Ahch-To

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El Halcón Milenario tomó tierra en la costa este de la isla de Ach-To. El sol ya se ocultaba y el agudo chillido de cientos de porgs que sobrevolaban la superficie rocosa del archipiélago rompía la paz de aquel lugar sagrado. Rey respiró hondo y dejó que sus pulmones se llenaran del aire puro del mar. La isla que tantas veces había visto en sueños y en la que había aprendido tantas cosas la esperaba. Casi parecía que susurrase su nombre. El lugar desde el que la Fuerza la había conectado por vez primera con Kylo Ren... Un espacio repleto de recuerdos y nostalgia.

Rey empezó a subir despacio hacia las estructuras de piedra. Las nubes empezaban a cubrir el cielo y los primeros rayos estallaban en la lejanía. Tendría que esperar a la mañana siguiente para bajar al pozo profundo que ocultaba la isla. Se introdujo en una de los refugios en forma de huevo y se sentó. Frente a ella seguía el agujero que había provocado con el disparo de su bláster cuando por primera vez se conectó con Kylo... Recordó aquel momento con sorprendente nitidez. Algo en su interior se había despertado. Era odio, pues por primera vez se encontraba con él después del asesinato de Han. Pero también inquietud, la que le provocaba siempre su imponente presencia. Sus miradas se clavaron la una en la otra por un segundo eterno. Y la conexión que se estableció entre ellos ya no se perdería jamás.

La joven se tumbó, cansada. Su mirada perdida en un punto en el techo de piedra. Cerró los ojos. Entonces, una voz que parecía surgir de su interior inundó su mente.

-Rey. Estoy aquí. Sigo aquí. Búscame.

La Jedi se levantó de pronto, con los ojos muy abiertos. Era Ben. Su voz. No había duda. Buscó alrededor, abrió la puerta. Miró al cielo. No había ni rastro de nadie. Volvió al silencio del refugio. Se sentó. La voz volvía a ella, ahora más cerca. La joven temblaba.

- Te siento, Rey. Te siento muy cerca.

Los ojos de Rey se llenaron de lágrimas. Su añoranza la ahogaba. Se iba a volver loca. Esa voz, esa llamada, no era otra cosa que un engaño de su mente.

- No, Rey. No es un engaño. Nadie se va nunca del todo. Ben te está llamando.

La figura traslúcida, envuelta en un resplandor azul, de Luke Skywalker había aparecido ante ella. La Jedi se levantó, su rostro entusiasmado por ver de nuevo a su maestro.

- Maestro Skywalker. No sabe cuánto le he echado de menos.

La chica se arrodilló ante él. Luke le acarició la cabeza con infinito cariño.

- ¿Desde cuando se arrodilla ante este viejo fantasma la Jedi más poderosa que ha existido jamás? Anda, levántate. Nunca he merecido tanto respeto.

La chica obedeció, sonriente. Se sentó y su maestro la imitó, poniéndose a su lado.

- Yo también te he echado de menos, Rey.

Luke le tomó las manos y la miró a los ojos.

- Escuchas a Ben porque esta isla es un canal. Te llamó cuando aún no sabías que existía, pues tu destino está vinculado a ella. Tu conexión con Ben Solo empezó aquí. Y para volver a él, debes partir desde aquí.

Rey hizo lo posible por ocultar el temblor en su voz.

- Pero... ¿está vivo?

Luke la miró con ternura.

- Ben dio su vida para salvarte, Rey. Murió físicamente, pero su energía permanece. Su fuerza vital sigue existiendo en el Mundo entre Mundos, un lugar suspendido entre el tiempo y el espacio del que muy pocos han conseguido regresar. Leia utilizó todo su poder antes de fundirse con la Fuerza para evitar que su esencia desapareciera. Pero ahora tiene que volver. Sólo juntos podréis acabar con esta amenaza. Sois uno y juntos vuestro poder no tiene límites. Y Palpatine ha escogido un huésped especialmente poderoso, el más duro de todos los Caballeros de Ren.

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