Un extraño despertar

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El sol se introdujo por el agujero del refugio donde dormía Rey mucho antes de lo que a ella le habría gustado. Se despertó con los miembros doloridos y un fuerte dolor de cabeza. No era consciente del esfuerzo al que había sometido a su cuerpo hasta que se había permitido descansar. Lentamente, se desperezó y se tomó unos segundos de meditación antes de levantarse. Entonces, de pronto, la certeza de que Kylo Ren estaba con ella en esa isla, que estaban solos y que le esperaba la complicada tarea de hacerle regresar del Lado Oscuro por completo volvió a ella, mareándola. Le esperaban días duros. Pensó que por ello sentía esa extraña sensación en el estómago... No quiso admitir ante ella misma que la perspectiva de estar a solas con Kylo, con Ben, en ese lugar remoto, sin la amenaza constante de Mortis... la emocionaba en parte. Sacudió la cabeza, despejando pensamientos absurdos y salió al exterior. El cielo estaba despejado y hacía frío, pero era agradable. Rey caminó hasta el refugio donde dormía Ren y se asomó, pegando un respingo. Él estaba despierto, de pie y la apuntaba con su espada láser. Rey dio un paso atrás.

- Menuda forma tan agradable de dar los buenos días.

Ren miró la espada y la desactivó de manera inmediata. Salió al exterior tras ella.

- Perdona, no quería asustarte.

A Rey se le escapó la risa.

- ¿Asustarme por ti o por tu espada láser? ¡Ja!

Kylo la miró, muy serio. Creía que estaba bromeando con él pero no estaba seguro. Frunció el ceño. Miró alrededor.

- ¿Dónde estamos? ¿Qué ha pasado?

Rey le hizo un gesto, invitándole a seguirla. Caminaron unos pasos y ella le mostró el paisaje, más allá de los refugios de piedra. Las olas, brillantes por la luz del amanecer, rompían violentas contra los acantilados. Kylo miró a la Jedi y se quedó prendado de sus ojos. Desbordaban emoción.

- Estamos en tu isla. La isla que vi en tu mente cuando... cuando te vi por primera vez.

Rey asintió.

- Si, cuando me interrogaste. O lo intentaste, porque no lograste nada.

Ren endureció el gesto. Volvía a burlarse de él pero creía que era una broma. O algo que se le parecía. Él no hacía bromas, no sabía qué era eso, sólo podía intuirlo y se sentía perdido. No sabía cómo responder. Miró al horizonte.

- Es un lugar hermoso.

Los dos miraron al horizonte. Rey le puso la mano en el hombro.

- Mortis casi te destruye. A ti y a mi. Tiene la capacidad de atacar a través de su proyección en la Fuerza. Nunca lo había visto y no sé cómo enfrentarme a ello. Te rescatamos. Chewie, Finn y yo te trajimos hasta aquí.

Ren respiró hondo. Solo recordaba el dolor tan profundo que había invadido su cuerpo cuando Mortis le arrebató el arma y empezó a absorber su energía vital. Después, la negrura. Recordaba haber visto al wookie, Chewacca se llamaba. Y que aquello había terminado de confundirle, pues los recuerdos volvieron a su mente de forma arrolladora: su padre y él en el Halcón, su madre enseñándole a usar una espada láser. Su tío, Luke, cuando le llevó por primera vez a la escuela Jedi... Todo era demasiado intenso y le removía por dentro, provocando emociones que creía perdidas para siempre. Y aquella chica, su otra mitad, que era capaz de enfurecerle y excitarle de maneras desconocidas. Le hacía perder el control de sí mismo constantemente. La miró, pero se dio la vuelta rápido cuando vio que ella le estaba observando. Carraspeó.

- El Halcón Milenario está aquí.

Kylo se dio la vuelta despacio cuando escuchó esto. La nave de su padre, en la que tantas veces había jugado de pequeño... Deseaba intensamente volver a pisarla, pero al mismo tiempo, sentía miedo. Muchas vivencias perdidas que volverían a él para no abandonarle jamás, para transformarle...y no se sentía preparado para ello. Se apartó, con los labios temblando y los ojos brillantes. Rey se acercó a él, con cierta timidez. Podía percibir lo que Ren sentía: una amalgama de sentimientos encontrados, miedo, furia, pérdida... Quería abrazarle, besarle, decirle que todo iría bien, que estaban juntos y que ya nada podrá interponerse en su camino hacia la paz, pero no se atrevió. El joven se dio la vuelta y la miró con dureza.

- No he debido venir aquí. Este no es mi sitio.

Rey suspiró. No iba a ser tan fácil. Se plantó ante él, muy seria.

- No puedes volver con Mortis. Te enfrentaste a él y casi te destruye. Ahora formas parte de la Resistencia.

Aquella palabra le inquietó. La Resistencia. El Lado Oscuro. Los Jedi y los Sith. Estaba harto de esas etiquetas, de la historia que volvía a repetirse. De la carga que era ser un Skywalker, desde que era un niño. Quería ser libre y encontrar su sitio. Buscar un espacio al que regresar, un verdadero hogar. Necesitaba calmar su alma y respirar sin sentir que se iba a quebrar en pedazos.

- Yo no pertenezco a tu mundo, Rey. Renuncié a mi apellido, a mi identidad. No recuerdo a esa persona que dices que fui. Ben Solo. Pero sé también que no pertenezco a la Orden Final, no puedo ser su líder... No sé quién soy, Rey.

Aquellas palabras, cargadas de tristeza, de desesperanza, quebraron el ánimo de la Jedi. Sin poder evitarlo, las lágrimas empezaron a correr por sus mejillas. Kylo lo percibió y dio un paso hacia ella. Verla sufrir le destrozaba por dentro. No sabía qué hacer, pero no quería sentir que la estaba haciendo daño.

- ¿Qué te ocurre? ¿Es algo que he dicho?

La joven trató de controlarse, pero las emociones de los últimos días la superaban. Hacía solo unas horas la perspectiva de estar con aquel hombre en ese lugar idílico, conociéndole mejor, devolviéndole a la luz le habían parecido un sueño. Ahora sentía que en realidad Ben Solo no era más que una ilusión. El amor de su vida, su otra mitad, solo le había pertenecido unos minutos y después se había desvanecido. Rey negó con la cabeza y trató de serenarse.

- No es nada. Es sólo que estoy cansada.

Kylo le puso la mano en el hombro. Quería acercarse a ella y abrazarla, necesitaba consolarla y sentir que estaba bien, pero tenía demasiado miedo a que le rechazara, como había ocurrido en el pasado, siempre. La gente le temía o le odiaba, pero nadie se había acercado a él nunca, nadie le había ofrecido ayuda o consuelo. Y ahora no tenía ni idea de cómo debía comportarse. La chica se lo facilitó:

- Será mejor que te tomes unos días de descanso aquí. Después te llevaré con el Halcón donde me pidas. No voy a obligarte a que te quedes conmigo. No pienso imponerte mi mundo... Eres libre para hacer lo que quieras.

Y tras esta declaración de intenciones, arrojada con la voz temblona, Rey se dio la vuelta y se alejó, dejándole solo. El sol ya estaba alto en el horizonte y bañaba la isla con una luz cálida y dorada. Kylo respiró hondo y trató de no pensar. Dejaría que la visión de ese paisaje tan extraordinario inundará su espíritu. Hacía mucho tiempo que su mente no se permitía un paréntesis. Quizá la joven tenía razón: se daría una tregua a sí mismo, sin pensar, sin torturarse. Por primera vez en años, Kylo Ren no escuchó voces en su cabeza y se sintió, aunque sólo fuera por unos instantes, en paz.

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