16 Calabacines crujientes

113 0 0
                                    


Tenemos la parcela de los calabacines orientada al sol. Hace calor y me sale alguna herida en la mano por culpa de la azada. Anghara limpia los hierbajos dos metros delante de mí. El sol les viene bien a los calabacines, en verdad el calor del sol viene al pelo a todos. Las semillas las plantamos cuando hace frío, como nos indica Antonio. Y recolectamos ya con el calor, generalmente con el calor, aunque vamos manejando tiempo según las necesidades de La Tribu. Se dan bien los calabacines, tenemos buena tierra, le gusta nuestro clima al calabacín. Nuestra modalidad es del tipo arbusto. Solemos cogerlos cuando superan los veinte centímetros, aunque a veces los dejamos crecer más. Cuantos ás arrancas, más calabacines te da la planta, aunque como no tenemos gran necesidad de ellos, producimos los que consumimos, pues los dejamos seguir viviendo en la planta, así se conservan maduros y frescos. 

Los nuestros salen con un verde intenso. Los asamos y no pierden intensidad, quedan crujientes. Es una verdura muy afrutada, y sencilla. La prefiero a la berenjena, tanto para cultivar como para comer. Aunque a la larga me gustan las dos. 

Anghara también suda mientras recolecta. Hoy hace calor. Las gotas caen constantes sobre nuestra frente. Veo a Andrés llegar desde lejos. Sonríe. Su sonrisa siempre e ha parecido maliciosa. No sé cómo me pudo gustar en su día. Eso era antes de la gran muerte, me digo para justificarme. Te toca ir a cuidar del  Hunter, no te enamores esta vez, me dice, y se da la vuelta. Imbécil, digo en voz baja y sigo arando la tierra. Noto que se gira para mirarme, siento sus ojos de furia en mi nuca. Escucho su respiración de toro embistiendo. No me dice nada. 

Voy a confirmar con Robert que tengo que ir con el Hunter.

Es cierto. 

Me tiemblan las muñecas. 

Ahí está. Parece que no le pasan los días.

Solos en la eternidad: el mundo tras la pandemia.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora