El viernes, después de clases, Kaev y yo pasamos a buscar a nuestros hermanos por el colegio. Por la cara que tiene Maeve cuando se sube al auto, puedo notar que no le agrada mucho la idea de viajar al lado de Kian, aunque sea por unos minutos. A pesar de que el otro día mantuvieron una conversación, su relación no mejoró, me cuesta entender por qué si antes eran muy amigos. Empiezo a pensar que puedo hacer para ayudarlos y, aunque sé que mi hermana me va a matar por proponer esta idea, lo hago.
- ¿Qué les parece si vamos a la feria? – digo mirando hacia la parte trasera del auto – después podemos comer algo o tomar un helado.
La mirada de Maeve me da miedo, puedo sentir los cuchillos que está lanzando en mi dirección. Su mandíbula se tensa y aprieta las manos en puños, abre la boca, seguramente para decirme que es la peor idea del mundo, pero Kaev no la deja hablar.
-Me parece una gran idea ¿Quieren ir? – pregunta Kaev a nuestros hermanos.
-Claro, hace tiempo no hacemos nada así – le responde Kian para luego mirar hacia la ventana sonriendo.
Presiento que está tramando algo, al igual que yo. Ya somos tres contra uno, así que básicamente ganamos y vamos a ir a la feria. De todas formas, miro a mi hermana para que ella pueda dar su opinión.
-Como sea – dice y resopla.
La feria se encuentra en las afueras de la ciudad, es un lugar enorme, tanto que es imposible no perderse. Compramos los tickets que sirven para todas las atracciones y ponemos la condición de que nadie se separe, lo cual juega a mi favor para volver a juntar a nuestros hermanos. Al comienzo Maeve no quiere jugar y se queda apartada en todo momento, pero cuando ve que nos divertimos se anima a participar con nosotros. Llega el momento de la montaña rusa, pero nosotras le tenemos mucho miedo a las alturas, así que dejamos que Kaev y Kian suban solos. Compramos unas golosinas y nos sentamos en la mesa más cercana a la salida del juego, para que después nos puedan encontrar fácilmente.
- ¿Por qué lo hiciste? – me pregunta Maeve.
- ¿Por qué hice que cosa?
-Proponer de venir a la feria – dice volviendo a su cara de enojo natural – sabias que no quería.
-No lo sé, pensé que era una buena oportunidad para que tú y Kian puedan volver a ser amigos. Además, nosotras hacía mucho tiempo no hacíamos esto tampoco, creí que sería divertido. No me vas a decir que te estas aburriendo ¿o sí?
-Tienes razón – suelta una pequeña risa – si me estoy divirtiendo, pero lo de Kian y yo siendo amigos no creo que vuelva a pasar.
- ¿Por qué no?
-Em... bueno pues... - Sus mejillas se empiezan a poner rojas – lo que pasa es que... el otro día... bueno... el otro día él dijo algo que... no lo sé.
Aparta su mirada, enfocándose completamente en el movimiento del carro de la montaña rusa. La observo detenidamente, analizando su comportamiento extremadamente raro y solo tardo unos segundos en entenderlo.
- ¡Oh por Dios, te gusta!
- ¡No es cierto!
-Si lo es ¡Te gusta Kian!
- ¡Que no! – Cada vez se pone más roja – Deja de burlarte, no es cierto.
Maeve se cruza de brazos y se sienta de espaldas a mí, me levanto, me pongo frente a ella y me agacho para verla a la cara.
-Lo siento, no me estaba burlando – le digo para calmarla – está bien si te gusta, pero no deberías ignorarlo por eso. Él claramente quiere ser tu amigo.
-Ese es el problema, Kian no quiere ser mi amigo.
-Eso no es cierto, si quisiera ser tu amigo no hubiera aceptado venir.
Los cachetes de Maeve se ponen más rojos, si es posible, y aparta la mirada hacia otro lado. Me resulta demasiado tierno verla tan nerviosa.
-Oh, ya entiendo, él quiere ser algo más que amigos...
Mi hermana asiente con la cabeza, sin decir nada. Aguanto las ganas de parlotear como loca y me quedo en silencio, esperando que me cuente un poco más. Suena sus dedos, uno a uno, es un tic que tiene cuando se pone nerviosa, y solo cuando ya no le quedan dedos por sonar, me mira.
-Después de hablar en casa, volvimos a pasar tiempo juntos en el colegio, los primeros días solo se me acercaba en el recreo, pero después, todo volvió a ser como antes. Empezamos a hacer todo juntos, sentarnos en clase, almorzar, pasar el rato en los descansos, hacer la tarea, todo. – suspira – Hoy, mientras esperábamos que nos vengan a buscar, me confesó que le gusto desde hace tiempo. Me lo iba a decir, pero yo lo empecé a ignorar y no lo pudo hacer.
-Puedes decirle que quieres ser solo amigos, que no estás lista para algo más. Pero no está bien que lo sigas ignorando, ya lo hiciste durante mucho tiempo. A Kian le importas, a pesar de todo este tiempo te sigue viendo como una amiga, él lo va a entender.
-Tienes razón, voy a intentar hablar con él.
-Hagamos algo, me voy a llevar a Kaev a dar una vuelta y ustedes se pueden ir solos, solamente si me prometes estar a las siete en la entrada y por nada, nada en el mundo salir de la feria.
- ¡Si, te lo prometo, gracias Nevaeh! – me dice tirándose encima de mí con una sonrisa - ¡Gracias!
-Cuanto amor que hay por aquí – la voz de Kaev nos sorprende a ambas, haciendo que el abrazo termine.
Me levanto, tomo su mano y tiro para llevarlo a otro sitio. Cuando ve que nuestros hermanos siguen en la mesa sentados, hace el intento de volver, pero sigo tirando de su mano para que camine conmigo.
- ¿Qué haces? No están viniendo con nosotros.
-Lo sé, pero necesitan hablar sin que estemos en el medio y Maeve me prometió encontrarnos a las siete en la entrada.
-Entonces... – dice sonriendo – ¿además de novios también seremos concuñados?
- ¿Lo sabias? ¡No me lo contaste! Pudimos haber planeado algo antes para que hablen. Espera – freno abruptamente y lo miro – ¿Novios? ¿Somos novios?
-Pensé que estaba claro que eres mi novia – dice frunciendo el ceño mientras me toma de la cintura
-Ahora sí está claro, te quiero – sonrío y lo beso – pero no me contaste lo de nuestros hermanos – Hago un puchero y se ríe.
-No te lo conté porque Kian me pidió que sea un secreto, incluso me pidió que no te dijera nada, creo que sospechaba que lo iba a hacer.
-Está bien, pero no creo que pase nada entre ellos, Maeve me dijo que no está lista para algo más.
-Espero que al menos puedan recuperar su amistad.
-Yo también.
Pasamos el resto de la tarde jugando y besándonos cada vez que podemos, con algún que otro toqueteo inocente, que cada vez se nos hace más complicado frenar. Cuando llegan las siete, Kian y Maeve están en la puerta esperándonos a nosotros, ambos sonríen mientras hablan, supongo que las cosas fueron bien. Kaev deja a su hermano en la casa de un amigo del colegio y a mi hermana en casa, me bajo para acompañarla a la puerta y me dice que las cosas con Kian se solucionaron, van a intentar ser amigos de vuelta. Vuelvo al auto, donde Kaev me está esperando para ir a cenar. Lo pone en marcha, pero, en vez de arrancar, me mira.
-Oye... ¿qué te parece si en vez de salir a comer vamos a mi casa? Podemos cocinar algo.
Ni sus palabras ni su voz fueron con doble sentido, pero sus ojos dicen otra cosa. Se lo que me está ofreciendo y es el momento en el que decidimos si avanzamos un poco más en nuestra relación, o nos esperamos. Lo miro firme a los ojos y, tratando de contener una sonrisa, respiro profundo.
-Me parece una idea genial.
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Una pizca de amor
RomanceNevaeh ya no confía en si misma, entonces llega él para ayudarla a recordar quien es y descubre que cocinar no solo tiene que ser seguir recetas, también tiene que ver con el amor.