14. No se mueve

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Me despierto con una alegría rara, como de sabor a chocolate caliente pero freso, quizás a colacao en verano. Repartios tareas y me toca cultivar con Anghara. Tomates, desbrozar, limpieza, arar un tramo, agua. Tierra sana. Sudor. Hace calor hoy. Solo. Anghara habla. Hoy no tiene depresión. Bien. Pensamientos constantes sobre el Hunter fusilan mi cabeza. No lo aguanto. A  veces grito por dentro.

Al día siguiente me toca ganado; darle comida, limpieza, cucho, más comida, catar y guardar leche, darles cariño. Paseo. Todo en orden. Por la noche nos contamos historias alrededor de la hoguera durante la cena. Cenamos carne y cebolla asada. Todo hecho al fuego. 

A los dos días me toca otra cuidar otra vez al Hunter unas horas. Lo veo desmejorado. Pensaba que estaría bien cuidado. Hablo con Robert, pero me dice que hay un protocolo de limpieza y comida.

-Hola -le digo nada más entrar a la cárcel (espero que temporal), cárcel temporal.

No se mueve.

Hay cosas muy bonitas en la vida, pero nada comparado a imaginarse la felicidad compartida.

No se mueve.

Éramos felices, claro que sí, creíamos que lo sabíamos todo acerca de la vida, y no habíamos empezado a vivirla. Y nunca la vivimos como habíamos creído. Ni la viviremos.

Ahora sí se mueve. Suspiro. No e va a tocar a mí desatarlo y enterrarlo.

-¿Te tratamos bien?

-Claro que sí, por supuesto que sí. Como en este sitio, en ningún lado.

-Veo que todavía tienes fuerzas para utilizar la ironía, eso quiere decir que aún te tratamos bien. O que te podríamos tratar mucho peor. ¿Te imaginas el dolor? Pues multiplícalo en soledad.

-Tengo sed. 

-Pues no te toca beber, tenemos turnos para ello. Y en la hoja que me pasaron, en mi turno no te toca beber, ni comer ni otro tipo de necesidades.

-Tú no sabes las necesidades que tengo.

-Tenemos una hoja que... -Será cabrón, me ha colado una indirecta. Le voy a dar un bofetazo. Levanto la mano y me acerco. No aparta la mirada.

-No creo que me abofetees -responde el Hunter.

Dudo si hablar o darle un golpe a mano abierta.

-Tú eso no lo sabes. Nosotros somos Tribu y tenemos que sobrevivir. Tú solo eres un trozo de carne, un medio por el que pasar de largo.

-Y eso, ¿qué quiere decir?

-Ya lo sabrás.

Me aparto y voy al rincón a esperar a que pase el tiempo. No decimos nada más ninguno de los dos. Quizás no era lo que esperaba. No lo sé. No quiero saberlo. Mejor así.

Se mueve y me mira. Dudo si preguntarle lo que quiero preguntarle.


Solos en la eternidad: el mundo tras la pandemia.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora