Kaev me toma de la mano y me saca de la biblioteca, llevándome a través del pasillo y subiendo las escaleras para ir a su habitación. Toca un botón en la pared y el ventanal, que va de una pared a la otra, se abre dejando a la vista un balcón y la ciudad de noche.
-Es hermoso – digo saliendo al balcón.
-Estas vistas son otro motivo por el cual a mamá le gustaba tanto el departamento. Odiaba estar encerrada todo el día.
Siento a Kaev pegándose a mi cuerpo por atrás. Una de sus manos empieza a jugar con mi pelo y lo aparta hacia mi hombro mientras su boca desciende hasta mi cuello, donde deja un beso suave, haciendo que mi cuerpo se estremezca. La mano que sostenía mi cabello baja, acariciándome lentamente, hasta mi pecho izquierdo y lo agarra por encima de la ropa.
-Kaev... estamos en el balcón – suspiro – alguien puede vernos.
-Este es el edificio más alto de la zona – dice susurrando muy cerca de mi oreja – la noche está oscura, al igual que el cuarto, nadie puede vernos. Déjate llevar.
Hay algo, en hacerlo frente a la ciudad que duerme, que nos enciende. Sus manos toman el dobladillo de mi remera, y empieza a subirla por mi cuerpo, dejándome solamente en bragas ante la oscuridad de la noche. Me doy la vuelta para tenerlo de frente y le quito los pantalones, mientras lo beso. Pasa su lengua por mis labios y lo dejo entrar. Muerdo su labio inferior y tiro suavemente, alejándome de su boca. Lo pudo sentir temblar cuando bajo con besos por su cuello y pecho. Recorro con mi lengua cada espacio disponible, recorro sus abdominales uno por uno y lo escucho jadear ante la anticipación de saber hacia dónde me dirijo. La erección, no tan escondida en sus boxers, pide a gritos liberación. Se los bajo lentamente, acariciando sus piernas con mis uñas en todo el trayecto.
-No juegues Nevaeh – dice con un gruñido.
-No estoy jugando – respondo mirándolo a los ojos con cara de inocente y de rodillas frente a él.
Tomo su pene con la mano y chupo muy despacio la punta. Sus manos se dirigen a mi cabeza con intención de hacerme ir más rápido, pero no lo dejo. Esto lo controlo yo. Paso la lengua por toda su longitud, hasta el tronco y vuelvo a la punta, introduciéndola de a poco en mi boca y sacándola, sin llegar ni si quiera a la mitad. Con la mano me ayudo, masturbándolo, mientras se la chupo. Sin que se lo espere muevo mi mano hasta sus huevos, los cuales estimulo mientras me abro paso hasta la garganta, haciendo que mi nariz quede pegada en su cuerpo.
-Oh por Dios...
Me agarra de la cabeza y me saca su erección de la boca. Agarra mi mano y me levanta del piso en un movimiento brusco y desesperado, haciéndome chocar con su cuerpo. Su boca busca la mía con desesperación y me levanta del culo para que enrolle las piernas en su cintura. Empieza a caminar y me acuesta en la cama. Me mira desde su posición, parado e imponente frente a mí. Pasa su mirada por todo mi cuerpo y tira de mis pies hasta que mi culo queda en el borde del colchón.
-Abre las piernas y apoya los pies en el borde.
Su orden va directa a mi centro, haciendo que mi cuerpo se caliente más, si es posible. Sé que ya me vio desnuda, pero solo pensar en esa posición y saber que voy a estar completamente expuesta hace que me ruborice. Mi respiración se agita y me debato si hacerle caso o no. Su mirada, recorriendo mi cuerpo, es tan intensa que dejo de dudarlo y lo hago. Lentamente abro las piernas y las subo al colchón, casi al lado de mi trasero. Kaev mira atentamente mis movimientos y pasa la lengua entre sus labios, se acerca despacio y se arrodilla entre mis piernas. Espero expectante, pero se toma su tiempo en tocarme, por lo que, cuando lo hace con la lengua, gimo y mi cuerpo se retuerce en la cama. Me agarra con una mano desde la cintura para que no me mueva, mientras me tortura con su lengua. Introduce dos dedos en mi interior y me agarro con una mano de su cabello y con la otra estrujo las sábanas. No puedo parar de moverme, mi espalda se arquea del placer. La combinación de su lengua y su mano hace exquisiteces en mi cuerpo, logrando que todo se sienta más profundo, que mi piel arda y mi mente se vacíe. Tiro de su cabello cuando siento que estoy cerca de acabar, todavía no quiero hacerlo.
Nos miramos, respirando agitadamente. Sus ojos son los de un cazador que tiene a su presa acorralada. Sonriendo, se para y tira de mi pie, arrastrándome por la cama. Grito por su inesperado movimiento. Se sienta en la cama con la espalda apoyada en la pared y me deja sentada encima suyo.
Introduce una de sus manos en mi pelo y me besa, mientras con la otra me acaricia la espalda. Apoyándome en sus hombros me levanto un poco, acomodo su erección en mi entrada y bajo de golpe, arrancándole un gruñido de satisfacción. Comienzo a subir y bajar a un ritmo lento y controlado, pero la excitación me hace perder el control y cada vez lo hago más rápido. Kaev muerde mi cuello y, entonces, encuentro mi mirada en el espejo. No puedo apartar la mirada. Ver nuestro reflejo teniendo sexo es demasiado y gimo. Kaev sigue mi mirada y, al ver lo que veo, frena.
Me quita de encima y se pone detrás de mí. Él también quiere vernos. Hace que me ponga de rodillas, con los codos apoyados en el colchón, quedando en diagonal al espejo. De esta forma ambos podemos ver nuestro reflejo. Agarra fuerte mis caderas y se introduce en mi de un solo movimiento, que me arranca un grito de placer. Comienza un mete-saca rápido y fuerte, con una mano frota mi clítoris aumentando mi placer. Mis brazos ceden y quedo con la cara apoyada en el colchón, la espalda completamente arqueada y el culo en pompa. Sus manos me acarician, deteniéndose en ese punto. Es demasiado. Todo es demasiado. Gimo y mi cuerpo se mueve en búsqueda de más. Empiezo a temblar y me corro tan fuerte que mi cuerpo se queda sin fuerza alguna. Kaev da un par de embistes más y se corre con mi nombre en sus labios. Se desploma a mi lado. Ninguno de los dos se mueve ni habla durante unos minutos, solo se escuchan nuestras respiraciones agitadas.
-Eso fue muy intenso – dice haciéndome soltar una carcajada.
-Sí que lo fue.
Después de una ducha rápida para limpiar el sudor, nos acostamos en la cama, con sábanas limpias, y me quedo dormida sobre su pecho.
El sábado me despierto sola en la cama, me desperezo y, después de pasar por el baño a asearme, bajo en busca de mi novio. Lo encuentro en la cocina preparando lo que creo que es el desayuno.
-Buenos días – digo dándole un abrazo por la espalda.
- ¿Querrás decir buenas tardes?
- ¿Cómo?
-Es la una y media de la tarde – dice riéndose – estaba haciendo algo para que almorcemos.
-No puedo creer que sea tan tarde – digo incrédula, no recuerdo la última vez que dormí tanto – ¿Por qué no me despertaste?
-Porque estabas demasiado linda durmiendo – se da la vuelta para quedar de frente a mí – de todas formas, me desperté hace una hora como mucho
Ahueca mi rostro entre sus manos y me da un beso suave y tierno.
-Ahora si son buenos días – dice sobre mis labios.
-Sí que lo son – correspondo su sonrisa – ¿Qué hay de comer?
-Hice tortilla, espero que te guste.
-Me encanta.
Nos sentamos en la isla de la cocina a almorzar, la tortilla tiene trocitos de cebolla y chorizo, lo cual me resulta raro, pero está deliciosa.
-Se me ocurrió que hoy puedo ayudarte con el tema de repostería – dice al cabo de un rato interrumpiendo mi pensamiento sobre la, muy rica, tortilla – podrías hacer una vez cada plato que preparamos en clase y yo te corregiría lo que vea que haces mal,
-Me parece perfecto – digo con una sonrisa enorme plantada en mi rostro – muchas gracias por hacer esto ¿enserio no te molesta?
- ¿Cómo podría molestarme el hecho de tenerte en mi cocina? Sobre todo, si estás con mi ropa y sé que puedo tocarte o besarte cada vez que quiera.
-Si haces eso no estoy segura de poder concentrarme
- Va a ser mejor que te concentres porque puedo castigarte – responde riéndose
Va a ser una tarde interesante...
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Una pizca de amor
Roman d'amourNevaeh ya no confía en si misma, entonces llega él para ayudarla a recordar quien es y descubre que cocinar no solo tiene que ser seguir recetas, también tiene que ver con el amor.