Capítulo 12: Alfil Blanco

104 16 2
                                    


12

ALFIL BLANCO

1

Shinji había quedado anonadado tras el susurro de Asuka. Una y otra vez se repetía en su cabeza la frase "Quiero ser feliz, contigo", mientras transcurrían los segundos inagotables, al mismo tiempo que la joven no dejaba de abrazarle y acariciarle el torso. Repentinamente, en un golpe seco, él se incorporó apartándola y girándose para mirarla cara a cara. Cubrió su cuerpo con una camisa que había sobre la mesa de la cocina y esperó alguna explicación.

— ¿Qué te ocurre? – inquirió Asuka, sonriente.

— Qué te pasa a ti, querrás decir – le respondió, al mismo tiempo que le retiraba la mirada y se dirigía a su habitación.

La joven le perseguía escaleras arriba, sin mediar palabra. Shinji no comprendía a que venía este numerito y estaba seguro que se trataba de alguna broma de mal gusto, muy propia de la joven. Entró en su habitación y terminó de secarse y vestirse en el baño interior mientras ella le esperaba de pie ante la puerta. El joven se acercó hasta su cama y retiró las sábanas para poder meterse.

— Creo que ya está bien por hoy, me voy a dormir. Se me ha quitado el hambre. Si quieres cenar, en la nevera he dejado un poco de arroz hervido y albóndigas. Tendrás de sobras.

— No importa, yo tampoco tengo hambre. – Respondió al mismo tiempo que se sentaba sobre la cama de Shinji.

— ¡Eh! ¿Qué crees que estás haciendo? – le preguntó mientras apretaba con sus manos las sábanas para evitar que Asuka se introdujese en su cama. – Ésta es mi cama y mi habitación, vas lista si crees que te la voy a cambiar, ya escogiste en su día y te quedaste la mejor, ¿qué demonios quieres ahora? Nunca estás contenta con nada...

— Relájate – siseó la chica mientras pasaba su mano por el rostro de Shinji, acariciándole lentamente – No quiero tú habitación, sólo te quiero a ti. Estar contigo, juntos en ella.

— ¡ASUKA! – vociferó el niño dando un gran saltó de la cama hasta el suelo. – ¡¿Has perdido el juicio?

— No te pongas así, déjate llevar – continuaba la joven, extendiéndose sobre las sábanas e indicándole que regresase con ella. – Ven aquí conmigo, no te pasará nada.

— Tú no quieres dormir conmigo, métetelo en la cabeza. Te doy asco, ¿recuerdas?

— Pero tú sí que deseas dormir conmigo, me deseas, admítelo. Deseas que sea tuya y es tu gran oportunidad, ya nadie puede separarte de mí. Sólo para ti. Ya no hay rival... – susurraba con liviandad, Asuka, intentando provocar los delirios del joven, convencida de que así podría ganarle.

— ¡Párate ya! Deja de decir tonterías, ¿me oyes? Nada de lo que dices es cierto y aunque lo fuese, no tendría sentido... ¿vas a entregarte a alguien a quien no amas?

— Eso es lo que me has propuesto antes en la piscina, ¿no? – insistía mientras se acercaba a él a gatas sobre la cama.

— No dije eso, y si es lo que entendiste, lo retiro. No pretendía que pensases... – hizo una pausa, pensativo, algo cabizbajo y repentinamente voceó: – ¡Bueno! Ya basta de este juego estúpido, estoy harto. Sé lo que dije y no pienso explicarme más. No vas a hacerme creer que te exigí que te arrastrases por mí. Me voy al camión. Hasta mañana.

Y sin dar tiempo a mediar más palabras, el joven salió en carrera hacia la granja donde había dejado aparcado el camión. Tenía pensado pasar la noche en la cabina, era la mejor manera de mantenerse alejado de Asuka y que no cometiese ninguna estupidez; ella, extendida sobre las sábanas de la cama del joven, observaba el techo pensativa, mientras una pequeña lágrima resbalaba por su mejilla. En el fondo era consciente de que una relación entre ambos iba a ser imposible. Aunque ella se enamorase de él, ya sería demasiado tarde para enmendar todos los errores que había cometido. Él ya no podría confiar en ella nunca, y menos después de haberle afirmado que si estaba con él es porque no quedaba otro ser en el planeta. Shinji aún era un niño, no un hombre necesitado como para aceptar cualquier mujer que se pusiese ante sus ojos con tal de sofocar sus instintos sexuales. Lo único que podía esperar Asuka era que el paso de los años les convirtiese en dos adultos resignados a la realidad, limitados a practicar el sexo para tener hijos y a odiarse y repudiarse a ellos mismos por tener que estar el uno junto al otro. Que horrible futuro les aguardaba. Recogió su cuerpo y se aferró acurrucada a la almohada de Shinji.

EVANGELION: Resurrección IDonde viven las historias. Descúbrelo ahora