Parte 8

922 129 14
                                    

- Ya deja de ser tan gruñona Ana...- dijo Kate mientras conducía a la prueba de vestidos para las damas de honor. 

- Lo sería si mis amigas dejaran de interrumpir mis citas.- dije mirando por el espejo retrovisor a Mía que venía demasiado divertida. 

- No interrumpimos, solo que coincidimos bastante. Son lugares públicos, cariño.- dijo Kate. 

- Uf... mi apartamento no es un lugar público, al igual que el de Christian. Y por cierto, nos seguimos preguntando como es que se las arreglaron para que las dejaran pasar.- pensé mientras buscaba el lugar indicado por el GPS en la calle en la que nos encontrábamos. 

- Fue sencillo sobornar al portero y decirle que queríamos sorprender a la novia del señor Grey.- explicaron orgullosas. 

- Es sano divertirse un poco Ana, aparte así forzamos a Grey a ponerte más atención y ser más original que una cena romántica.- ambas se daban la razón y eso poco a poco nos había ido frustrando con Christian. 

Ellas habían estado saboteando nuestros viernes por la noche, día en que ambos nos íbamos juntos del trabajo para pasar algo de tiempo juntos, ya que los fines de semana por lo general lo aprovechábamos para descansar o compartir tiempo con nuestras familias. Los Grey se quedarían hasta la boda, que se realizaría en tres meses y yo trataba de sanar mi relación con los Taylor y mantener mi negocio a flote. 

Las dos primeras veces francamente habíamos pensado que eran coincidencias, luego de la interrupción del muelle, nos encontraron de alguna manera en el parque, habíamos salido a hacer ejercicio y por supuesto que compartimos algunos besos y abrazos. Pero rápidamente notamos que lo hacían a posta, haciendo que nuestras citas poco a poco se convirtieran en salidas secretas y furtivas y creando en ambos una gran tensión, por lo que básicamente nuestra relación eran casi exclusivamente mensajes y videollamadas. 

- Tengo la suficiente atención de Christian y realmente han cruzado un límite la última vez.- dije pensando en la última interrupción, la cual había sido en mi propio apartamento. 

Habíamos estado planificando cuidadosamente como hacer para que no notaran que nos reuniríamos, por un momento habíamos saboreado la victoria de una cita sin interrupciones y estuvimos bastante relajados, cenamos pizza y comenzamos una sesión de besos y caricias que pronto subieron de tono mientras nos excusábamos con una película que ni siquiera estábamos viendo. Por primera vez estaba segura que podríamos dar ese paso, haríamos el amor aquella noche por como estaban las cosas, pero todo eso se había ido por la borda al escuchar mi teléfono sonar con el tono que había asignado a Kate y luego de rechazarla escuchamos la puerta sonar y supimos que habíamos perdido. 

- Lo sentimos, pero si fueras una de nosotras estarías divertida por ver sus caras cada vez. Admite que tendrán algo divertido que contar a sus futuros hijos algún día.- Mía soltó na carcajada y la miré muy mal. 

- No llegaremos a tenerlos si siguen interrumpiendo.- mascullé y me sorprendí de pensar aquello. 

Los hijos eran algo muy lejano y abstracto para mi, algo que casi había desechado en mis planes de vida. sería estúpido arriesgar a un bebé de la manera en que lo habían hecho mis padres, ni pensar si tuviera más de un hijo, algo que tenía claro en caso de que alguna vez quedara embarazada, vivir sola era algo que no podría forzar en mis hijos. Por todo esto, por tener en claro que mientras viviera siendo la Reina renunciaría a la maternidad, es que me sorprendía encontrarme pensando en la posibilidad, en ese "Y si" que abría una puerta a la incertidumbre. 

Estar a gusto con Christian, sentir que podía llegar a pasar algo más entre nosotros y tener ganas de que eso suceda, estaba desestabilizando no solo mi vida planificada con la fase de Reina y como Ana, sino que muchas cosas que daba por sentadas se tambaleaban peligrosamente. 

¿Vivirías por mi?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora