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Se ha despertado con más dolor de cabeza que el que tenía cuando a las cuatro de la mañana decidió estirarse entre las sábanas. Después de estar una hora acariciando la guitarra observando el cuaderno que tenía en sus pies y ver como los minutos pasaban sin que su inspiración llegara, un Luis frustrado decidió perder el tiempo con uno de las decenas de videojuegos que guarda en el cajón de debajo la televisión, aquellos a los que hace unos meses que está demasiado enganchado. Y es que ya lo dicen que cuando te sacan un placer después lo coges con más ganas, y el hecho de que su exnovia le prohibiera jugar con ellos mientras vivieron juntos, ahora, junto con el tiempo libre que tiene, ha sido un aliciente para volver a caer.

Ha perdido el número de veces que ayer lo mataron por culpa de cierta chica que ocupa su mente haga lo que haga. Y abandonó la partida buscando algún artículo que le proporcionase técnicas para olvidar y pasar una noche más plácida. Porque una noche eterna sin ella es demasiado larga y pesada.

Teniendo en cuenta que estaba encerrado en un piso, totalmente solo, y sin poder salir de casa, pocas técnicas pudo poner en práctica. La primera fue probar suerte en la cocina y un pastel quemado y con una masa demasiado líquida fue el resultado. La lectura tampoco fue su aliada, ya que el capítulo de inspiración para componer que le tocaba leer, según su marca páginas, iba sobre el amor y en ese momento no le era demasiado efectivo. Tampoco le pareció correcto contactar con sus amigos y romperlos la noche, pero sí que se lo anotó mentalmente para hacerlo una vez brillara el sol.

Pocas cosas más para hacer le quedaban tras revisar las redes sociales, guardar el libro en la estantería y lanzar el pastel en la basura. Incluso se acercó al ordenador y, en vez de poner la contraseña para entrar en su cuenta de Netflix y ver aquella película que un amigo le había recomendado la semana pasada, apretó el botón de apagar haciendo que la pantalla se quedase negra.

Es por ello que, viendo que el reloj se acercaba a las cuatro y que el dolor de cabeza que soportaba desde que se hizo oscuro, decidió terminar el día.


Ahora, pasadas las nueve de la mañana y habiendo dormido menos de cuatro horas entre que daba vueltas hacia allá y hacia allí, la cabeza le sigue petando por no haber dejado de pensar en cierta catalana. Lo primero que debería hacer es tomarse la pastilla que ignoró y negó ayer, pero contra todo pronóstico, pone en marcha el móvil que se obligó a cerrar por no obsesionarse en recibir cierta respuesta y una mueca triste le ocupa el rostro al no verla ahora tampoco.

Decide desistir en dejar de pensar en ella porque no lo conseguirá, y después de una larga ducha y de llenar un poco el estómago sólo para pasar el rato, sale al balcón para aprovechar la luz solar y llama a sus amigos en una hora que él cree prudente.

Ana aparece con una sonrisa y un "Cepedi" que sale de su boca con alegría, aunque su pelo aún están demasiado despeinado. Un Roi con los ojos aún medio cerrados le afirman que la pareja hace poco que está despierta.

- Amigo, ¿qué cuentas? - dice Roi arrastrando las palabras y haciendo que saque la primera carcajada desde hace horas. - Uy, esta cara...

- ¿Cepeda, qué pasa? - añade Ana preocupada.

- Estaba empezando algo con una chica y... no ha salido como esperaba. Tampoco sé si empezar es la palabra correcta pero... Ana, tuvimos una cita perfecta que me demostró que los sentimientos eran recíprocos, pero hace dos días que no me habla...

- Gracias tío por incluirme en la conversación. Yo también te quiero. - dice Roi ya más despierto y acariciando a su perrita, Rosita.

- ¡Roi! ¿No ves que está jodido? Habla con ella Cepi, es lo mejor que puedes hacer.

- No sale al balcón y tampoco contesta a los mensajes, Ana. Ha cortado todo contacto conmigo y no sé qué he hecho mal.

- Deja... Mira, vamos a hacer algo. ¿Por qué no pasamos todo el día juntos los tres y nos olvidemos de lo que hay fuera? - Los dos chicos la miran con una cara de preocupación pensando que se ha vuelto loca - Chicos, sé que estamos encerrados pero para eso existe la tecnología...

Es así como pasan lo que resta de la mañana, entre risas y confesiones. Cocinan cada uno en su casa pero manteniendo el contacto a través de la pantalla, y vuelven a cubrirse de los rayos de sol para pasar la sobremesa.

Es entonces cuando siente una presencia detrás y por el ruido de la respiración sabe que se trata de ella. La misma que lleva un día ignorándolo. Es por ello que Luis decide centrar toda la atención en sus amigos y ser él quien ignora ahora a su compañera de balcón.



No hay nada como los amigos para pasar un día que no empieza del todo bien.

¿Creéis que Aitana tendrá fuerzas para decirle algo?

Hoy es un día especial y muy bonito, y que no podamos salir a celebrarlo en la calle me hace un poco de daño. Sant Jordi para mí, es uno de los días más bonitos del año y este es mi regalo hoy. 

Finalmente, ¡gracias por perderos entre mis letras y más un día tan especial como hoy!

Lia


Aire entre los dosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora