Capítulo 11: Un movimento en falso, un pieza perdida

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UN MOVIMIENTO EN FALSO, UNA PIEZA PERDIDA

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Aún en el hangar del laboratorio secreto de la SGUA, el doctor Bryant Reynolds y el Mayor Juan Coronado se miraban. La visita del ejército de la IBI había sido inesperada y no eran pocos los que venían. Estaba claro que pretendían cumplir su misión fuese como fuese, pero él no iba a dejarles llevarse a Sarah tan fácilmente.

— ¿Quién es el Mariscal de la MCBI? – preguntó el doctor enarcando una ceja.

— Disculpe, para nosotros es el Mariscal de las fuerzas armadas, para usted debe ser el Doctor Ikari.

— ¡Ah! Gendoh Ikari. Entiendo. ¿Y han venido a buscar a Sarah?

— Así es.

— ¿Todos? – insistió Bryant algo nervioso, lo que notó rápidamente el Mayor Coronado.

— ¿Ocurre algo, doctor?

— No, no. En absoluto. Admiro el despliegue militar de la MCBI para proteger a los especímenes, sólo es eso. – contestó para salir del paso, al tiempo que se dirigía hacia una mesa del hangar para dejar las herramientas con las que simulaba estar trabajando.

— En realidad estábamos de paso. Mis hombres y yo somos los únicos encargados de recoger a S.J, pero hemos coincidido durante el viaje y se han sumado. Estamos de expedición por estas tierras.

— ¿Expedición? En América no queda nada, ¿qué estáis buscando?

El Mayor se retiró hasta uno de sus hombres sin contestar a las preguntas del doctor. Éste les observaba como hablaban entre ellos y el Mayor entregaba su chaqueta a un tercero. Había preguntado algo que no debía y probablemente estaba dando órdenes, e informando al personal de que tuviesen cautela. Repentinamente, Bryant se dio cuenta de que estos militares no formaban parte de la IBI que él conocía. Los uniformes que vestían eran de otro color, y además, en la insignia había un detalle más que los otros no tenía. Debían ser una sección especial, encargada de alguna misión inédita, algo secreto que él desconocía y que probablemente sus aliados infiltrados tampoco sabían, pues de ser así, habría sido informado. Gendoh debía estar moviendo sus hilos, asegurándose la retaguardia ante una posible traición de alguno de sus hombres. Estaba claro que el Comandante, ahora Mariscal de esta sección secreta, andaba con pies de plomo y no era nada fácil pillarle desprevenido, pero lo más peligroso era saber si éste sospechaba algo de los espías. De ser así, la vida de Kaji estaba en peligro y probablemente la de los científicos infiltrados en la IBAI, Michelle y Harsh.

Súbitamente, todos los helicópteros y convoyes se retiraron, y únicamente se quedó el vehículo del Mayor y sus tres acompañantes. Juan Coronado regresó junto al doctor, pero su semblante había cambiado y nada tenía que ver con el hombre cordial al que había saludado.

Desde el interior de uno de los almacenes, a través de los vidrios de los cilindros de los especímenes, Sarah analizaba con cautela todos los movimientos. Sabía que estaban en peligro inminente, pues el hecho de que los demás militares se hubiesen retirado de la zona, no era precisamente señal de paz, si no, todo lo contrario. Atendía en silencio todas las conversaciones y no perdía detalle de lo que oía. Cualquier palabra podría salvarles la vida en un momento tan crucial.

— Doctor, usted ya sabe más de lo que puede saber. Dígame, ¿A dónde iba?

— ¿Cómo? – inquirió Bryant, intentando ganar tiempo.

— Preparaba su vehículo, ¿no es así?

— No. En absoluto. En los ratos libres me entretengo limpiando el hangar, ha sido mera casualidad que estuviese limpiando el coche – el Mayor sacudía su cabeza negativamente.

EVANGELION: Resurrección IDonde viven las historias. Descúbrelo ahora