Subo a uno de los miradores que tenemos cerca de la valla. Son torres hechas de madera>; hay cinco, en puntos estratégicos, para divisarlo todo y protegernos. Parecen de constitución débil, pero son fuertes, no se van a caer. Las construimos entre todos, siguiendo el modelo que vimos en una enciclopedia que alguien tenía en papel. Cómo extraño el papel, lo extrañamos todos, cuidamos cada libro como si fuera un tesoro. Los leemos, los releemos y nos los prestamos entre nosotros.
Ya solo nos quedan esas historias y las que nos contamos entre nosotros. Nada más. El entretenimiento es el día. No tenemos tiempo más que para hacer las obligaciones y los deberes diarios para sobrevivir.
Desde la torre veo la montaña de Beauty. Les hemos puesto nombres en inglés. Es un código simple, si atrapan a alguno, quizás no nos encuentren mirando un mapa. Otros nombres son intraducibles, así que tenemos que ponerles otros nombres. Tenemos, Sides, Between mountains...
Beauty no es un pico grande, y a pesar de todo está pelado por lo alto. Con los prismáticos hay días que se pueden ver venados. La berrea cada vez la hacen más abajo, antes había que subir a lo más alto del monte para escucharles golpearse con la cornamenta. Ahora no, cada vez bajan más. Están, como nosotros, adaptándose a un nuevo mundo, a una nueva época de madera y tierra.
Admiro su libertad. Sus carreras por el monte, sus paseos, sus saltos, su inconsciencia, su falta de ataduras, su familia, su ilimitada sensación de inmortalidad: el venado desconoce lo que son las estrellas. Y nosotros, si no transmitimos lo que conocemos a las próximas generaciones, dejaremos de saberlo también. Volveremos a la inconsciencia natural de la que salimos.
Se forma el círculo y Robert me da paso. Expongo mis argumentos. El Hunter puede liberarse, estar atado y vigilado, pero trabajar para el bien de La Tribu.
Como era de esperar, Andrés y su grupo difunden una oposición enconada.
Robert cierra el debate y votamos.
ESTÁS LEYENDO
Solos en la eternidad: el mundo tras la pandemia.
MaceraTodas las personas de más de veinte años han muerto. Nadie sabe cómo ni por qué. Elisabeth vive en un pueblo abandonado de la sierra con su grupo de supervivientes. Intentan resistir en un mundo destrozado tras la pandemia.