Empieza a caer la noche. No es fácil mantener la cordura en este momento del día. Es sencillo, relativamente, llegar a dudar de todo a tu alrededor en este instante fugaz. La conciencia es luz, una luz que nos dio Prometeo y que es conocimiento. Y ahora no hay ni dioses ni titanes que nos valgan. La luz y la sabiduría es lo que nos damos entre nosotros en La Tribu. Estamos regresando a la felicidad del desconocimiento. Poco a poco. Vamos hacia una vida de subsistencia tranquila; algo hemos ganado.
El círculo se forma y Robert me pide que exponga mi idea. Me cuesta, pero adelanto los pies hasta colocarme en el centro. Tomo fuerza y arranco con la mirada puesta, sobre todo, en Andrés, a continuación sigo con el resto.
-Creo sinceramente que El Hunter ha hecho lo necesario pera y tengamos un mínimo de confianza en él, trabaja, no da problemas, no ha intentado escapar, creo que no forma parte de grupos de Hunters que vayan a venir a cazarnos, ya nos conoce... Puede formar parte de La Tribu. Poco a poco, primero dejándolo dormir fuera de La Tribu, desescalar la vigilancia sobre él. Siempre, con una planificación y unas pautas. Abro los turnos para los siguientes.
Claro, primero va Andrés, enfurecido se niega en rotundo. Es una osadía, dice. Mejor matarlo. Tiemblo de miedo. Robert está serio, temo que esa idea se esté considerando. No podemos ponernos en esta situación, somos recolectores. Si nos convertimos en Hunters ya no habrá marcha atrás, es como cortarse, dejan cicatrices.
El debate persiste enconado.
Y votamos.
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Solos en la eternidad: el mundo tras la pandemia.
PertualanganTodas las personas de más de veinte años han muerto. Nadie sabe cómo ni por qué. Elisabeth vive en un pueblo abandonado de la sierra con su grupo de supervivientes. Intentan resistir en un mundo destrozado tras la pandemia.