XXIII

4.6K 461 96
                                    

—¿Está lloviendo? —Preguntó mi mamá ante el sonido repentino de algo cayendo en el techo.

Mi padre miró por la ventana de la cocina y lo confirmó.

Habíamos estado viendo una película mientras comíamos pizza, saqué un segundo trozo y me acosté de nuevo en el sofá.

Mi teléfono se alumbró porque me estaban llamando, era un número desconocido. Nunca contestaba pero contesté porque me dio la gana.

—¿Alo? —Pregunté, rezando porque no fuese una broma o algo por el estilo.

—Laurine.

Aquella voz que podía reconocer de inmediato, tomé camino a la cocina para que mis padres no escucharan. Eran alrededor de las doce de la noche así que supuse que sería una emergencia.

—¿Hyunjin? ¿Qué pasó? ¿Estás bien?

Hubo un silencio, se escuchaba su respiración que se combinaba con lo que parecían sollozos y la lluvia caer. No entendía nada.

—¿Dónde estás? ¿Qué pasó?

Mi corazón se comenzaba a acelerar de preocupación y mi madre también me miraba preocupada de la sala de estar.

—Estoy aquí...en tu casa.

Sin hacer mayores preguntas, me encamine a mirar por la ventana y vi al alto Hyunjin de pie allí, con la lluvia ya torrencial cayendole por encima.

Colgué el teléfono, tomé un paraguas y salí por él. No me importaba qué pensaran mis padres, no cuando Hyunjin lucía peor que la otra noche que me lo encontré, algunas de sus heridas aún no sanaban y ya tenía más. Lo agarré del brazo y prácticamente lo arrastre a la casa. No le hice mayores preguntas.

Mis padres me miraron buscando explicaciones pero al notar el estado de Hyunjin, se dedicaron a ayudar. Con mi madre buscamos y le tendimos ropa de mi padre y el otro le dio un trozo de pizza.

Se fue a cambiar de ropa y en aquella pausa les expliqué su situación, viéndose afectados y empatizando con su problema accedieron que Hyunjin se quedara en el sillón.

El pelinegro salió del baño con la misma mirada triste, mi madre tomó su ropa y la llevó a la lavadora. Luego puso el hervidor para darle un poco de té, lo invité a sentarse en el sillón.

—¿No quieres que llamemos a la policía? —Preguntó mi padre, bruto pero no tanto como sería si aquel chico no estuviese en ese estado.

—No, señor. Muchas gracias, no se preocupe.

Mi padre asintió y tomó camino para ir a acostarse, mi madre le tendió el té y Hyunjin lo tomó ya que estaba temblando del frío.

—Cómo se le ocurre ponerse en la lluvia por tanto tiempo, debió de haber entrado simplemente. —Lo regañó mi madre.

Hyunjin más calmado sonrió, aquella sonrisa que siempre llevaba en su rostro pero que hoy lucía más tímida.

—No sabía si me recibirían de buena manera...

—No diga tonteras, no sé quién eres, eso te preguntaré mañana por la mañana. Por hoy sólo descansa. —Le sonrió— Iré a buscar frazadas.

—No se preocupe. —Dijo Hyunjin, al mismo tiempo que una tos escapaba de su garganta.

Mi madre igual se encaminó a la habitación y yo me quedé con una sonrisa mirando a Hyunjin.

Mis padres eran tan buenas personas que a veces me preguntaba si alguna vez podré ser como ellos o si alguna vez encontraré a alguien que me ame tanto como ellos se aman mutuamente.

—No sabía donde más ir...—Susurró Hyunjin, mirando el té visiblemente cohibido.

Me senté a su lado y cambié la televisión.

—Ya escuchaste a mi madre. —Le respondí simplemente y aunque fuese un poco raro tener a Hyunjin en mi casa, intenté hacerlo sentir lo más cómodo posible.

Puse una película y luego mi madre llegó con frazadas y distintos objetos para curar las heridas de Hyunjin. El chico le agradeció y tras eso mi madre se fue a acostar, dejándonos solos.
Hyunjin se puso de pie y ambos armamos un improviso de cama en aquel sofá, con dos frazadas y un cómodo cojín. Luego nos sentamos arriba de igual manera, con té y pizza en la mesa para servir. Pero primero debía curarlo, no me había dirigido su mirada en todo el tiempo pero ahora que lo hacía, podía ver lo feo que eran esas heridas. Sus labios estaban heridos arriba y abajo, los dos ojos morados e hinchados cómo si le hubiera picado una abeja y en la nariz sangre. Limpié e hice lo que más pude mientras él me miraba con tranquilidad.

—¿Qué te puedo poner en el ojo para que baje la hinchazón?

Él se encogió de hombros, no sabía así que decidí googlearlo y decía que debía poner algo helado así que eso hice y a pesar de que se quejó; era eso o que anduviera así por varias semanas. Estuvimos de tal manera por horas, colocando frío en sus ojos para que bajara la hinchazón cada veinte minutos cómo decía google. Hasta que comencé a bostezar y Hyunjin me dijo que parara. Sin embargo me senté a un lado de él y me daba por abrazarlo, por tomarle la mano como aquella noche en su auto ya que sabía que eso era lo que él quería simplemente apoyo emocional y físico pero no me atreví.

Le dije que se acostara cuando ya eran las dos de la mañana y lo arropé con las frazadas al igual que con el cojín. Me quedé mirándolo un rato y no podía creer cómo lucía su rostro, con solo verlo podía descifrar que aquello dolía como el infierno.

Me iba a ir pero como era muy típico de Hyunjin tomó mi mano, me detuvo, a medio camino. Tomé su mano con las dos mías y le sonreí, a pesar que apenas se le veía el ojo izquierdo.

—Gracias, Laurine. —Susurró.

Le sonreí, y besé su mano con cariño haciéndolo sonreír y es que lo único que Hyunjin necesitaba era cariño.

SILVER SPOON - HYUNJIN (현진)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora