𝙿𝚛𝚘́𝚕𝚘𝚐𝚘

897 79 4
                                    

.
.
.
.

Cuando era pequeña, me gustaba salir al parque. Jugaba fútbol con mi hermano y algunos niños que vivían cerca. Me gustaba mirar las flores y aunque no fueran mías, me gustaba regarlas cada que salía.

En los veranos mamá nos dejaba jugar con la manguera, la pasábamos horas jugando con el agua, a veces papá nos cortaba una sandía en pedacitos, dejábamos la manguera un momento y nos sentábamos en el césped a comer mientras disfrutábamos del Sol, los cuatro juntos.

Fue precisamente un verano cuando mi padre murió.

Para ser honesta, no recuerdo mucho. Yo estaba jugando fuera de mi casa, no recuerdo qué pasó exactamente, pero estaba en la calle, una calle que no era muy transitada por lo que ni a mis padres ni a mí nos preocupaba los carros.

Ni siquiera noté cuando un auto se acercó, sólo sentí un fuerte empujón, escuché un fuerte choque y desde el suelo ví a mi padre junto a mí, en un charco de sangre e inconsciente.

Me desmayé casi inmediatamente al estrellarme contra el suelo, me abrí la cabeza, aún así, la imágen de mi padre tirado es algo que aún el día de hoy, no puedo quitar de mi mente.

Mi hermano me contó que por el ruido mi mamá salió a ver qué pasaba y al vernos llamó a una ambulancia. Desperté y ya tenía mi cabeza cosida, aunque aún dolía eso era lo que menos me importaba, ¿Dónde estaba papá?

Mamá estaba destrozada, yo no podía con la culpa aunque ella tratara de hacerme sentir mejor y negara que yo fui la causante de esto, yo sabía que en el fondo estaba de acuerdo conmigo.

Pasaron muchas cosas después y mi madre terminó juntándose con personas malas, dejó de cuidarnos a mi hermano y a mí y poco a poco se volvía más violenta, no sólo eso, sino que conoció a un hombre que aprovechó su estado mental y le metía ideas en la cabeza, ahora no sólo me odiaba por la muerte de su esposo, ahora ella se dejaba golpear y abusar creyendo que sólo para eso era útil.

Mi hermano logró contactar con nuestra abuela que vivía en Corea y nos sacó de ahí. Crecimos con ella y vivimos una vida normal.

Conocí a muchos amigos viviendo aquí, entre ellos un chico hijo de una amiga de mi padre y a su amigo, un destinado a CEO de una importante empresa.

Empecé a hacer mi vida y convertirme en enfermera de un orfanato que ayuda a niños que vivían en condiciones deplorables o víctimas de abuso familiar. Decidí que ayudaría a niños que vivieron algo similar a lo que yo tuve que soportar, algo por lo que nadie, mucho menos un niño, debería vivir.

Era libre, ayudaba a otros y tenía una vida sencilla.

El pasado se queda en pasado.

Eso no es más que un pensamiento ingenuo.

"𝑀𝑎́𝑠 𝑏𝑟𝑖𝑙𝑙𝑎𝑛𝑡𝑒 𝑞𝑢𝑒 𝑢𝑛𝑎 𝑒𝑠𝑡𝑟𝑒𝑙𝑙𝑎"【𝟕𝟎𝟕 𝐅𝐚𝐧𝐟𝐢𝐜】Donde viven las historias. Descúbrelo ahora