yo... Me largo de aquí — Aquel rehén huyó sin decirme siquiera las gracias, mierda y yo que por poco muero por salvarle la vida a un maldito perro malagradecido.

Uno de ellos trata de alcanzarlo, pero su compañero lo detiene y le señala que debían matar al sujeto enmascarado.

Aquel sujeto empieza a recitar en voz alta — Regla número 1 “No blandas la espada para el odio, úsala para defender y proteger al prójimo" — Cerró sus ojos, inhalaba y exhalaba, puso su espada detrás de su torso.

Sorprendido uno de los saqueadores dice — Vaya, vaya, ¿Quieres ponerlo más interesante? Entonces solo usaremos las manos, espero no te importe que juguemos sucio — Su cabeza se inclina hacia la izquierda y derecha para crujir los huesos de su cuello.

El jefe saqueador grita — ¡Imbéciles solo mantenlo! — Con mucha intensidad su voz resonaba fuertemente por el callejón, se podía observar que estaba muerto del pánico, mientras desengraba ese líquido carmesí de su brazo partido.

Señala al rival — ¡Atacar es una orden! — Mientras aquel sujeto tomaba una postura de guardia sin abrir los ojos, los saqueadores corrían hacía él aún cuando esté no se movía.

— Sé delicada como las gotas de la Lluvia, Se tan brillante como la Luna por la noche — De un sólo parpadeo, saca su katana pasa rápidamente sobre ellos, al poner su espada en su lugar, se arrodilla y los saqueadores son bañados por una lluvia de gotas de una tonalidad roja, al instante caen al suelo, quedando solo su Jefe.

Da unos pasos hacía atrás tras ver aquella imágen de ver a sus camaradas derrotados — ¿Qué... Carajos eres tú? — Sus ojos saltones, con las pupilas dilatadas, su corazón latiendo al mil, y por si fuera poco, se emanaba un olor a orina en sus pantalones.

Limpiaba las gotas de sangre en su ropa y camina hacia el Jefe              — Te lo dije, soy la persona que les pateara el trasero, ¿Qué tu mami no te enseño a escuchar? — Inclina su cuerpo hacía él, quedando los dos frente a frente, compartiendo miradas.

Aquella persona le dice — Vete de aquí y busca a un médico, tus amigos están bien sólo date prisa, por qué están perdiendo mucha sangre — Le da la espalda, se dirige hacía mí, se agacha y toca mi cuello, quiere saber si estoy vivo, yo me encontraba respirando.

— Ojalá te murieras maldita zorra — El Jefe saqueador grita agonizando.

Mi mirada se tornaba borrosa, mis ojos se cerraban, ya no siento dolor, no escucho ni un ruido, tampoco puedo salir de ahí, estoy siendo consciente de que poco a poco estaba durmiendo.

Aquella persona se quita la máscara pero no lograba ver a la persona pero sus labios parecían moverse, creo que lo que dijo era que me tranquilizara que ya iba a estar en un lugar mejor que este callejón.

Yo estaba agradecido por qué algo me decía que era el principio de algo grande, no lo sé, mi corazón lo sentía fuertemente...

The Last Sun In The World (Editando)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora