CAPITULO 22

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Estoy paralizada. Mamá nunca había venido antes a visitar a papá. ¿Qué hace aquí? ¿Tendrá que ver con la discusión que tuvimos anoche? Una parte de mi quiere quedarse en la puerta y escuchar todo lo que le está diciendo, pero por otro lado sé que debería darles privacidad. Mantengo un debate interno durante unos minutos, pero sé que la decisión correcta es dejarlos solos y, aunque la ingtriga me queme por dentro, debo irme. Camino por los pasillos del centro hasta la salida. ¿El hecho de que haya venido cambiará algo en casa? Espero que así sea, no por mí, yo ya me acostumbre a esta vida y puedo seguir adelante, sino por Maeve, ella se merece algo mejor, una madre que la quiera y la apoye.

Me siento en el mismo lugar donde me senté con Kaev el día que nos encontramos aquí. El piso y la pared se sienten fríos contra mi cuerpo. Estoy en un buen lugar para pasar desapercibida, de esta forma mamá no me va a ver cuando salga, pero yo si la voy a ver a ella. No quiero que me vea, no quiero que se sienta obligada a hablar conmigo justo después de verlo.

La primera vez es la más dura, porque entonces te das cuenta que es real, él está ahí y lo ves, pero él a ti no, le hablas y él no responde, solo escucha. Es tan real como que él está en un sueño que parece no terminar nunca. Recuerdo el día que lo vi por primera vez, no pude hablar con nadie durante días, la realidad me cayó como un balde de agua helada y sentía que me hundía, no podía respirar. Cuando habían pasado dos semanas en las que parecía un zombie, conocí a Rinha, ella me ayudo a volver a vivir.

- ¿Qué haces aquí afuera? – la voz de Kaev interrumpe mis recuerdos

No lo sentí llegar. Cuando levanto la mirada, él no es lo único que veo, mis ojos se desvían a la persona que está saliendo del centro. Tal como pensé, mamá no me ve, camina directo a su auto y apenas se sube, se va.

-Tomaba un poco de aire – respondo – ¿Qué haces aquí de todos modos?

-Tengo que terminar de pagar y firmar unos papeles – suspira con pesar.

Entonces algo se enciende en mí, no sé cómo no se me ocurrió antes. Quiero a Kaev y el único otro hombre que me amó debería conocerlo. Extiendo una mano en su dirección para que me levante del piso y le doy un beso casto en los labios.

-Ven – digo tomando su mano y caminando en dirección a la entrada – quiero presentarte a alguien.

Por la cara que pone, entiende que quiero presentarle a papá. Frena, tira de mi mano hasta que choco contra su pecho, me abraza por la cintura y respira profundo.

- ¿Estás segura de esto?

Asiento con la cabeza y le devuelvo el abrazo. Reanudamos el paso hasta la habitación de papá. Estoy nerviosa. Antes de abrir la puerta, respiro profundo, como si el aire fuese el valor que necesito para hacer esto. Kaev da un apretoncito en mi mano para darme fuerza y entramos.

-Hola papá. Él es Kaev, mi novio – digo con una sonrisa cuando llegamos a su lado – Quería que lo conocieras, porque lo quiero. Mucho. Y él me hace muy feliz. Me estuvo ayudando mucho con las clases, esas que te conté que me estaba yendo mal ¿recuerdas? – hago una pausa, aunque sé que no me va a responder – Me dijo algo que me hizo acordar mucho a ti, sobre la confianza en uno mismo. Recuerdo que siempre me decías que tenía que confiar en lo que hacía porque esa era la clave para que las cosas me salgan como quería. Kaev me dijo algo parecido y me hizo dar cuenta que el problema no es que yo sea mala cocinando, sino que yo creía que era mala y eso me hacía serlo. Como si me estuviera autosaboteando. Pero ahora lo entendí y creo que voy a lograrlo papá.

Suspiro. Tomo la mano de papá y se la aprieto. Está fría y por mucho que me gustaría que el apriete la mía sé que no va a pasar. Lo extraño tanto.

-Señor... – empieza Kaev, pero lo interrumpo.

-Tyler – lo miro – él diría que lo llames por su nombre, para no sentirse viejo.

-Tyler – Kaev asiente con una sonrisa y pasa su brazo por encima de mis hombros – Quiero mucho a su hija. Nevaeh es lo mejor que me pasó en mucho tiempo. Me gustaría que sepa que la voy a cuidar siempre y que voy a estar para todo lo que ella necesite, porque me tiene totalmente enamorado.

Miro a Kaev con una sonrisa.

-Tú también me tienes completamente enamorada – vuelvo la vista a papá y le doy un beso en la frente – Fuiste el primero en confiar en mí y en quererme, te quiero tanto papá.

Al salir de la habitación necesito un apoyo, me doy la vuelta quedando de frente a Kaev y lo abrazo, apoyando mi cabeza en su pecho. Él me sostiene fuerte y dejo que las lágrimas fluyan.

-No me queda mucho tiempo junto a él – digo contra su cuerpo.

- ¿Qué quieres decir?

-Me dijeron que al no haber cambios desde que ingresó no pueden mantenerlo más, tienen un plazo de tiempo que cumplen por protocolo. Si hubiera mejorado o algo hubiera cambiado en sus signos vitales capaz lo hubieran dejado, pero nada cambio. Entonces... - hago una pausa, las siguientes palabras me causan un dolor fuerte en el pecho y me cuesta pronunciarlas - dentro de poco lo van a desconectar.

Los brazos de Kaev se aprietan con más fuerza a mi alrededor.

-Ay cielo, lo siento tanto. Ojalá no tuvieras que pasar por esto, pero no estás sola ¿entendido? Me tienes a tu lado y no te dejaré.

Nos quedamos abrazados en el medio del pasillo durante un rato. Caminamos en silencio y de la mano hasta la recepción. Kaev hace los tramites que le faltaba hacer y salimos del centro de salud.

-Estás haciendo puchero.

- ¿Qué? – digo sin entender a qué se refiere.

-Estabas haciendo un puchero muy tierno con la boca – se ríe.

-Es que... ¿puedo quedarme contigo hoy? No tengo ganas de volver a casa.

-Siempre que quieras puedes quedarte en mi casa.

Baja su boca a la mía, haciendo que nuestros labios se encuentren. Empieza con beso suave nuestros labios tocándose una y otra vez, su lengua abriéndose paso hacia la mía. Es como si con cada toque nos dijéramos todas las palabras que alguna vez no dijimos. Un toque, te deseo; una mordida, te quiero; un suspiro entrecruzado, te amo. Nos separamos, en busca de aire, y porque no estamos en el lugar apropiado para esa clase de besos.

Esto es solo un adelanto de lo que puede pasar en su casa, pienso, entonces me acuerdo que con el hermano en casa no vamos a poder hacer mucho. Kaev observa mi cara y sabe lo que estoy pensando. Con una sonrisa socarrona en su cara, saca su teléfono y hace una llamada.

-Hola Nancy ¿cómo estás? – pausa para escuchar la respuesta del otro lado del celular – escucha, olvide que hoy a la noche tengo una cena ¿te molestaría que Kian se quede en tu casa a dormir? Es que estoy bastante seguro que terminará tarde y no quiero que se quede tanto tiempo solo – espera que Nancy responda – Muchas gracias. Te debo una.

Corta y me mira como un depredador hambriento.

-Eres una pequeña pervertida – dice acorralándome contra su auto.

-Yo no dije nada.

-No... pero lo pensaste – Me da un beso y se aleja – vamos pervertida, dejaremos tu auto aquí, mañana te traigo por él.

-Podría manejar detrás de ti.

- ¿Y perderme de meterte mano en cada semáforo? Ni hablar.


Una pizca de amorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora