CAPITULO 11

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Mi mundo se paraliza en un segundo. Mi hermanita no está en el colegio y no sé dónde puede estar. Sudor frío empieza a caer por mi frente, la respiración se me empieza a acelerar y dejo de escuchar lo que sucede a mi alrededor. Puedo ver, de forma borrosa, que Kaev me está hablando porque su boca se mueve, pero no sé qué me está diciendo. Siento una presión en mi pecho y me empieza a faltar el aire. Siento sus manos sobre mi cuerpo ¿Qué está haciendo? Dejo de ver borroso, pero unos puntos negros ocupan mi campo de visión.

-Respira, necesitas tranquilizarte – escucho a Kaev muy lejano – Nevaeh, reacciona por favor.

Siento agua mojando mis mejillas y mi frente, cierro los ojos para que no me caiga dentro. Mi respiración empieza a calmarse y cuando abro los ojos de vuelta, los puntos negros no están más. Cuando logro enfocar, veo el cielo ¿no estábamos en el auto? Supongo que Kaev me saco para que me entre mejor el aire. Entonces reacciono, Maeve no está en el colegio. Me levanto de un salto, pero me mareo, siento unas manos en mi brazo y mi espalda que me estabilizan, me ayuda a caminar hasta el auto y a sentarme dentro. Kaev se sienta en su lugar y arranca el auto.

- ¿A dónde primero? – me dice

- No lo sé, se suponía que estaba aquí, mamá no se va de la parada del colectivo hasta que ella se sube – se me quiebra la voz.

-Probaremos primero en tu casa, a lo mejor no quería ir a clases y se volvió.

Asiento en silencio mientras me seco las lágrimas con las manos. Kaev toma mi mano y se la lleva a su boca para darle un beso.

-La vamos a encontrar, seguro que está bien – dice intentando calmarme.

-Eso espero

Cuando llegamos a casa, no espero a que Kaev estacione para bajarme del auto. Entro gritando su nombre, pero están todas las luces apagadas y no se escucha absolutamente nada. Por las dudas entro en todos los cuartos, pero no hay ni rastro de mi hermana. Salgo decepcionada y me subo de vuelta al auto.

- ¿No está?

-No – le respondo - podríamos probar ir al centro de salud, capaz se escapó del colegio para ver a papá

Kaev asiente en silencio y vuelve a poner el auto en marcha. "Por favor, que no le haya pasado nada" es lo único que repito en mi cabeza una y otra vez mientras vamos de camino al centro de salud. Cuando llegamos empiezo a preguntarle a todas las enfermeras si por casualidad la vieron, pero todas responden que no. Reviso la habitación de papá, la confitería y el patio por las dudas, incluso le mando una foto de ella a la recepcionista para que me llame en caso de verla. Subo al auto nuevamente, llorando sin parar, porque no sé dónde está Maeve y no tengo ni idea de dónde buscar. Llamo a mamá para avisarle y, muy preocupada, me dice que va volver a casa en caso de que mi hermana haya vuelto.

-Piensa bien cielo – Kaev me toma de la cara y me seca las lágrimas – ¿no hay ningún lugar que la haya marcado o que signifique algo muy fuerte para ella?

-No lo sé, hace mucho tiempo no me habla, no tengo ni idea de que pasa por su cabeza.

-Um... – escucho la tímida voz de Kian desde la parte trasera del auto – creo que tengo una idea de a donde pudo haber ido.

Kaev y yo nos damos vuelta sorprendidos.

- ¿Dónde crees que puede estar?

-Maeve y yo antes éramos amigos – dice Kian bajando la mirada – y um... una vez me contó sobre una plaza a la que iban.

-Hay muchas plazas y fuimos a varias de ellas ¿no recuerdas algo más?

-Recuerdo que le había gustado mucho, por la forma en la que me lo contó, parecía feliz de haber ido. Me contó que habían hecho un picnic y que su papá le había enseñado a andar en bicicleta.

Una pizca de amorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora