- ¿Por qué me miras así? – pregunta Kaev levantando su mirada de la torta hacia mí.
- ¿Así como?
-Como si quisieras comerme.
-Tal vez quiero hacerlo... – digo con un tono sensual.
-Oh no, claro que no. Planeo comerme otra porción de esta deliciosa tarta que hiciste.
- ¿Me estás rechazando por una porción de tarta? – Lo miro total y completamente indignada. Pongo los brazos en jarras y lo miro fijo hasta que me nota.
-No me mires así – dice quejándose como un niño pequeño – es que está muy rica.
Reafirmo mi postura y levanto una ceja.
-Estamos solos. En el instituto. En un aula vacía. So-los – repito separando las sílabas para remarcar la palabra – te digo que estoy caliente y que quiero comerte y... ¿prefieres quedarte comiendo una tarta?
-Okey, ya entendí – dice levantando las manos – pero al menos déjame guardar la tarta para llevármela a casa y seguir comiendo.
Ruedo los ojos y lo veo alejarse con la tarta, la mete en un recipiente con tapa y la guarda en la heladera. Incluso le da unas palmaditas cariñosas en la tapa, estoy casi segura que hasta lo escuché decirle algo.
Se da la vuelta para volver hacia mí y, al ver su mirada, noto que le cambió completamente. Me mira como si fuera los más hermoso que vio en la vida, me hace sentir deseada. Mi cuerpo se prende completamente y se me ponen los pelos de punta. Se acerca lentamente y me acorrala contra la encimera, donde antes estaba la tarta.
- ¿Todavía quieres comerme? – su voz ronca hace que me empiece a mojar por la anticipación de lo que se viene.
-Capaz ya no tengo hambre – sueno firme, pero, en realidad, ya estoy temblando.
- Que suerte que yo siempre tengo hambre, sobre todo, si la comida eres tú.
Termina su oración con un beso brusco y totalmente caliente. Sus manos bajan directamente a mi cola para dejar un fuerte apretón. Sin dejar de besarme, me toma por las piernas y me levanta, dejándome sentada sobre la mesada. Paso mis manos por su pelo, enredo mis dedos y tiro en los lugares que sé que le gusta. Sus manos vuelan hacia la parte delantera de mi camisa para desabrochar los botones. Se encuentra directamente con mis pechos, lo cual lo sorprende porque no suelo salir sin corpiño, pero esta camisa me gusta usarla así ya que, si uso corpiño, se me abren los botones por delante. Sin quitarla de mi cuerpo, asalta mis pechos con sus manos y su boca. Lo interrumpo solo para sacarle su remera. Entonces se aleja de mi cuerpo como si tuviera algo raro.
- ¿Qué pasa? – pregunto con vergüenza mientras me tapo con la camisa.
-Nada, lo siento. No pasa nada contigo – Agarra mis manos haciéndome soltar la prenda de ropa y vuelve a abrirla – quédate así, eres hermosa – me da un corto beso – El problema es que no cerramos la puerta con llave y lo recordé de golpe. Solo quiero ir a cerrarla y bajar la persiana para que nadie nos vea.
Respiro aliviada. Lo observo alejarse hacia la puerta, busca algo y al no encontrarlo se rinde, aja la persiana y vuelve.
-La puerta no tiene traba, espero que con la persiana baja sea suficiente para que nadie entre.
-No limpian las aulas hasta la tarde así que tenemos un rato, no creo que haya quedado nadie en el instituto.
Kaev sonríe y pasa su mirada por mi cuerpo.
-Te ves tan bien, ahí sentada sobre la mesada, con la camisa abierta, esperando por mí – dice comiéndome con la mirada.
Su voz llega directamente a mi centro, haciéndome cerrar las piernas en busca de un poco de fricción. Su mirada se dirige hacia ese punto.
- ¿Ya estás mojada? - pregunta lamiéndose los labios.
-Averígualo.
Abro las piernas descaradamente, dejando que mi falda suba por mis muslos para darle una mejor vista. Su mano se dirige hacia mis bragas, levanto un poco el culo para ayudarlo a quitármelas y las deja cerca de su remera. Toma mis piernas por los tobillos y las apoya en el borde de la mesada, dejándome completamente expuesta a él. Sin más juegos previos, baja su boca a mi centro y chupa cada pliegue, dándole extra atención a mi clítoris. Intento aguantar mis gemidos por miedo a que alguien nos escuche y entre. Su boca me devora, haciéndome temblar, cerrar los ojos y pedir por más. Frena antes de hacerme llegar al orgasmo. Suelto un quejido, pero entonces me penetra. No soy consciente de cuando bajo sus pantalones para liberar su erección, pero tampoco puedo pensar en eso. Estoy totalmente extasiada. Siento sus manos en mis piernas y su boca en mis pechos. Entra y sale de mi a una velocidad increíble, generando un millón de sensaciones en mi cuerpo. No puedo contenerme más y me dejo ir, haciendo que, instantáneamente, él logre su liberación. Contenemos nuestros gemidos con un beso y no dejamos de besarnos hasta que nos recuperamos. Cuando nuestras respiraciones se calman, lo siento salir de mí.
-Demonios – suelta.
- ¿Qué pasa?
-Olvide usar protección.
Lo veo tomar unas servilletas para limpiarse y luego me limpia a mí.
-No te preocupes, podemos pasar por una farmacia y comprar la píldora del día después.
-Claro, de camino a casa la compramos.
- ¿A tu casa?
-Por supuesto – dice socarronamente – ¿o pensabas que esto terminaba aquí?
No puedo evitar reírme. Me visto rápidamente y limpiamos el sector que usamos. Salimos del aula, no sin que antes Kaev tome la tarta de la heladera. Nos subimos a su auto para ir a su casa, la tarde promete mucho...
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Una pizca de amor
RomanceNevaeh ya no confía en si misma, entonces llega él para ayudarla a recordar quien es y descubre que cocinar no solo tiene que ser seguir recetas, también tiene que ver con el amor.