La semana de exámenes está al caer. Durante dos semanas me quedo todas las tardes estudiando o practicando recetas en casa. Kaev me ofreció hacerlo en su cocina, pero ambos sabemos que lo más probable es que me distraiga. Verlo solo en clases durante dos semanas resultó duro, ya quiero que terminen los exámenes para poder quedarme con él, en su casa, cada vez que queramos. Pero, a la vez, tengo miedo. Cuando terminen los exámenes vamos a empezar la mudanza y, quiero hacerlo, pero ¿y si no resulta? ¿y si nos damos cuenta que estamos mejor cada uno en su casa? Exhalo con fuerza y vuelvo a mirar los apuntes sobre la mesa. Me quedan cinco exámenes por dar esta semana: repostería, panadería y cocina internacional, que son exámenes teóricos y prácticos; y nutrición y organización de eventos, que son solo teóricos.
El lunes por la mañana, la alarma suena media hora antes de lo normal, prefiero llegar temprano que tener algún problema en el camino y no poder dar el examen. Me doy una ducha rápida y me visto, al ver mis ojeras en el espejo, me resigno, no hay maquillaje que las cubra. Me siento a desayunar un café con tostadas, mientras repaso los apuntes de repostería. Quince minutos después, salgo de casa para ir al instituto. Cuando llego al aula está prácticamente vacía, solo hay otra chica sentada en su mesada concentrada completamente en sus resúmenes. Me siento en mi lugar y repaso hasta que llegan todos los alumnos, el profesor y Kaev. El examen me resulta fácil, espero que sea porque sabía mucho y no porque contesté todas las preguntas mal. Miro a mi alrededor y solo quedamos la misma chica que llego primera y yo. Después de responder todo y revisar dos veces el examen entero, decido entregarlo.
Espero a Kaev en la puerta del aula, él debe quedarse hasta que salgan todos los alumnos. Diez minutos después sale la chica y a penas más tarde, salen mi novio y el profesor. Terminan de hablar, y Kaev se dirige hacia donde estoy yo.
-Lo siento, estábamos hablando de cómo nos vamos a organizar para corregir los exámenes – dice antes de darme un pico – ¿Cómo te fue?
-O me fue muy bien y respondí bien casi todo, o respondí todo mal y voy a reprobar – digo causando una risa en Kaev – ¡no te rías!
-Te va a ir bien ya vas a ver.
Salimos del instituto y, antes de que nos podamos despedir algo o, mejor dicho, alguien, aparece frente a nosotros y se le tira al cuello a mi novio, abrazándolo con las piernas en las caderas. La chica está chillando de emoción y no entiendo como él no se queda sordo al tenerla tan cerca. Me quedo a su lado esperando alguna explicación de lo que está pasando, pero no me la da. La chica se deja de chillar, pero no se calla, al contrario, empieza a hablar muy rápido y con la misma voz chillona.
- ¡Ay mi Dios! No sabes lo mucho que te extrañé. Te estuve buscando por días, pero no lograba encontrarte. Entonces se me ocurrió pasar por aquí y ¡mira! Estaba en lo correcto, porque aquí estas y al fin te encontré. – Mientras la Barbie grita, miro a Kaev indignada ¿por qué no se la quita de encima? – Estuve yendo a tu casa como por cinco días en diferentes horarios, tocaba timbre y como no contestabas supuse que no estabas, así que me quedaba esperando por si llegabas, pero no lo hacías. ¡Tenía miedo de que te hayas mudado! Pero después me dije: Lu no seas tonta ¿cómo se va a mudar si ama esta casa? Así que lo seguí intentando ¡pero no aparecías! – me estoy impacientando, Kaev no hace nada, está quieto como estatua con las manos en la cintura de "Lu" – También fui a varios lugares donde me llevabas, a la casa de Ashton, a ese restaurant donde trabajabas, a la plaza de nuestra primera cita.
Dejo de escuchar... ¿Cita? ¿Esta Barbie loca era su novia? O capaz es su novia y no me enteré. Al no verlo reaccionar me siento completamente engañada. Las lágrimas se acumulan en mis ojos, pero no le voy a dar el placer, a ninguno de los dos, de verme llorar. Me doy la vuelta y me subo a mi auto. Me alejo, indignada, por la situación que acabo de vivir y con un montón de preguntas que no tienen respuesta ¿Quién es esa? ¿Qué hace aquí? ¿Por qué ahora? ¿Por qué nunca me habló de ella? Claramente me lo ocultó por algo.
Llego a casa y me siento directamente en la mesa de la cocina a estudiar, no voy a dejar que, por pensar solo en ellos dos abrazados, mis notas bajen. Intento concentrarme, pero me cuesta demasiado, la voz de la Barbie no sale de mi cabeza. Grito de la frustración.
- ¿Estás bien? – escucho la voz de mi hermana a mis espaldas.
-Si.
Mi voz sale más dura de lo que pretendo. Me regaño mentalmente por hablarle así a Maeve.
-Pues... no parece que estés bien. Puedes contarme lo que sea – dice sentándose a mi lado.
-Kaev... - suspiro, sé que de esta conversación no puedo escapar.
- ¿Se pelearon?
-No.
-Entonces...
-Apareció una chica a la salida de clases, se le tiro encima y en vez de explicarme quien es o sacársela de encima, se quedó ahí con la Barbie chillona en brazos – mi voz suena dura.
- ¿Barbie chillona? – se ríe, pero mi cara de enojada la hace parar – lo siento sigue.
-Nada más, como no hizo nada al respecto me fui. Claramente prefería estar con la Barbie en brazos a irse conmigo.
- ¿Crees que te está engañando?
-No lo sé – suspiro para contener las lágrimas que amenazan con salir – de verdad me gustaría que no.
El timbre suena, interrumpiendo nuestra conversación. Miro con pánico a Maeve.
-Si es él, dile que no estoy en casa.
-Pero...
-No estoy en casa – digo cortante.
Mi hermana se levanta a abrir la puerta y efectivamente es Kaev. Lo escucho preguntar por mí, y a Maeve repitiéndole varias veces que no estoy, no le cree. Insiste un par de veces más y se va.
-Me pidió que te diga que le dejes explicarse.
-Necesito tiempo.
-Nevaeh...
-Ahora no. Tengo que estudiar y practicar para el examen de mañana.
Maeve respeta mi silencio y se va, dejándome sola, entre libros.
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Una pizca de amor
RomanceNevaeh ya no confía en si misma, entonces llega él para ayudarla a recordar quien es y descubre que cocinar no solo tiene que ser seguir recetas, también tiene que ver con el amor.