Capítulo 13: Cuando el Alfil Blanco se comió a la Reina Negra

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CUANDO EL ALFIL BLANCO SE COMIÓ A LA REINA NEGRA

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Los últimos vestigios del verano azotaban en las tierras de Maine. Se terminaba el caluroso agosto del Este de Estados Unidos, dejando una amplia estela de sequía. El cambio climático había mermado las estaciones y permutó los climas de los países, como era el caso del estado de Maine que había tenido una espesa tundra en invierno y unos bosques frondosos y verdes en verano. Sin embargo, ahora parecía un sequeral.

Sarah llegó a la ciudad de Portland, más parecida a un pueblo original inglés. Pero ahora no era más que una aldea fantasma típica de las películas del Oeste, no sólo muerta por la ausencia de humanos, si no por la apariencia de sus calles térreas y sin árboles. Avanzó con el vehículo hasta las afueras del pueblo y se adentró en los caminos forestales que la llevarían hasta el refugio del que le había hablado el doctor Reynolds. La casa estaba escondida en el interior de un frondoso bosque de encinas y estaba hecha con madera de los propios árboles que la rodeaban. Era pequeña, de una única planta y todas sus ventanas y puertas estaban cubiertas con tablones de madera. Para poder entrar debería arrancar algunos listones, pero por precaución, en los próximos días no retiraría los demás. Era preferible no dar señales de vida. Inspeccionó el exterior de la vivienda y pudo ver las fuentes de suministro eléctrico, de gas y de agua. Después se adentró por la puerta trasera y encontró algunas de las provisiones de las que el doctor le había hablado. Examinó toda la casa y localizó la entrada a un bunker lleno de latas de conserva y otro tipo de alimentos de larga duración. Finalmente, decidió que debía instalarse cuanto antes, pues a partir de ahora sería su hogar. Cuando terminó de limpiar el polvo y habituar las estancias para poder vivir en aquel espacio, se acomodó en el despacho del único dormitorio que poseía la casa. Allí extrajo el diario que el doctor le había entregado y decidió comenzar a leerlo.

Estuvo una media hora leyendo los análisis científicos sobre el virus y el propio experimento de Sarah, familiarizándose con la jerga médica. Después echó un vistazo al dietario, donde pudo leer casi un día a día de la vida del doctor y de ella misma. Encontró el relato de cómo fue escogida para ser un espécimen y de cómo fue cautivada. Leyó con detalle cada uno de los experimentos e implantes que fueron haciendo con ella y pudo ir desentramando los planes de la MCBI.

De repente, un dolor punzante penetró en su sien. La cabeza comenzaba a dolerle fuertemente, como si fuese a estallar. La luz le molestaba y no podía mantener los ojos abiertos. Sin poder luchar contra el intenso dolor, se desplomó contra el suelo y se acurrucó sobre sus rodillas. Súbitamente, una tormenta de ideas, recuerdos e imágenes traspasaron su cabeza. Comenzó a ver cosas que no lograba comprender, que no tenían ningún sentido, imágenes sin sonido que poco a poco enlazaba con voces que susurraban palabras sueltas, inconexas. Por fin un punto de inflexión marcó el principio de la historia y pudo verlo todo de nuevo, concatenado y con sentido. Revivió paso a paso la historia de su secuestro, desde los ojos del espectador. Se entrometió en la mente de sus secuestradores, del propio Gendoh Ikari y fue entonces, cuando lo comprendió todo. El experimento que la MCBI había hecho con ella, funcionó a la perfección. Le habían implantado un clon de la memoria de otra persona, concretamente, de la de Rei Ayanami, la mano derecha de Gendoh Ikari. Tenía los recuerdos y sabía la misma información que la propia Rei y como ella, se había convertido en un recipiente para ser el futuro experimento de Gendoh, su máxima esperada meta. La última vez que le habían volcado información en la base de datos, fue el mismo día en el que el doctor Bryant Reynolds la descriogenizó. Su memoria albergaba casi la misma información que la de Rei. Por eso era de vital importancia encontrarla para Gendoh. Necesitaba tener a Sarah a su merced o sus planes podrían ir al traste. Sarah poseía toda la información de sus planes, de sus objetivos, de sus bases y asentamientos, lo sabía todo. Era un peligro que anduviese suelta por el mundo y el jefe de la MCBI había enviado a Rei Ayanami a buscarla.

EVANGELION: Resurrección IDonde viven las historias. Descúbrelo ahora