Parte 18

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Despertar era doloroso algunas veces, antes había pasado de que con tantas actividades y algunas heridas, el solo hecho de abrir los ojos me resultaba un acto heroico. Sin embargo, esta vez era otro tipo de dolor que se sumaba al físico que cargaba. Me senté en el borde de la cama y sentí, al mirar por encima de mi hombro, que era demasiado grande para una sola persona, Christian había cumplido al dejarme en paz durante la noche y no sabía como sentirme al respecto. ¿Acaso así era sentir el corazón roto? 

Ignoré el dolor que se extendía en mi interior al ver su lado de la cama aún con las mantas extendidas y su almohada sin usar, volví la cabeza para evitar que aquello me impidiera empezar este día y con un suspiro me levanté. Lidiar con el dolor físico era mucho mejor que con el emocional, porque habían bastado un par de ibuprofenos y una ducha caliente para que mis músculos se relajaran y dolieran un poco menos. Había sido una mala idea hacer demasiado esfuerzo ayer, pero ahora no había tiempo de arrepentirse, tenía que extraer a mi amiga y ponerla en un lugar seguro hasta que supiera exactamente que es lo que pasaría con los Grey.

Al mirarme en el espejo del baño noté lo desastrosa que estaba. Lo que había percibido apenas como un golpe en la cien cuando me empujaron contra la mesa, ahora era un cardenal de color vino que se difuminaba al llegar a mi ceja y se escondía en mi cabello, además de que notaba en mi cuello la marca de la mano que me había retenido dejándome sin aire.

Escuché como tocaron la puerta de la habitación y, luego de ignorar mi aspecto, respiré profundamente haciendo los pocos pasos que me separaban de la puerta y me detuve un poco vacilante antes de destrabar el cerrojo y correr la madera que apenas hizo ruido mientras se deslizaba en el riel. Christian esperaba en el pasillo, apoyado en contra de una de las paredes y se irguió cuando notó que abría. 

- Olvidé mi esmoquin en el vestidor.- dijo excusándose. 

- Claro.- torpemente me corrí para que pudiera pasar. -Puedes buscarlo.- me moví hacia mi propio tocador y traté de ignorarlo mientras empezaba a aplicarme la base en mis mejillas. 

- Gracias. El auto estará esperándonos en una hora y media mas o menos.- dijo sin mirarme y sacando la percha que sostenía el traje que estaba envuelto perfectamente con su plástico.

- Bien.- contesté intentando ignorar lo que el reflejo me ofrecía. 

Le vi acercarse incapaz de detenerlo y solo cuando lo noté a mis espaldas, fui lo suficientemente valiente como para mirar a través del espejo a la espera de lo que sea que fuera a hacer. Se acercó lo suficiente como para alcanzarme si estiraba la mano y con lentitud corrió mi cabello hasta que fue visible la extensión de los moretones en el cuello. 

- Mejor usa el pelo suelto. Será difícil ocultar todo.- me estremecí ante el fresco que sentí sin la barrera de pelo y asentí volviendo la vista hacia el maquillaje que tenía tendido sobre la superficie del tocador. 

Se alejó sin decir nada e hice fuerza para no soltar el sollozo que se me cargó en la garganta, no dejaría que sintiera como estaba de rota. Esperé hasta que escuché el click de la puerta al cerrarse y luego de asegurarme de estar sola nuevamente, dejé que un sollozo liberador saliera de mi y luego de que algunas lágrimas se escaparan demostrándome que mi maquillaje era a prueba de agua, las sequé con delicadeza para que no me quedaran marcas en la piel y terminé por expandir el producto que taparía todo. 

Una hora y cuarenta y cinco minutos después, estábamos ambos vestidos de punta en blanco metidos en el auto y siendo llevados por nuestros guardaespaldas. Él estaba perfecto con su pelo peinado hacia atrás y vistiendo el traje con pajarita y el ojal vacío, a la espera que nos dieran la flor para colocarla en su lugar, su perfume invadía el lugar y solo porque no quería que nos despeináramos, no atiné a abrir la ventana. Yo, en cambio, me había puesto el vestido que Violet había elegido y alisé mi cabello para que cayera como una cortina. El maquillaje había funcionado perfectamente escondiendo las manchas de los golpes y resaltar mis ojos hacía que la atención no estuviera en el lugar incorrecto. 

¿Vivirías por mi?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora