8

710 33 11
                                    

-Te he traído algo para beber para ti, también.- dice Luis dejando sobre el taburete ambos vasos y una jarra con limonada. - Es casera, me la enseñó a hacer mi madre. - en ese momento levanta la vista y ve el cuaderno en las manos de la catalana y el lugar vacío del espacio donde antes este estaba.

- Ay, perdón Luis. Lo siento.

- Cotilla eres, la Virgen.

- Jo, que la has dejado aquí y la curiosidad pudo conmigo... La última era la misma que estabas tocando ahora? - pregunta ella sin poder evitar la curiosidad.

- Sí, y por eso no lo podías mirar. No me gusta que nadie vea lo que escribo hasta que no esté terminado.

- Entonces ya me la habías enseñado...

- No.

- No mientas, sólo es que no estaba terminada.

- Aitana... - ella baja los ojos y él sonríe con ternura por la mueca de culpabilidad que aparece en la cara de la chica.

- ¿Me perdonas?

- Sí.

- ¿Seguro?

- Sí.

- Va, ¿me perdonas? Porfa, Luis...

- Que si pesada, va, ten. - dice el gallego llenando un vaso de limonada y dándoselo. La chica se lo acerca a la boca con precaución y él la observa con una ceja alzada.

- ¡Pero si está buenísimo! - exclama con no más que un par de gotas restantes al vaso. - ¿Y dices que la has hecho tú?

- ¡Que sí! Todas las recetas que sé hacer en la cocina me las enseñó mi madre, pero la que me sale más bien es la tortilla de patatas.

- Pues a ver cuándo me la dejas probar - dice Aitana guiñando un ojo. - ¿Es cocinera?

- ¿Quién? ¿Mi madre? - la chica se queda parada cuando él ríe. - No, ella se ocupaba del hogar, de mi hermana y de mí.

- ¿Tienes una hermana? ¡Ostras Luis eres una caja de sorpresas!

- De bombones, nunca sabes qué te tocará.

Los dos estallan a reír y el cantar de los pájaros parece que los acompañe.

- Entonces, ¿tu padre es cocinero?

- Chica, parece un interrogatorio - dice sin parar de reír. - Tengo una hermana mayor, María vive en Bélgica con su marido e hijo. - La chica ve que se le escapa una sonrisa emotiva cuando habla de ella. - Mi padre es lutier, él construyó esta guitarra. Supongo que de ahí viene mi amor por la música. - la sonrisa no se marcha mientras acaricia la guitarra que lo transporta a casa. - En mi casa no teníamos televisión ni ninguna de esas cosas que te hace perder tanto el tiempo, que no me quejo de tener ahora, pero pude aprender infinidad de cosas durante mi infancia.

El tiempo pasa rápido hablando de la familia de Luis y de Galicia. Aitana participa en la conversación haciéndole preguntas que él responde encantado y con los ojos que paulatinamente se aguan recordando a los suyos, y que ahora están tan lejos. La chica también relata el viaje que hace un par de años hizo con sus padres a la tierra del chico. Recuerda el verdor del paisaje, el olor húmedo de la tierra, el mar infinito de la costa, y como de acogida se sintió allí.

Gracias a los vecinos que poco a poco van saliendo a aplaudir, se dan cuenta que ya son las ocho. Y hoy aplauden un poco más cerca gracias a la conversación de balcón.



Un día más es un día menos, y para Luis y Aiti parece que esto les sirve para conocerse y acercarse más.

No ha habido drama, que ya me sufríais. Espero que esta historia haga volar vuestra imaginación y así poder salir un poco de las paredes de vuestras casas. Aunque no os confiéis demasiado que siempre puede venir un poquito de drama.

Ya me vais contando que os parece.

Besitos, Lia.


Aire entre los dosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora