Rey se había quedado dormida a pesar de luchar contra el sueño todo lo que pudo. La mañana la descubrió acurrucada en la placa de metal que servía de camastro, aterida de frío, y con los miembros entumecidos por la incómoda postura. Los pasos de varios soldados imperiales la despertaron. Se levantó, preparándose mentalmente para lo que la esperaba. Los guaridas la escoltaron a través de laberínticos pasillos hasta una sala gigantesca, con el techo abovedado. Un cristal de un rojo intenso cubría el techo y las paredes. A Rey le resultó familiar: se parecía muchísimo a la sala del trono donde Snoke había sido derrotado por su servidor. Al recordar aquella lucha, junto a Ben, un estremecimiento la sacudió. Al otro lado de la estancia estaba Kylo Ren, tras su máscara, mirándola fijamente. Tras un leve movimiento de cabeza de él, los soldados se marcharon, dejándoles solos. Rey tragó saliva. Ren se acercó a ella despacio. Se echó la mano a la espalda y sacó su sable láser amarillo. Se lo tendió. Su voz profunda, distorsionada, le erizó el cabello de la nuca.
- Mortis te permitirá usar tu arma los primeros días, para que te familiarices con las nuevas técnicas de lucha Sith. Después tu sable láser será destruido y recibirás una espada con un cristal adecuado a tu nueva naturaleza.
Rey lo tomó. El contacto con el arma le transmitió una confianza y una paz que le sacó una leve sonrisa.
- No os atreveréis a hacer eso. Tendréis que matarme antes.
Ren la miró, impertérrito.
- Si es eso lo que quieres, puede arreglarse.
Sin más preámbulo, el joven sacó su propio sable con forma de espada y lo activó. La luz roja iluminó la superficie lisa de su máscara. Rey le miró, casi divertida.
- No creo que te resulte muy cómodo luchar con esa cosa en la cabeza.
La actitud de la joven enfureció a Ren, quien inició el ataque. Rey se defendió. Como ocurría siempre que se enfrentaban, la pelea entre ellos fue perfecta. Cada movimiento era recibido con el bloqueo del contrario. Cada golpe de espada era sostenido por la otra arma con la fuerza equivalente, en un baile letal pero en el que ninguno de los contrincantes parecía ser superior al otro. Empezaron a utilizar la fuerza para incapacitar movimientos de su oponente. Saltaban y se esquivaban con agilidad, mientras buscaban el segundo de distracción en el otro. Pero eso nunca ocurría. Tras largos minutos de lucha, se detuvieron. Kylo agachó la cabeza y se quitó la máscara. Su rostro, cubierto de sudor, reflejaba estupefacción.
- Luchas bien, pero la pureza que hay en ti te hace débil. Tienes que eliminar la compasión.
Rey ignoró sus palabras y atacó de nuevo, sin apenas darle tiempo a reaccionar. Pero fue en vano. La pelea se prolongó durante más de una hora. No hubo ganador. Los dos se detuvieron, impotentes, mirándose durante un rato que pareció eterno. Ren, incómodo, se apartó de la joven.
- Esto no es una competición, si no un entrenamiento. No deseo derrotarte ni lastimarte. Sólo quiero que comprendas que eres poderosa, pero que en el Lado Oscuro lo serías todavía más. Te mostraré caminos de la Fuerza que ignoras.
Rey le miró, escondiendo el sarcasmo.
- ¡Qué fácil es decir que me estás enseñando cuando no has conseguido vencerme, Ben! Reconoce que esperabas derribarme rápido y te has llevado una sorpresa.
El rostro de Kylo se tensó. La insolencia de la joven no dejaba de sorprenderle. Dio un paso hacia ella, ofuscado.
- No vuelvas a llamarme así. Y sí, somos uno en la Fuerza. No estamos destinados a luchar sino a unirnos. Por eso ninguno de los dos derrotará jamás al otro.
Rey le miró, desafiante.
- Eso ya lo veremos.
Y volvió a atacar. Rey empezó a disfrutar el ejercicio físico y la compenetración que sentía con su rival. Peleaban, sí, pero también exploraban una conexión que había existido siempre y que les llevaba a ponerse nuevos límites en sus técnicas de ataque. Cuando pararon, los dos estaban sin aliento y sudaban profusamente. Se miraron, sin saber muy bien qué hacer. Rey se descubrió contemplando el enorme cuerpo de Ren, la tensión de sus musculosos brazos. Se fijó en la forma de sus labios, contraídos por el esfuerzo y en el color pardo de sus ojos. Sacudió la cabeza. Él la estaba mirando y sabía lo que estaba pensando. Más vale que bloqueara cualquier pensamiento de esa índole o le daría una información que no debía tener. Le haría poderoso.
Kylo sintió la mirada de la joven y percibió un sentimiento extraño en ella... ¿Admiración? No supo exactamente qué era pero le intrigó. Incómodo, dio por concluido el entrenamiento y Rey fue devuelta a la celda de inmediato. La joven se dedicó a mirar el universo que esperaba al otro lado del grueso cristal de la ventana. No quería quedarse dormida, a pesar del agotamiento de su cuerpo tras el duro día peleando. Pero el cansancio empezó a ganar la batalla. Cuando casi estaba sucumbiendo al sueño, sintió una perturbación en la Fuerza. Dejó de oír con normalidad y su entorno pareció distorsionarse. Una energía electrizante la rodeó. Allí, frente a ella, estaba Ren de nuevo, desnudo de cintura para arriba. No era la primera vez que le veía en esa situación, pero igual que le ocurrió la primera vez, a la joven se le olvidó respirar por un segundo. La diferencia era que esta vez él no se había dado cuenta. Caminaba por sus dependencias, ajeno a la mirada de ella. Su cuerpo y cabello estaban mojados. Debía llamar su atención, para que él supiera que estaban conectados, pero no lo hizo. Se permitió pasar unos segundos contemplándole, en su cotidianidad. Ahí, desarmado, medio desnudo y tranquilo, Rey vio de nuevo a Ben. El corazón empezó a latirle con fuerza en el pecho. Ben vivía debajo de aquel alter ego oscuro. Emocionada, estuvo a punto de romper el silencio y acercarse a él, pero algo dentro de ella le hizo contenerse. Se tumbó, sin dejar de mirarle, rogando porque aquella mágica conexión en la Fuerza no acabara nunca.
Kylo sintió un cosquilleo tras él. Mientras terminaba de cubrirse, se giró. Y la vio a ella, en esa diminuta celda. La Fuerza les había conectado, sin motivo aparente. No supo si la joven se había dado cuenta, pues estaba acostada y tenía los ojos cerrados. Parecía dormir profundamente, aunque temblaba. Ren la observó. Era preciosa. En lo frenético del entrenamiento, no se había permitido mirarla con detenimiento. Y lo que se despertó en él no le gustó: una profunda compasión y un sentimiento cercano a la admiración que nunca antes había sentido. Incómodo, dio la espalda a la joven y se retiró a su camastro.
La conexión en la Fuerza se disolvió poco después y los dos no tardaron en quedarse dormidos. Sin embargo, en su subconsciente volvieron a encontrarse. Tuvieron un mismo sueño. Los dos, juntos, ocupando un trono. En la mente de Ren, era oscuro y ambos vestían túnicas negras y portaban espadas rojas. En el sueño de Rey, las espadas eran azules y los dos lideraban una nueva República junto a muchos más rebeldes. Pero en ambos casos los dos se amaban y tenían las manos entrelazadas. Ninguno de los dos quería despertarse.

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Respira
RomansRey se enfrenta a una nueva vida después de la muerte de Ben Solo. Como la última Jedi que queda con vida, tendrá que fundar una escuela donde entrenar a nuevos Padawans. Pero el recuerdo de Ben la tortura y una nueva amenaza surge en los mundos des...