Un nuevo día llegó y con él un intenso entrenamiento. Las horas pasaban veloces mientras Kylo y Rey sostenían una pelea que ninguno podía ganar. Ren la orientaba, intentando hacer más violento su estilo de lucha, pero realmente ella no necesitaba consejo: su forma de moverse, su soltura, la intuición que demostraba adelantándose a cada movimiento igualaban y en ocasiones superaban las técnicas Sith de Kylo. Y él lo sabía. La chica le hacía sentir bastante ridículo como maestro. Y la sonrisa que Rey disimulaba en las ocasiones en las que se avecinaba una "lección" incrementaba en él esa sensación.
Mientras se tomaban un descanso, Ren estuvo pensando que quizá lo mejor sería hablar con Mortis y abandonar la misión que le había encomendado. No tenía sentido transformar las habilidades de Rey. Ella era perfecta, tal y como luchaba. Solo había que conseguir llevarla al Lado Oscuro, pero eso no tenía nada que ver con su forma de defenderse y atacar, sino con lo que llevaba en su interior. A Kylo no dejaba de asombrarle lo que le transmitía: fuerza, determinación, equilibrio. Y lealtad. Una profunda lealtad a las personas que amaba. Él no sentía lo mismo por los suyos. Ni siquiera conocía bien a su nuevo líder. Sólo sabía que era acólito de Palpatine, el Sith más poderoso que había existido. Él había decidido asumir el papel de su perro de pelea para incrementar su influencia lo suficiente como para derrotarle y ser él mismo el Emperador. Tensó las mandíbulas y al girarse vio que Rey le estaba observando.
- Ser emperador de una galaxia dominada por el miedo significa estar muy solo.
Las palabras de la joven le pillaron por sorpresa. No supo qué responder. Estaba leyendo su mente otra vez.
- El poder sin un objetivo noble no es más que una prolongación de tu ego, Ben. El poder debe servir para mejorar la vida de la gente. Tu madre y tu padre lucharon por ello, cada minuto de sus vidas. Y te enseñaron a sentirlo así, aunque lo hayas olvidado.
Kylo se dio la vuelta. No quería seguir escuchándola.
- Ellos se amaban y te amaban a ti, mucho más de lo que imaginas.
Ren se dio la vuelta, enfurecido. La apuntó con su arma. La joven no sacó la suya.
- Mátame si quieres, pero sabes que digo la verdad.
Ren tensó su rostro en una mueca de ira.
- Yo no sé lo que es el amor. No he amado a nadie y nadie me ha amado a mí. Eso no es más que un cuento, el refugio de los débiles. Mientes.
Las palabras del guerrero escondían un profundo dolor que golpeó el corazón de Rey intensamente. La chica dio un paso adelante, a pesar de que el sable láser rojo casi le rozaba el cuello.
- No estoy mintiendo, Ben. Tus padres te amaban. Chewie te amaba. Y tu tío Luke. Lando, el piloto, te regaló un bláster cuando eras niño, que aún conservas. Y yo. Yo te amé.
La voz de Rey tembló ante una confesión que no esperaba hacer. Y la determinación de Ren flaqueó. Bajó lentamente la espada.
- No recuerdo nada de eso.
Rey se acercó a él muy despacio. Con infinita ternura, acarició su rostro, deslizando el dedo por la cicatriz que ella misma le había provocado. Le temblaba la mano y sintió como el enorme cuerpo de él se estremecía con su contacto. Estaban muy cerca el uno del otro. Él cerró los ojos y exhaló un suspiro. La chica sintió como la marea que siempre se agitaba en la mente de su enemigo se calmaba. Le transmitió paz y serenidad. Tenía frente a ella a Ben, aunque no pudiera recordarla... Fue solo un segundo, pero era real. Sin embargo, al momento siguiente, Kylo había abierto los ojos otra vez y la dureza volvió a invadir su expresión. Rey se asustó. Dio un paso atrás. La voz de él rompió el silencio.
- Será mejor que paremos por hoy.
Rey fue conducida a su celda. Una tristeza inmensa se apoderó de ella. Se sintió mucho más sola que antes, sabiendo que en aquella misma nave, sepultado por la presencia oscura de una criatura torturada, todavía existía el hombre que le había salvado de la muerte. La persona con la que más feliz se había sentido, aunque su compañía fuera efímera, casi un instante. La chica se tumbó en el duro metal que era su cama y respiró hondo. Tenía que seguir resistiendo. Al menos sabía que Ben estaba allí. Lo había sentido. Se dio la vuelta, abrazándose el cuerpo para mitigar el frío que sentía, por dentro y por fuera.
Ren llegó a sus aposentos, confundido y cansado. Quería transformar los sentimientos que bullían en su interior en ira y desahogarse, destrozando su entorno con la espada. Pero no lo consiguió esta vez. Solo estaba triste. Echaba de menos algo que nunca había tenido. Se miró en un espejo y tocó la cicatriz que marcaba su cara. Un recuerdo, que fue casi un destello, le invadió. Un bosque nevado. Una grieta en la tierra. Él tumbado boca arriba en el suelo, sangrando. Dolor y sorpresa. Una chica frente a él, con ojos brillantes, empuñando un sable azul. Un sable que debía ser suyo. Ira. Frustración. Admiración. Acababa de ser derrotado por una niña... Una niña con un poder que jamás había visto antes. Era ella, Rey. Ella le había marcado el rostro, una noche lejana en la base Starkiller. El día en que algo rompió su espíritu. El día en que acabó con la vida de Han Solo, su padre. Kylo fue atravesado por una angustia que no había sentido nunca y se quebró. Se arrodilló en el suelo, casi sin poder respirar. Gimió, tratando de contener las lágrimas, pero no fue capaz. Si recordar era esto, prefería no recuperar la memoria jamás.
Rey se despertó. Una agonía profunda agitó su corazón. El entorno se desdibujó y ante ella apareció Kylo Ren, en el suelo, desesperado. Se mesaba los cabellos y lloraba amargamente. La joven se acercó a él despacio. Las lágrimas también acudieron a ella. Sin tomar ninguna precaución, se situó a su lado. Le tomó el rostro con las manos y lo abrazó. El hombre, que ahora parecía un niño en su indefensión, se dejó consolar. Estuvieron abrazados durante más de un minuto. Sin hablar, conectando más allá de las palabras. Ren se recuperó poco a poco y se levantó, avergonzado. Secó sus lágrimas. Rey se levantó también. Iba a hablar y entonces la conexión entre ellos desapareció. Kylo se quedó allí, observando la nada. Sintió frío. Soledad. Y supo que era así como se sentía la chica en aquel momento. Igual que él. Los dos se prepararon para pasar una larga noche de insomnio, extrañando al otro más de lo que se permitían admitir.
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Respira
RomanceRey se enfrenta a una nueva vida después de la muerte de Ben Solo. Como la última Jedi que queda con vida, tendrá que fundar una escuela donde entrenar a nuevos Padawans. Pero el recuerdo de Ben la tortura y una nueva amenaza surge en los mundos des...