32 Andrés y la tierra arrasada

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Lo primero que vi fue una columna de humo. Los Hunters de ciudad han llegado antes. Su intención es destruirlo todo. Yo apenas puedo correr, voy detrás de el Hunter que va como alma que lleva el diablo.

-Espérame -, le grito. 

No me hace caso.

-Son gente de ciudad, cazadores que vienen a arrasarnos sin escrúpulos. Van a dejar tras de sí tierra quemada. La Tribu ya no es más. 

Sigue sin darse la vuelta. No hay nadie a la puerta. No hay nadie a la valla. Las columnas de humo crecen y se expanden como bufones de agua en la costa. Inundan el techo de la Tribu. 

Entramos con precaución. No hay nadie a la vista. Oímos gritos al sur del pueblo.

La silueta del Hunter está a recortada sobre el negro del humo. Se da la vuelta lentamente y me mira.

-Ven conmigo. En la ciudad estaremos mejor. Son mis compañeros.

Noto que el humo empieza a confundirme. Doy dos pasos hasta el Hunter, que tiende su mano hacia mí. Sus dedos se mueven ajetreados pidiendo mi mano; parecen serpientes saliendo de una cesta. Doy otro paso. Extiendo mi mano en su dirección. Una explosión en el sur desata una pelota de humo que crece hacia el cielo. Ahora soy consciente de los disparos. La barriga se mueve y me duele. Gritan mi nombre; Elizabeth. No sé quién es. No distingo voces. El sonido viene a mi espalda. Giro la cabeza, me duele el cuello.

-No -grita EL Hunter-, ven conmigo. Estamos juntos.

Son Anghara y Adri. Me alegro de que estén vivos. El hombro me tira hacia atrás, es la fuerza del Hunter que me quiere llevar con él. Me deshago de sus manos. Doy pasos atrás para separarme.

-No.

Me alejo hasta ponerme a la altura de Anghara y Adri. Me abrazan.

-Nos tenemos que ir, hemos perdido La Tribu. 

Miro por última vez al Hunter cuyos ojos imitan la desconsolación. 

-Ven, por favor -me dice.

-¿Adónde?

-A la ciudad.

-No.

El sonido del tiroteo se acerca. La balas suenan como aullidos, no ha manera de saber su localización exacta, solo su tensión.

-¡Vamos! -grita Adri.

Salimos de La Tribu, que ya no es más pueblo ni Tribu ni nada, y nos difuminamos entre los primeros árboles del bosque. 

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