Parte 3

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Una semana después de aquella noche en que había disfrutado y reído con un desconocido apuesto, estaba haciendo un recorrido por las instalaciones de mi nuevo trabajo junto con otros diez trabajadores que serían mis compañeros. La cocina era fantástica, amplia y llena de todas las cosas que podríamos necesitar para los distintos platos que prepararíamos. Era un sueño, solo comparable con la despensa donde tendríamos un suministro completo de ingredientes orgánicos y especias de la mejor calidad. Esto ni siquiera en la escuela lo tenían. 

Mi concentración estaba completamente absorbida por el discurso que estaba dando el señor Anderson sobre como se manejarían las instalaciones y presentaba al chef que sería nuestro jefe directo. Era interesante la manera en que nos presentaron los distintos pisos y la gente que trabajaría en el edificio, como así también las sugerencias sobre menúes saludables y del estilo fresco y práctico. 

- La mayoría de los empleados son arquitectos o administrativos de la empresa, además de las eventuales visitar y desarrolladores de software, son gente que está demasiado tiempo quieta y no queremos que tengan demasiadas calorías...- el discurso seguía en la medida en que íbamos recorriendo el comedor en construcción, yo me quedé un poco atrás porque estaba impresionada viendo las instalaciones, realmente este era un ambiente de trabajo diferente. 

Aquel día tendríamos un tiempo para familiarizarnos con las instalaciones y practicar los platos que prepararíamos para cuando fuera el momento de empezar el trabajo, lo cual sucedería el mismo día de la inauguración, donde daríamos un banquete de tres platos para los duelos y algunos asesores, luego serviríamos canapés para el resto de los participantes. Estábamos hablando de por lo menos unas quinientas personas, por lo que mejor era estar preparados. 

- ¿Entretenida?- dijo una voz por detrás de mi espalda, justo al lado de mi oído. 

Me giré de inmediato para defenderme de la persona que estaba invadiendo mi espacio personal, tenía un batidor de globo en la mano, con el que había estado preparando un aderezo para las ensaladas, por lo que no dudé en utilizarlo a modo de arma e intentando apuñalar al idiota que se atrevía a molestarme en mi trabajo. Salvo que no era del todo un idiota, sino que era el hombre desconocido que había salvado de una ex y que me había regalado una bebida en el bar, ahora tenía la mismo hombre apuesto con restos de aderezo en la cara y su chaqueta estilo aviador. Mierda. 

- Lo siento... lo siento realmente. Aquí, deja que te ayude.- dije alcanzando un trapo que estaba limpio. Sentí las mejillas calientes cuando tuvo que pasar la toalla por toda su cara y luego intentar quitar la mancha de aceite en la campera, que a primera vista lucía costosa. - Lo siento...- volví a decir.

- Me lo merezco, no debí asustarte de esa manera.-dijo avergonzado. Creo que estaba conteniendo la risa para que no me sintiera más mortificada, aunque el hecho de notar unas semillas de chía y lino que había estado mezclando en su barba me ponía de los nervios. 

- Lo siento...- volví a decir dejando el arma que había sostenido en mis manos y me mordí el labio inferior sin saber que decir. Esto era un hábito que pensé que había dejado atrás cuando pasó lo de mis padres. 

- Hey, tranquila... En serio no pasa nada.- dijo levantando las manos y sonriendo de manera amistosa. - Realmente debí anunciarme antes, y técnicamente ni siquiera sabemos nuestros nombres, así que fue imprudente de mi parte.- la parte que podía ver de sus mejillas se ruborizó apenas, también estaba avergonzado. - Christian.- se presentó extendiendo su mano.

- Ana.- contesté estrechando su mano brevemente.

- Bueno Ana, ya que no ahora sabemos nuestros nombres, te ofrezco empezar de cero, olvidemos este momento y nos quedemos con la agradable noche de la semana pasada.- sonreí antes la ocurrencia y asentí. 

¿Vivirías por mi?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora