Solos en la eternidad: el mundo tras la pandemia.

29 Se hace evidente

Pasan los días, algunos son buenos como el calor en invierno y otros malos como un dolor del alma, pero pasan lo días.

No le he dicho nada a nadie sobre lo que ha pasado con Andrés. Por las reacciones en el círculo intuyo que él tampoco se lo ha dicho a nadie, quizás a su grupo, pero eso era evidente. Pero ya se hace evidente, me empieza a abultar la barriga. Tengo que decírselo al Hunter. Por lo menos a él, se merece saberlo. 

Está fuera de la casa, arreglando el césped que hay en el jardín, a la altura de la puerta. Es una imagen tierna que creí que nunca volvería a ver. Me acerco por su espalda. 

-Tengo que decirte una cosa.

-Lo sé, hace tiempo que lo sé, solo esperaba a que tú me lo dijeras. 

-Sí, estoy embarazada.

No ha sido un boom. No se ha caído nada; las estrellas siguen en el cielo. Solo me siento mejor. Toda la incertidumbre que llevaba en el cuerpo se ha ido con la simpleza de un click en el cerebro y, también, gracias a las palabras.

Las palabras curan, lo sabes con el tiempo. Es algo que no te dicen, o, si te lo dicen, no te lo crees, solo con el filtro de la experiencia aceptas el método curativo de las palabras enunciadas en un momento concreto.

El Hunter se da la vuelta, creo que lo hace despacio. Se enfrenta a mí, está justo delante, me abraza y me huele el pelo. Siento el aleteo de un ave sobrevolar nuestras cabezas. El mundo feliz se vuelve a hacer natural. ¿Deberíamos decirlo a La Tribu?

-Deberíamos decirlo a La Tribu.

-No, aún no-responde. No dice más, me acaricia la nuca y  continúa trabajando.

No existe un punto medio para nada en este mundo.

¿Por qué no quiere que lo contemos?, no entiendo nada. ¿No se alegra?, ¿hay algún secreto que me esté ocultando? ¿Será que quiere esperar a que lo conozcan mejor?

Intento no darle mayor importancia. Mentira. Se está yendo la luz del día y no quiero anochecer este pensamiento.

Lo pienso decir yo.