Capítulo 24: Sólo hay una Reina I

77 10 0
                                    

24

SÓLO HAY UNA REINA I

1

Después de unos minutos de tensión, Sarah consiguió tranquilizarse. Buscaron por los botiquines del comercio hasta dar con un paracetamol que se tomó para rebajar su dolor de cabeza. Shinji prefirió no darle más vueltas al asunto y comportarse algo más amable con ella. La llevó por las tiendas del centro comercial, buscando productos que Asuka había cogido en su día y que creía que a Sarah también le haría ilusión tener. Desde perfumes y maquillajes de marca, hasta alguna joya de las que ahora no podía tener. Ella había sido una mujer de Hollywood, así que en el pasado había tenido de todo lo que un ser mortal común pudiese imaginar o desear. Pero ahora era una más, y tan sólo podía tener lo que había en los alrededores, pero fuese lo que fuese, lo apreciaba enormemente, pues sus pertenencias ya no las volvería a ver nunca.

Tras una larga e intensa hora de "compras", Sarah se dio cuenta que no conocía en absoluto a Shinji. Durante el mes que habían vivido juntos, se había conformado una imagen propia del joven que nada tenía que ver con la realidad. No era el malo de una película, ni el superhéroe que salvaba a las pobres damas, ni tan si quiera el rebelde sin causa que atraía a todas las jovencitas. Tan sólo era un pobre niño desdichado, al cual la vida no le había saludado nunca y la suerte no se había acercado a él ni en el más remoto de sus sueños.

Finalmente, terminaron de recoger todo lo que necesitaban. Era el momento de volver a casa, pues pronto comenzaría a oscurecer y el frío sería más intenso. Súbitamente, comenzó a llover unas finas gotas de agua heladas, acompañadas de pequeños copos de nieve que se difuminaban y se disolvían antes de alcanzar el suelo. Pronto cuajarían, el suelo se llenaría de hielo y comenzaría a nevar. Debían partir cuanto antes.

— Hay que terminar de cargar el camión con la carne y pescado que necesitamos. Debo ir a buscar a Asuka cuanto antes, ¿te encargas tú de terminar todo esto? – Sarah se quedó estupefacta, no sabía que hacer.

— Pero yo..., es que no sé cómo hacer todo eso. ¿Por qué no voy yo a por Asuka?

— Está bien, pero no tardes. Id rápido, no tenemos tiempo que perder. He sido un estúpido, me he encantado en los laureles y al final el tiempo se nos ha echado encima.

— De acuerdo. ¿Me llevo el Jeep?

— Te pondrás chorreando, pero bueno, haz lo que quieras. – miró a la perra loba y le hizo un gesto – Alaska, ve con Sarah, busca a Asuka. – Y la perra se subió rápido al coche, pero al ver como Shinji se alejaba de éste, y no las acompañaba, la perra se fue tras él.

— No quiere venir conmigo, ya voy sola, no te preocupes – dijo Sarah, al tiempo que arrancaba el vehículo y se alejaba.

Mientras tanto, Shinji acercó el camión a la parte posterior del centro comercial y cargó todos los congelados que necesitaban.

2

La joven americana se dirigió veloz al chalet donde habían comido al medio día los tres. Al llegar al lugar, se bajó del coche y pico a la puerta varias veces. Sin embargo, no obtuvo respuesta. Volvió a intentarlo, pero esta vez se dirigió a las ventanas del comedor donde Asuka se había quedado dormida. Pero una vez más, careció de respuesta. Sarah comenzaba a impacientarse. Llamó a la joven alemana, pero era inútil. En su bolsillo guardaba el walkie takie que Shinji le había dado en la montaña, y quería utilizarlo para llamarla, pero entonces, Shinji que también estaba en la misma frecuencia, se enteraría que no había encontrado a Asuka y probablemente se asustaría. Decidió buscar en los alrededores. Y así, los minutos iban transcurriendo veloces sin dar con la joven.

EVANGELION: Resurrección IDonde viven las historias. Descúbrelo ahora