CAPITULO 12

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-Gracias – le digo a Kaev antes de bajar del auto – no sé cómo la hubiera encontrado sin su ayuda.

-No me agradezcas, por ti haría lo que sea, te... - hace una pausa y mira hacia otro lado – te aprecio demasiado y no quiero que sufras.

Una pizca de decepción me atraviesa, un "te aprecio" no era lo que esperaba, pero intento que no se me note demasiado. Capaz es muy rápido para decirnos "te quiero", aunque yo sé que lo siento, quiero a Kaev. Aparto la mirada, no se lo puedo decir todavía, seguramente se asustaría. El ambiente dentro del auto se pone incomodo, pero tampoco me quiero bajar porque afuera, cerca del árbol en la entrada de casa, están Maeve y Kian hablando y no quiero interrumpirlos, espero que su relación se recupere. Miro a Kaev de soslayo, el pelo castaño roza su frente, casi llegando a los ojos que están mirando por la ventana de su lado, sigo bajando la mirada hasta sus labios, pasa la lengua por ellos y me parece lo más erótico del mundo, quiero que sea mi lengua la que pasa por sus labios, sigo hasta sus brazos musculosos extendidos hacia el volante, donde están sus manos agarrándolo con tanta fuerza que sus nudillos se ponen blancos. Vuelvo la mirada a su pecho que sube y baja lentamente por las inspiraciones profundas que está haciendo, sigo bajando hasta su pierna, que rebota en el piso del auto una y otra vez. Todo indica que está nervioso.

-Okey – dice volviéndose hacia mí de forma brusca – en realidad te estoy mintiendo, pero es que fue todo muy rápido y no quería que te asustes ¿sí? Yo no te aprecio, es decir, si lo hago, si no lo hiciera no estaríamos aquí, así que, si lo hago, te aprecio. Pero no es solo eso, es mucho más que eso. Yo no soy muy bueno con las palabras y me están sudando las manos, pero no quiero asustarte por la rapidez del asunto, yo solo...

Tapo su boca con mi mano.

-Para – le digo riéndome – estas balbuceando y ya no entiendo nada de lo que dices. Tranquilízate, no me voy a asustar – inspiro para relajarme – yo también te quiero.

Puedo sentir su sonrisa bajo mi mano y luego una exhalación profunda. Tira de mi brazo hasta que quedo sentada encima suyo, toma mi cara y me besa. Apoyo mis manos en su pecho y me aparto sonriendo.

-Te quiero, Nevaeh – me dice antes de volverme a besar.

Unos golpecitos en la ventana hacen que nos separemos, es Kian, olvide por completo que estábamos con ellos, que vergüenza. Me despido de Kaev y me bajo del auto para acercarme a mi hermana.

- ¿Cómo fue todo con Kian? – le pregunto.

-Bien, supongo – responde levantando sus hombros y con una voz indiferente.

- ¿Van a volver a ser amigos?

-No lo creo.

Entiendo que es el fin de la conversación y caminamos a la puerta de casa. Cuando entramos mamá nos recibe con un grito de alegría y se abalanza contra Maeve para darle un abrazo.

- ¡Dios mío, gracias a Dios que estás bien! Estaba preocupadísima – dice mamá dándole besos a mi hermana, con lágrimas en los ojos - ¡Gracias por encontrarla Nevaeh, gracias! Yo sé que no soy la mejor mamá del mundo, pero no sé qué haría si les pasara algo.

Mientras Nora nos está abrazando a las dos juntas, no puedo dejar de pensar en que Maeve tuvo que estar casi toda una tarde desaparecida para descubrir que le seguimos importando. Estoy a punto de decírselo, pero es tarde y ya fueron muchas emociones por un día, decido que es mejor dejarlo para otro momento.

Estoy metida en la cama, con la luz apagada y a punto de quedarme dormida, cuando siento que se abre la puerta de mi habitación. Escucho unos pasos acercándose hacia mí y siento que alguien se mete bajo las sabanas, enfrente mío.

-Te quiero – escucho la voz de Maeve

-Yo también te quiero – tomo su mano y me quedo completamente dormida.

El martes paso a buscar a Maeve por el colegio, quiero que recuperemos nuestra relación. Cuando se sube al auto la veo pensativa, pero prefiero no preguntar así que arranco. A mitad de camino hacia casa, todavía ninguna de las dos dijo una palabra, este silencio no es lo que me esperaba. Estoy a punto de hablarle, para que, aunque sea me cuente como le fue en el colegio, pero me interrumpe diciéndome algo que no esperaba oír.

- Quiero ver a papá.

Estoy en shock, no recuerdo cuando fue la última vez que ella lo visitó.

- Claro – es lo único que logro decir, antes de pegar la vuelta hacia el centro de salud.

El viaje vuelve a ser en silencio, pero esta vez es diferente, no siento las mismas ganas de antes de interrumpirlo y hablar de cualquier cosa. Se siente... bien.

Una vez en el centro, la acompaño hasta la puerta del cuarto de papá.

- ¿Quieres que te acompañe o prefieres entrar sola? – le pregunto-

-Creo... Creo que debo entrar sola.

-Está bien, me quedare aquí sentada.

-En realidad... preferiría que estés más lejos ¿te importaría? Si estás aquí creo que no podría hablar con él.

Asiento. Entiendo completamente lo que quiere decir, al comienzo también me costaba bastante hablar con papá si sabía que había alguien cerca.

-Claro. Cuando termines puedes ir a buscarme, estaré en la habitación de Rinha, es la abuela de Kian y Kaev. Pídele a cualquier enfermera que te diga donde es, dile que eres mi hermana y seguramente alguna te acompañe hasta allí.

-Gracias – me dice finalizando la conversación y entrando en la habitación 173.

Camino hacia la habitación de Rinha, toco la puerta y espero a escuchar un suave "adelante" antes de entrar.

- ¡Oh, cielo, que alegría verte!

-Parece que estás mejor – le digo acercándome a su cama - ¿Cómo te sientes?

-No me duele tanto, pero es porque me dieron algún medicamento que me deja tonta ¿Viniste con mi nieto?

-No, vine con mi hermana. Es la primera vez que visita a papá después del accidente, así que la deje sola para que se pongan al día.

-Me alegro que hayan solucionado las cosas.

-Yo también.

La puerta se abre y ambas volteamos a ver.

-Espero que no estén planeando nada raro contra mí, no confío en ustedes dos solas en la misma habitación – dice Kaev con humor desde la puerta.

Nos reímos. Kaev se acerca a nosotras, me da un casto beso en los labios y luego le da un beso en la frente a su abuela.

-Son adorables – dice Rinha con los ojos llorosos – creí que nunca te iba a ver con una chica tan especial, me hace muy feliz que sean felices juntos

Kaev me mira sonriendo, me da otro beso y se sienta a mi lado, tomando la mano de su abuela. Nos ponemos a hablar los tres y al cabo de un rato escuchamos a alguien llamando la puerta.

-Debe ser mi hermana – digo acercándome a la puerta para dejarla pasar.

Abro y definitivamente es ella, tiene los ojos y la nariz rojos de haber llorado, no tengo que pensarlo dos veces para abrazarla. Cuando nos soltamos, le seco las mejillas y la tomo de la mano para llevarla dentro de la habitación.

-Ven, quiero presentarte a alguien – le digo acercándonos a la camilla – Maeve ella es Rinha, la abuela de Kian y Kaev, Rinha ella es mi hermana menor.

- ¡Pero que preciosura! – exclama Rinha mirando a mi hermana – vengan acérquense que tenemos mucho de qué hablar

Después de haber hablado un rato, decido que es hora de irnos, Kaev y su abuela deben querer estar un rato solos. Nos despedimos, prometiendo volver a visitar a Rinha y nos vamos del centro.


Una pizca de amorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora