La amenaza rebelde

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Cuando el localizador de Rey dejó de brillar, Finn empezó a preocuparse. Había hablado con Poe y Rose, pero ambos le recomendaron que esperase un tiempo prudencial antes de dar la alarma. Después de una semana sin noticias de la joven, todos se inquietaron. La propia Maz Kanata les animó a salir en busca de la Jedi. Gracias a los poderes de ésta y a la sensibilidad en la Fuerza recién descubierta de Finn, no tardaron en encontrar un rastro que pudieron seguir: una oscuridad que crecía lenta pero inexorablemente, en los confines de la galaxia, no lejos de Exegol. Mientras la flota rebelde se rearmaba y les seguía, Chewie y Finn se adelantaron en una nave de carga que podía pasar desapercibida.

Consiguieron colarse en el destructor principal de la nueva flota de la Orden Final gracias a su tamaño diminuto y a su imprudencia. Poe había ordenado no entrar en la nave hasta que los demás llegaran, pero Finn no iba a hacerle caso. Sentía muy cerca a Rey y tenía miedo de que fuera demasiado tarde. Se colocaron muy cerca de la entrada de un pequeño hangar de suministros, que no tenía apenas vigilancia. Chewie logró desactivar el escudo y aterrizaron. Tuvieron que hacer frente a un pequeño pelotón de soldados de asalto, pero nada que a lo que no se hubieran enfrentado antes. Los derribaron antes de que pudieran dar la alarma, pero no advirtieron que un robot de carga les había visto. No tardó en avisar y todas las unidades del destructor se pusieron en alerta. Finn iba a tomar un largo pasillo, siguiendo su intuición y seguido por Chewbaca, pero se detuvo.

- Quédate aquí, Chewie. Va ser peligroso... Y no creo que el efecto sorpresa nos dure mucho. Será mejor que tengas la nave preparada para cuando regrese con Rey.

Chewie le miró extrañado y emitió uno de sus guturales sonidos. Finn negó con la cabeza. Era inútil argumentar con un wookie en una situación de peligro, no había criatura más cabezota en la galaxia. Así que continuaron avanzando. No podían perder ni un minuto más. Cuando apenas habían llegado al primer cruce, se parapetaron tras una esquina. El ex storm trooper sintió que algo no iba bien. No tardaron en escuchar los pasos de todo un pelotón de guardias que iban hacia ellos. Finn les disparó y Chewie hizo lo propio, mientras trataban de protegerse del fuego cruzado. Pero el enfrentamiento se detuvo de pronto. Finn no entendía qué estaba pasando y se asomó. Los soldados se habían apartado para dejar paso a una figura negra, enmascarada y con un sable láser rojo encendido: Kylo Ren. La determinación de Finn flaqueó ante su aterradora presencia, pero le pudo el odio y la preocupación por su amiga. Ante la mirada atónita de Chewie, Finn se colocó en mitad del pasillo e hizo frente a Ren sin vacilación. Kylo le miró, sorprendido y divertido a partes iguales. Aquel rebelde era tan valiente como estúpido. Pero había algo más. Finn disparó su bláster, pero Ren desvió fácilmente el ataque, mientras estudiaba lo que bullía en la mente del joven. Rey. Sólo pensaba en ella. Aquel traidor, un miserable desertor, obsesionado con la mujer a la que estaba destinado a unirse. Una oleada de celos y odio le recorrió por completo, nublando su razón.

Rey golpeó la puerta de los aposentos de Ren con su sable láser incesantemente, consumida por la ira, pero era inútil. Estaba encerrada, de nuevo. Sentía que Finn había entrado y que estaba solo. No había posibilidad de victoria para ellos. Le matarían antes de que pudiera hacer nada. Frustrada y asustada, se situó ante la puerta y cerró los ojos. No podía perder tiempo. Respiró hondo y concentró todo su poder Jedi en un punto, el mecanismo de apertura. Después de algunos angustiosos segundos, el control empezó a pitar y se puso incandescente, explotando poco después. La puerta se abrió ante la joven mágicamente. La chica sonrió y salió corriendo a toda velocidad, siguiendo su instinto. La angustia de su amigo la invadía. Algo muy grave le estaba ocurriendo.

Ren empezó a apretar el cuello de Finn con la Fuerza, alzándole en el aire. El joven boqueaba como un pez fuera del agua, desesperado por respirar. Kylo continuó forzándole al máximo, enloquecido. Los soldados de asalto respondieron con un intenso ataque de blásters, pero el guerrero no parecía percibir nada de lo que sucedía a su alrededor. Entonces, una voz se abrió pasó en la negrura de su mente. La voz clara y serena de Rey le distrajo.

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