Respira

Reencuentros

La nave de Rey aterrizó en una explanada cerca de un lago, no lejos de la fortaleza que albergaba los cimientos del nuevo gobierno. Era un palacio enorme, de bellas cúpulas de color turquesa, donde la reina Padme Amidala había reinado en paz, compartiendo su planeta con el mundo subacuático de los Gungans. Allí la esperaban Finn y Rose, junto con Chewie. La joven corrió hacia ellos. Se abrazaron largo rato mientras reían. No había pasado mucho tiempo desde que se separaron, pero se había hecho eterno. Rose miró a Rey despacio.

- Mírate. Estás espectacular. Poderosa. Nuestra última Jedi.

Rey le quitó importancia con un gesto, pero en su rostro se adivinó la tristeza y Finn lo percibió. Los tres caminaron hacia la entrada del edificio, sin parar de hablar todos a la vez. Había muchas cosas que compartir. Poe Dameron les recibió en la entrada de la sala principal y abrazó a Rey con cierta incomodidad. Rey percibió que se sentía perdido como líder y no sabía si debía expresar sus emociones delante de todo el mundo. Escondió una sonrisa y no insistió. En la mirada del piloto sí que leía su alegría por verla y eso le bastaba. Lo que estaba sucediendo era nuevo para todos ellos. Ninguno sabía cómo se suponía que debía actuar para causar buena impresión.

La gran sala del palacio estaba abarrotada de gente. Representantes de la mayoría de especies que poblaban la galaxia estaban reunidas alrededor de un púlpito central donde un holograma del planeta Naboo flotaba. Humanos, Gungans, Bantas, criaturas de planetas distantes... Una diversidad que hacía de aquel día un momento histórico para el nacimiento de una nueva época. En el ambiente se respiraba serenidad y felicidad contenida. Eran tiempos de ajetreo y mucho trabajo, pero también de calma y seguridad. No había amenazas, ni necesidad de huir, ni planes desesperados para salvar la vida que debieran acometerse en tiempo récord...Y para los rebeldes acostumbrarse a un tiempo de paz sin fecha de caducidad no era sencillo.

Rey estaba fascinada observando a la muchedumbre. Había personas e individuos de extrañísima apariencia, droides que parloteaban en distintos idiomas, sonrisas y conversaciones cruzadas... Tanto que no se dio cuenta de que mucha gente la observaba y susurraba a su paso. Ella había acabado con el malvado Darth Sidious, el temido Palpatine, que además era su abuelo. Era una leyenda, aunque ella no lo percibía. Entre todos los que la señalaban, apareció la figura de la diminuta Maz Kanata, con sus enormes anteojos y su eterna sonrisa. Rey corrió a abrazarla, emocionada. La pirata había sido la primera en mostrarle el camino a seguir al entregarle el sable de luz de Luke hacia ya lo que parecía una eternidad. Con la desaparición de sus dos maestros, Maz se había convertido en su guía en tiempos oscuros. En cuanto se separaron, los sabios ojos de la mujer reflejaron la profunda compasión que sentía hacia la chica, pues había percibido lo que se esforzaba por esconder. No se habían visto desde la batalla de Exegol y tenían mucho que contarse, pero la pequeña Maz ya lo sabía todo, aunque la joven apartara la mirada.

Mientras Poe hablaba a todos los presentes, explicando los pormenores de lo que se había hecho y de lo que quedaba por hacer, Maz tomó la mano de Rey y salieron juntas de la sala. Finn las vio salir, pero no intentó seguirlas. Cruzaron el palacio a través de largos pasillos y salieron al exterior. No tardaron en ocultarse en la espesura del bosque que rodeaba la ciudad. Comenzaba a anochecer y las dos mujeres se sentaron en un claro, iluminadas por la luz de las tres lunas de Naboo. Rey sonrió, tratando de aparentar entereza. Pero Maz le acarició el rostro y entonces la joven comenzó a llorar.

- Eso es, pequeña. Déjalo salir. No puedes torturarte más tratando de ocultarlo.

Rey sollozaba sin control. La pirata la abrazó con infinito cariño, acunándola en sus brazos. Después de unos segundos que parecieron eternos, el llanto de la joven se fue calmando. Maz secó sus lágrimas.