Capítulo 20: ¿La coronación de los Reyes Blancos?

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¿LA CORONACIÓN DE LOS REYES BLANCOS?

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24 de Diciembre. Amanecía soleado en las montañas de Fullola. Tocaban las nueve en punto en el reloj de la cocina y aún nadie había venido a hacerle una visita. Estaba desierta. En el salón de la casa, el Belén yacía inerte, observando frente a él un gran árbol de Navidad que rebosaba de adornos. No faltaba ningún detalle, pues hasta los muebles estaban decorados de navidad. Los cojines de las sillas estaban enfundados con motivos navideños, y sobre la mesa un mantel, de renos y Santa Claus, tapaba sus maderas. En los vidrios de las puertas y ventanas, falsa nieve hacía dibujos navideños, y de los techos colgaban adornos y estrellas. En la mesa auxiliar del comedor, tres grandes bandejas albergaban turrones y pastas típicas de la navidad, elaboradas artesanalmente. La chimenea aún requemaba un gran tronco que yacía allí desde la pasada noche, y con él, repartía calor por la casa y las habitaciones de los niños. Sobre una trébede, en el interior de la chimenea, una gran olla de veinte litros estaba llena de agua caliente; el intenso sol de los últimos días había permitido que pudiesen mejorar la instalación de agua, reforzando sus aislamientos, y construyendo un lugar aislado para las bombonas de butano, que también tapaban con una funda de fibra de vidrio. Ahora tenían incluso agua caliente durante los duros días de frío, nieve y hielo. Aprovecharon también para mejorar la instalación de luz, añadiendo cuatro aerogeneradores y sus correspondientes baterías, con las que podían alimentar un arcón más, idéntico al que ya tenían de doscientos litros, y tener una reserva de electricidad, en caso de que algo fallase. Incluso tenían pensado seguir añadiendo más placas y aerogeneradores a la casa, siempre era bueno acumular toda la energía posible.

Shinji fue el primero en abrir los ojos. Las sábanas se le habían pegado esta vez, pues el calorcito que entraba por los difusores de aire le permitían dormir plácidamente. Tenían las ventanas selladas con silicona para evitar posibles fugas de calor o filtraciones de agua cuando le daba por llover de cara a los vidrios o acumularse nieve en los pliegues. En las camas, se habían equipado con sábanas de franela, un edredón sintético y un nórdico de plumas de oca que guardaba el calor durante toda la noche. Desde luego, frío no pasaban.

El joven miró su reloj digital y vio la hora. Tenía que ponerse manos a la obra cuanto antes. Además, hoy no era un día cualquiera, hoy era 24 de diciembre.

Se esperezó de la cama rápido, agarró del armario un mono de trabajo limpio, un forro polar, unos pantalones de nieve, los calentadores, y se guardó en los bolsillos el gorro, la braga, los guantes, y el protector labial. Después ató a su cintura el cinturón de las armas, y se enganchó la pistola. Ahora nunca iban a ningún lugar sin ella, y cuando se marchaba a la granja, también se llevaba consigo el fusil colgado al hombro y lo dejaba cerca de su alcance. En el bolsillo del pecho guardó el walkie talkie, aunque todavía no lo iba a usar, pues Asuka seguía dormida.

Hoy era el día más esperado por la joven alemana. Ella le había contagiado de esa ilusión, y había esperado el gran día casi con la misma devoción que ella. Querían que fuese una fiesta especial, y estaban dispuestos a poner todo de su parte. El primer paso lo daría Shinji.

Se dirigió a la habitación de Asuka, y con sigiló atravesó hasta el baño. En una de las ocasiones que bajó al pueblo a buscar más baterías para los aerogeneradores, Asuka se había quedado dormida en el interior del vehículo. No eran pocas las veces que le había ocurrido eso, y entre tantas, Shinji aprovechaba para buscar posibles regalos de navidad para la joven. Una de las veces, se adentró en un centro de belleza y perfumes. Allí encontró varias sales de baño, geles, y otros productos de aseo personal y relajación que tanto le habían gustado a la joven cuando estaban en Japón. Shinji cogió varios packs, comprobando que no estaban en mal estado y los guardó para regalo. Ahora en el baño de Asuka, dejó sobre la taza del lavabo, sobre la pica de las manos y en un rincón de la bañera, tres paquetes envueltos con plástico de colores. El cuarto pack de jabones y sales lo abrió, y lo dejó colocado en la zona de los geles de la joven. Después esparció por el suelo los pétalos que había en el pack y dejó caer unos pocos en el fondo de la bañera, junto a varias chinas de sales de colores que extendió también. A los pies de la bañera, colocó dos grandes velas, y las encendió.

EVANGELION: Resurrección IDonde viven las historias. Descúbrelo ahora