III.

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Me dirigía a la escuela caminando, a pesar del frío y de que mis padres insistieran en que tomase un taxi. Debía ahorrar lo más que se pudiera.

Llegué en menos tiempo de lo estimado, pero de todas maneras llegué tarde, con las mejillas rojas y la respiración acelerada toqué la puerta del salón. En mi mente me preguntaba qué tocaba a esta hora pero no podía acordarme porque el tiempo pasaba y la puerta se abrió. Hwang Hyunjin me recibía a esas horas de la mañana. Lo miré confusa, mi odio hacia él había disminuido al fin y al cabo Catherine tenía razón. Algunas veces el dicho "de tal palo tal astilla" no abarcaba.

Nunca lo había visto de tan cerca, su piel era muy blanca y sin ninguna imperfección, dame tu rutina de skin care por favor.

—¿Está la maestra? —Pregunté, cuando él masticaba el sándwich que tenía en sus manos, me hizo una señal de que esperase y me mantuvo afuera; cuando por fin pudo tragar, me respondió.

—Estamos en la clase de informática.

Aunque hubiese pensado una hora, no hubiera llegado a la respuesta. En todo el año no me había aprendido el horario y ahora que estábamos ya para terminar, menos.

—Oh, —Rasqué mi nuca, incómoda, ya que aún no me dejaba pasar al salón— ¿Me dejas pasar entonces?

—Oh...—Él rió, sus ojos volviéndose pequeños en su rostro y me dejó pasar, cerrando la puerta tras de mi.

Al ingresar noté que estaba solamente Felix y él en la sala. El pecoso jugaba algún juego en su celular así que adiviné que no tenían intención en ir a la clase, dejé mi bolso en mi lugar y busqué mi cuaderno para tomar apuntes y un lápiz. Hyunjin estaba escribiendo en la pizarra.

—¿No iran ustedes? —Les pregunté, ni siquiera sentía curiosidad simplemente cortesía. Al fin y al cabo con ellos me graduaría y tenía una buena relación con Felix al menos y con casi todo el curso.

Felix negó mirando la pantalla de su celular, Hyunjin en cambió me miró.

—Dile a la maestra que no había nadie en la sala. —Reí y negué con mi cabeza.

Sali y me dirigí a la sala de informática con un reto de la maestra obviamente por llegar tarde. Pero, ya se había hecho un hábito llegar cinco, diez hasta quince minutos tarde y como las autoridades no hacían mayor escándalo, lo seguía repitiendo todos los años. Eso era simplemente por ser del último año, ya que en los años previos se debía cumplir con un castigo que consistia en limpiar el Instituto con los demás castigados, algo, que ya había cumplido el año anterior.

Me senté a un lado de Adeline y Catherine luego de saludarlas y que me enseñaran qué estaban haciendo.

—Ya, Adeline. Cuenta ahora que llegó Laurine. —Me voltee a ellas confundida sin embargo me acerqué ya que al parecer se trataba de un cotilleo.

Adeline comenzó a susurrar.
—Bueno, como ya saben. Ayer me quedé conversando con Hyunjin. —El nombre lo pronunció con sus labios en silencio— Y me enteré de muchas cosas.

—¿Cómo qué? —Consultó Catherine, impaciente. Entre las tres, ella era la que más amaba los cotilleos; pero no porque quería contárselo a todo el mundo, si no que le gustaba saber todo.

—Que, en pocas palabras su estadía aquí y todo lo que hace, todo lo que pisa, se debe a conexiones y contactos, de aquí para allá. —Mi interior crujió, el intento de que aquel chico me comenzara a caer de buena manera había sido derrumbado.

—Nada más de esperarse de un hijo de ricos. —Contesté y dejé de ponerles mi máxima atención para empezar a adelantar lo que me había perdido en el computador pero igual con una oreja metida en el cotilleo.

—Resulta que él debió de haberse ido en el segundo año, porque lo pillaron fumando cigarrillos escondido con otros chicos.

—¿Él era parte del grupo de problemáticos que andaban en bicicleta y hacían piruetas el año ante pasado?

—Sí, y él fue el único al que no echaron. Aparte todo eso de las prácticas, no las hace, simplemente su padre firma el papel e inventa un horario.

—Predecible, —Catherine suspiró y puso su mano en mi hombro— Nunca más te llevo la contraria, Laurine. Es tal cuál dijiste tú.

Les sonreí reconociendo mi victoria nuevamente, y me enfoqué en el computador para terminar lo que debíamos hacer hoy.

—¿Igual te revolcaras con él? —Le preguntó Catherine, ahora sin bajar el tono.

—Pues, por supuesto. Es demasiado apuesto.

Reí. —Nunca cambias, Adeline. —Las chicas se unieron a mis risas.

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SILVER SPOON - HYUNJIN (현진)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora