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Tiene los ojos cerrados para respirar más profundamente el poco aire que esta noche de principios de junio ha decidido visitarlos. Dentro del silencio sólo se oyen las risas de una pareja que cena bajo la luz de las estrellas, como ellos hace un rato. Le recuerda a aquellas noches cuando era pequeña en la casa de campo de su abuelo donde pasaban casi todo el verano con la familia, le gustaba pasear sola por el lado del canal cercano a la casa pisando la hierba fresca con los pies y sintiendo como el pelo se le revoloteaba. A veces se atrevía a poner notas a sus paseos y terminaba cantando a pleno pulmón en la soledad de las estrellas.

Ahora esta soledad la ve muy lejos, ha ganado una compañía que disfruta y ansia sin poderla tocar. Sabe que esto acabará pronto, que mañana tienen la posibilidad de romper todas las barreras que ha habido durante estos meses, y que en el momento que el gobierno se lo permita la distancia se habrá acabado. Está nerviosa, y él también. Mañana es el día elegido para romper distancias. Aún no lo han hablado, han olvidado sacar el tema a pesar de que en el fondo saben que lo han hecho apuesta. No han querido hablar del tema porque no saben cómo manejarlo y el miedo vuelve a aflorar. Todo esto que han ido construyendo en las últimas semanas puede romperse en un solo segundo, en un impacto, y eso les duele sin ni siquiera saber cómo será.

Ana ya ha hecho de las suyas, ya ha puesto alerta a sus mentes preguntándoles a ellos, individualmente, si han pensado en este momento. Aitana no le ha contestado de forma sincera, un breve "no" ha sido su respuesta, en cambio la reacción de Luis fue pulsar el contacto de su amiga y hablar durante un buen rato.



- ¿Está Roi? - rápido y sincero, en eso no lo ganaba nadie. La verdad como bandera.

- No, ha salido a comprar pan. ¿Qué pasa Cepeda? ¿Todo bien?

- Tengo miedo Ana, ¿y si vuelven las dudas? ¿Y si quiere irse? ¿Y si se da cuenta que quiere vivir sin mí?

- Cepi, la conozco. No lo haría esto, créeme.

- Joder Ana, se escondió tres días en su casa, estuvo tres días sin hablarme, ¿recuerdas? Y en ese momento no teníamos nada.

- Tú lo has dicho, en ese momento no teníais nada. Ahora es diferente.

- Tan diferente que no sé ni lo que tenemos. No sé qué hacer.

- Habla con ella.

- La teoría siempre ha sido muy fácil, Ana. No es lo mismo llevarlo a la práctica. ¿Y si hablarlo le genera más dudas?

- Se supone que el hecho de hablar deshace las dudas, y es el primordial en una pareja.

- ¡Que no somos pareja! ¡No somos nada! - los segundos de silencio al otro lado de teléfono hicieron recapacitar al gallego, sintiendo el dolor que sus gritos habían provocado a su amiga. - Lo siento Ana. Todo esto me está afectando.

- No pasa nada. Habla con ella, Luis. - Y con ello la llamada se colgó.

Al día siguiente le había enviado un mensaje volviéndole a pedir perdón y le pareció que esta vez la canaria ya había olvidado la conversación, todo estaba bien. Roi le había enviado un mensaje minutos después de su conversación preguntándole que había pasado, que su novia estaba sería y se había encerrado en la habitación. Sabía que Ana tenía razón, que estaban viviendo como lo haría una pareja si no fuera porque cada uno estaba encerrado en su piso y no se podían tocar. Pasaban los días flirteando como unos adolescentes y no podía parar de pensar en ella a pesar de saber lo que hacía en casi cada instante del día. También pasaba el día añorando el momento de coger su mano y pasear por las calles de Madrid, era el único momento del día en que sus cuerpos entraban en contacto y ansiaba el momento de poder disfrutar de un poco más de su cuerpo y su piel. Observaba aquel lunar de la barbilla de la chica que tantas ganas tenía de besar, como todos los demás que quería descubrir y memorizar, así como los labios carnosos que cada minuto del día la chica se hidrataba ya fuera con crema o con la lengua. Imaginaba el tacto de su pelo entre sus dedos y el olor del champú de ducha que llegaba hasta su balcón cuando ella salía recién duchada. Imaginaba y ansiaba muchas más cosas de las que cualquier persona se pudiera llegar a imaginar.



Ahora respira aliviado de haber arreglado la situación, no podía imaginarse una vida sin Ana, que se habría acabado llevando también a Roi. No era la primera vez que vivía una situación como ésta, a veces las cosas le superaban y lo acababan pagando sus amigos. Tenía que aprender a controlar estos momentos de angustia e incertidumbre que lo hacían estallar de ira.

Bien pensado podría quitarse los nervios que siente en el estómago y solucionar esta situación de incertidumbre con Aitana, no sólo el simple hecho, o complicado, de saber en qué punto de una relación se encontraban y que era realmente lo que buscaba cada uno, sino que harían cuando llegara el mañana y pudieran calmar esas ganas que ambos se tenían y que la situación actual había impedido estallar. Pero en el momento de girarse para poder hablar de una vez por todas con la catalana, ésta ya no está en su balcón. No está asentada en aquella butaca como hacía unos minutos, tampoco observa apoyada en la barandilla las estrellas como era costumbre cada noche, ni sus ojos llenos de luz lo observan con deseo mientras su curiosidad le impide estar callada queriendo descubrir cada detalle del chico que la observa igual des del otro balcón. Ha desaparecido como por arte de magia, parece que la chica nunca haya existido, y Luis llega a pensar en la posibilidad de que esa persona con fleco del otro balcón haya sido siempre fruto de su imaginación.

Encuentra extraño que Aitana no le haya dicho nada, que no lo haya avisado de que se iba. Pero con la posibilidad de ser tan sólo una imaginación no llega a desarrollar ningún sentimiento negativo contra ella o contra la acción que ha llevado a cabo.

El ruido del timbre de la puerta principal del piso suena justamente cuando tocan las doce de la noche, anunciando el comienzo de un nuevo día y sacándolo de pensamientos en que se ha estancado. Por la mente de Luis ya no pasa ningún pensamiento sobre la chica invisible, tampoco sobre la situación que hay en el mundo y que han dejado sin vida las calles. Es como si se hubiera evaporado todo de su interior, como lo ha hecho la chica del balcón.

No tiene tiempo de descubrir quién se esconde detrás de la puerta cuando unos labios impactan con los suyos. En el beso predomina un sabor dulce, cuando se separa descubre que quien se esconde tras un flequillo es la chica del balcón. Es su chica.

- La primera vez me hice atrás yo, alejándote de mí. Ahora sé que no quiero perderte. - Luis vuelve a juntar sus labios con una sonrisa, recuperando todo lo que hacía unos momentos había desaparecido y envolviendo fuerte a la chica con sus brazos para no perderla como había creído.

- Aiti... Pensaba que... da igual... - los besos que vienen después son entrecortados por las sonrisas que ninguno de los dos puede evitar ocultar. Y los dos saben que hoy la noche será eterna cuando sus cuerpos impactan sobre la cama de Luis, aunque su lugar en el mundo siempre será el balcón.




Momento muy esperado por todas, espero haber estado a la altura. ¡De verdad, espero que os guste tanto como me ha gustado a mí escribirlo!

Ahora, ya queda poquísimo, y realmente me da pena terminar esta historia que me ha ido acompañando día a día durante todo el confinamiento. ¡Pero aún nos queda un último capítulo!

¡Nos vemos el viernes para poner final a esta pequeña historia! También nos vemos en los comentarios que estoy deseando saber qué os ha parecido, y por Twitter: Lia150008, y Curious Cat.

Muchos abrazos y muchas gracias por acompañarme en este camino,

Lia


Aire entre los dosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora