Capitulo 6

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Nota del autor: Esta es una continuación del capitulo 4, si no entiendes a partir de este punto la historia, te recomiendo volver a leer el capitulo anteriormente mencionado.


— Charlotte Yuuki —


Recuerdo mi despertar de una larga siesta en una camilla donde las dolencias no cesan.

Sentir el recorrido del suero pasándose por mis venas es una sensación muy extraña, bastante peculiar. Esa experiencia no es de las mejores que he tenido en estos días, pero tampoco es la peor a comparación de lo último que viví. Me sentí rara al estar conectada a varios cables que provenían de distintos dispositivos médicos. Esperé que fueran aquellos que me mantuvieran viva y se aseguraran de que todo marchara bien en mí.

Logré salvarme por ahora... Pero... ¿Es un logro estar viva sin mi familia?

Tuve que rodar los ojos una variedad de veces para observar cada detalle de la habitación en la que me encontraba, todavía no procesaba la situación. La sordera predomina en mis oídos, pero hay un zumbido intenso que no deja de volverme loca con la migraña que me genera.

Me sentí muy débil, estaba realmente agotada. Pensaba que era alguien afortunada de haber encontrado un lugar como este, pero mi hombro izquierdo no dice lo mismo. Me quedé esperar a que el doctor o alguna enfermera me dijeran cuánto tiempo iba a estar aquí. Tal vez podrían decirme algo relacionado a mis malestares actuales, aunque una herida en el corazón no tiene una receta médica y mucho menos una medicación efectiva.

Aún era abundante aquella imagen de mi madre que yacía desvanecida por las balas y las llamas. El recuerdo de ver el cuerpo torcido de mi hermano es traumático, me causan nauseas de solo pensarlo y mi padre... No, no debo de pensar más en ello, pero el dolor me consume y me aprieta el pecho.

¿Cómo pudieron morir así?

Mi familia, mi amada familia ya no estaba. Fueron las únicas cosas que rondaban en mi cabeza, me duelen mucho los ojos de tanto contener mis lágrimas, muerdo mis labios de la impotencia y trato de aguantar esta desgracia.

Todos estaban muertos, incluso esos tipos que dispararon a sangre fría a mi hermano y mi madre. Es imposible cargar este suceso trágico. Aquellos que creen que el dolor suele ser dulce no son dignos de llamarse seres humanos. La persona que le da placer el dolor ajeno es una sádica, su cabeza no se encuentra en las mejores condiciones, y la mía por el momento, está estancada de borrones, sin embargo, estoy quebrada por dentro.

Oh, mi Dios. 

Cuanto lo siento, papá y mamá. No soy la niña valiente que ustedes criaron. Mi pequeño, Damián, no fui la hermana ideal que merecías.

Mis lamentos se ven interrumpidos tras escuchar unas fuertes pisadas dirigirse lentamente al cuarto donde estaba en observación. Veo la manecilla de la puerta moverse un poco, el candado se abre para permitirme ver a un hombre que tenía bajo su cuidado una especie de folder amarillo con cierta numeración que no logró entender del todo.

—Oh, me alegra que hayas despertado. ¿Notas algún malestar? —preguntó el doctor después de haber entrado a la habitación.

—Emm... ¿Usted atendió mis heridas al estar inconsciente? —pregunté con intriga.

—Claro, yo fui el que te atendió. Aunque el diagnóstico médico es crédito de mi enfermera. —su voz es pacífica y agradable.

Es un hombre de edad avanzada, lo puedo notar por pequeños mechones de cabello blanco que caen de sus pómulos, aunque puedo ver que cuida muy bien de su cuerpo al identificar su dorso espinal muy tonificado.

The Last Sun In The World (Editando)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora