"Respira, solo... respira". Las palabras de Luke resonaban profundas en la mente de Rey mientras corría a toda velocidad, blandiendo su sable láser amarillo, a través de las abrasadoras arenas del desierto. Un droide volador de entrenamiento la perseguía, disparándola y emitiendo pitidos continuos. A pesar de que llevaba la cabeza cubierta por un casco con visera que le impedía ver nada, Rey sabía hacia dónde se dirigía y de dónde venía la amenaza en todo momento. No tenía dudas. No tenía miedo. Se había convertido en la Jedi que estaba destinada a ser. Se sentía libre y poderosa, pero no en paz. Su mente inquieta demandaba de ella entrenamiento físico casi continuo. Necesitaba estar en movimiento. Era la única forma de no percibir la grieta que había en su interior. No quería prestarle atención a eso. No quería pensar ni sentir, solamente olvidar. Ese era su objetivo día a día.
Desde que cayera la Orden Final y Palpatine desapareciera, la actividad había sido frenética en el seno de la Nueva República. Las fuerzas rebeldes comandadas por Poe Dameron habían establecido la base provisional del gobierno en Naboo y desde allí estaban construyendo un nuevo Congreso y Senado galácticos, que representara a todas las especies de la galaxia. Los supervivientes de la batalla de Exegol, soldados de asalto y altos mandos de la desaparecida Primera Orden, habían sido detenidos, en espera de juicio. Rose, Finn, Chewie, Poe... todos jugaban un papel fundamental en el futuro inmediato, con importantes cargos tanto militares como gubernamentales. A Rey le habían ofrecido un puesto esencial, como sustituta de la fallecida general Leia Organa, pero la joven lo había rechazado sin pensarlo. Ella no tenía la paciencia ni capacidades que convirtieron a su maestra en la figura inmortal que era para los rebeldes. Ella no estaba hecha para ser una líder sensata y con carisma. Rey quería seguir perfeccionando sus poderes y enseñar a otros los caminos de la Fuerza. Nada más. Y nada menos. Tras la muerte del último Skywalker, ella era la última Jedi. En ella vivía el poder de muchas generaciones.
El último Skywalker. Esas palabras trajeron la imagen de Ben Solo de manera casi física ante ella y su concentración se resquebrajó. Rey se tropezó y recibió un disparo del droide. Rabiosa, se arrancó el casco y destrozó al robot con un certero golpe de su láser. Agotada y enfurecida consigo misma, se sentó en la arena y miró al horizonte. Los dos soles de Tatooine se escondían despacio, tiñendo el cielo de colores rosas y morados. Rey respiró hondo. "Respira... sólo, respira".
Lo intentó. Meditar, no pensar en nada, dejar la mente en blanco, encontrar la paz. Concentrarse en el aquí y el ahora. Pero, como le pasaba siempre desde que todo ocurriera, no lo logró. La desaparición de Ben ocupaba cada pensamiento. Su rostro, luminoso y cambiado, como si la esencia de Kylo Ren se hubiera desvanecido, se le aparecía casi constantemente. El tacto de sus labios, la fuerza de su abrazo y la tristeza de esa sonrisa que añoraba un futuro imposible, que jamás había existido y que ya nunca sería... era demasiado para ella. Cada segundo de esos pocos momentos que pasó a su lado la torturaba, provocándole un dolor físico en el pecho. Ben Solo. El hijo de Han Solo y Leia Organa. El último Skywalker. El hombre que había entregado su vida para salvarla.
Rey secó sus lágrimas y se levantó pesadamente. Sabía que tenía que seguir adelante. Por él, porque es lo que hubiera querido. Por todo el legado Skywalker al que ella pertenecía ahora. Y por ella misma. Tenía mucho que construir. La religión Jedi necesitaba un nuevo templo y una escuela. Y sólo ella podía llevar a cabo esa tarea. Sin embargo, por mucho que se entrenaba e intentaba centrarse, no se sentía con fuerzas.
Mientras caminaba de vuelta a la antigua casa de Luke, sintió un reclamo en su interior. Finn trataba de contactarla. Desde que el ex-soldado de asalto había descubierto que era sensitivo a la Fuerza, le encantaba llamar su atención y probar sus habilidades. Rey sonrío. Le apetecía hablar con él. Era un bálsamo en medio de su rutina llena de recuerdos y soledad. Se apresuró en llegar a la casa y activó el comunicador en holograma. La imagen de su amigo se materializó delante de ella.
-¡Rey! Llevamos una semana sin noticias tuyas. ¿Estás bien?
La joven asintió, fingiendo alegría
-¡Claro que sí! Estoy entrenando mucho y preparándome para lo que me espera, que no es poco. ¿Y vosotros?
Finn la miró fijamente. No se fiaba. La conocía bien.
-Te necesitamos aquí. Maz Kanata ha venido a hacernos una visita. Habrá una reunión de todos los mandos galácticos con ella y Dameron. Tienen mucho que contarnos. Necesitamos que estés presente. Y además hay que celebrar la victoria... Esta vez de verdad.
Rey se esforzó por sonreír. Aquello le preocupaba. Había mantenido en secreto su relación con Ben... Si se reunía con todos los demás durante mucho tiempo, notarían cómo se sentía. Descubrirían lo que su muerte había significado para ella en verdad. Ahora pensaban que estaba afectada por su sacrificio, pero no se imaginaban todo lo que había detrás. No quería dar explicaciones. Nadie iba a entender que hubiera amado al temido Kylo Ren, el asesino de Han Solo, el genocida, el Líder Supremo. Por mucho que la hubiera salvado, nadie le perdonaba. No obstante, ella tenía que regresar. No podía esconderse para siempre.
- ¿Rey? ¿Me oyes?
- Si. Está bien. Mañana temprano me pondré de camino. Pero a ver si es cierto que hay una celebración en condiciones. Que ya va siendo hora.
Finn asintió, ilusionado. Rey se despidió con un gesto y cortó la comunicación. Suspiró y se dejó caer en la cama. Tardó menos de un minuto en quedarse profundamente dormida, pues sometía a su cuerpo a un sobre esfuerzo cada día precisamente para eso: caer exhausta y no soñar. Pero esta vez sí soñó. Caminaba por un terreno blando y oscuro. Voces extrañas y profundas resonaban a su alrededor. En la lejanía, una figura alta y corpulenta aparece. Es Ben. Rey empieza a correr, en su busca, pero nunca le alcanza. Se detiene, sin aliento. Tras ella, algo se mueve. La joven se da la vuelta y allí está él. Sonriente, radiante, sin su uniforme negro... Sus profundos ojos oscuros clavándose en los de ella.
- Ben.
Él se acerca más. Ella cierra los ojos, suspira. Al volver a abrirlos, el rostro de él está más cerca. Pero está cambiando. La profunda cicatriz que ella le dejó tras la batalla en la Starkiller empieza a marcarse despacio en su rostro. Su mirada se endurece. Su boca se tensa. Kylo Ren está ahora frente a ella. La abraza y la atrae hacia sí. Rey lucha por librarse de sus brazos pero no lo consigue. Cuando él la besa, un fuego desconocido abrasa su vientre y un gemido se escapa entre sus labios. Tiene que pararlo pero no puede. No quiere.
Rey se despertó empapada en sudor, respirando agitadamente. Había llegado la mañana. Estaba sola, en su cama. Y le esperaba un largo viaje. Al levantarse, se prometió a sí misma no volver a pensar en Ben, o en Kylo. Al menos, por unas horas.

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Respira
RomanceRey se enfrenta a una nueva vida después de la muerte de Ben Solo. Como la última Jedi que queda con vida, tendrá que fundar una escuela donde entrenar a nuevos Padawans. Pero el recuerdo de Ben la tortura y una nueva amenaza surge en los mundos des...