Capítulo 2.

843 70 21
                                    

El tiempo era de deshielo y tan helado y brumoso que desde la ventana de la habitación del pelirrojo, no se alcanzaba a distinguir la ciudad, el muchacho se encontraba fatigado, transitado de frío, con los ojos cargados por una noche de insomnio y el semblante lívido y amarillento de su pesada rutina.

Su cuerpo desnudo temblaba como una hoja en una tormenta, a pesar de haberse envuelto entre las frazadas, después de una ducha caliente con la que intentó arrancar la enfermedad que en ese momento lo arraigaba; las tibias lágrimas surcando sus mejillas no se hicieron esperar y se extendieron a manantiales, que de ninguna forma parecían diganarse a cesar. El invierno lo enfermaba, y era algo, de lo que siempre fue conciente; desde hace mucho años, por estas épocas, Axl permanecía recaído en un miedo agonizante, causado por sus traumas joviales, tumbado en su cama sin dejar de temblar e incapaz de hacer algo más que permitirse existir.

Un ciclo infinito y lamentable.

Unos toques en la puerta lo sacaron de su interminable trance. La voz suave de su roomie se escuchó al travesar la madera de la puerta.

—Axl— Llamó tocando nuevamente la puerta —Sé que estás ahí ¿podrías abrir?

El pelirrojo ignoró completamente su llamado y giró su cuerpo buscando una posición más cómoda.

—Axl— Insistió el rubio, al otro lado de la puerta, elevando su voz, que aún con su tono, no dejaba de ser nerviosa —Por favor.

Antes de levantar el mullido cuerpo de su cama, lanzó un suspiro pesaroso y cansado y luego dió unas zancadas furiosas, abriendo la puerta de golpe.

—¿Que quieres?— Escupió con enojo.

Apenas y podía ver su cuerpo entre la oscuridad que los rodeaba, pero el rubio pudo notar la desnudez de su compañero, aunque no pudo distinguir los detalles, se mostró avergonzado al presenciarlo de esa forma; por parte de Axl, ni siquiera se molestó, lo único que lo incomodaba era el frío que lo había envuelto al dejar su cama.

—Es que yo— Comenzó mirando el suelo, pues era preferible antes que ser traspasado por la dura mirada de Axl —Tú no has salido en días y pensé que estarías enfermo.

Antes de que Kurt pudiera terminar con su excusa, un relámpago los asaltó y en el sobresalto, el rubio contempló el triste semblante del pelirrojo y las lágrimas que aún no había limpiado de sus mejillas. Seguido de esto, un estruendo hizo temblar a ambos, aunque el joven rubio, en un inesperado acto abrazó a su compañero que se mostró horrorizado con la bestialidad de la naturaleza.

—¿Estás bien?— Preguntó Kurt manteniendo el cuerpo del pelirrojo que aún temblaba entre sus brazos.

En un abrir y cerrar de ojos, su cuerpo fue empujado bruscamente fuera de la habitación y por consiguiente la puerta estuvo por impactar en su cara.

Axl Rose nunca se mostrará debil ante alguien que no sea el mismo, prefiere llorar su sangre en soledad.

La tormenta se desató y junto con ella, su llanto. Ese acto natural, siempre habia sido su mejor enemiga; el muchacho podía llorar en la tranquilidad y soltar las penas de su alma entre la censura que le brindaba; por otro lado, ésta desataba su trauma más profundo, tal que le hacia pasar encerrado en la comodidad de su agonía, escudriñando en sus más dolorosos recuerdos y obligándose a mantenerse tolerante ante aquel escarnio.

Se sintió culpable ésta vez y soltó varias de sus lágrimas por ésa causa, había dejado ver su miedo; se había mostrado humano con alguien y éso era muy humillante para si mismo. Se había casado con su angustia y había sido infiel al sentirse confortado en un abrazo. En su vida había recibido cariño por parte de alguien y no era porque nadie quisiera acercarse compasivo hacia él, si no que, él terminaba alejando a todas las personas. Pero no había reaccionado a la defensiva como otras veces y disfrutó el abrazo que el rubio le brindó, dejó ver su miedo y eso lo molestó más que nada.

Al otro lado de la habitación, Kurt estaba tomando su café e intentando leer algo de Dostoievski, entre un ambiente que parecía lúgubre y sus miles de preguntas sobre la actitud sombría del pelirrojo; definitivamente no había logrado pasar de página, puesto que su mente no se podía dividir entre su curiosidad por su roomie y el libro que mantenía en su mano.

Había llegado hace una semana a convivir con el introvertido Axl Rose y apenas y había conocido su voz. Se rumoreaba mucho de él, entre los vecinos del edificio, cosas realmente chocantes ,pero Kurt prefería no hacer caso ante los chismes y ver las acciones y sucesos por si mismo; fue testigo de muy pocas cosas hasta ahora, puesto que siempre se le veía salir apurado del apartamento y ni siquiera lo sentía llegar; aunque comparten universidad y si bien la facultad de derecho se mantiene siempre muy alejada de la facultad de psicología, comparten algunas clases, pero siempre se ve sólo y nunca se lo ve compartir más de unas palabras con alguien. No es que Kurt sea un chismoso sin remedio, si no que, el pelirrojo es un ser extremadamente solitario e introvertido que llega a ser más difícil que un laberinto y si hay algo que Kurt ama, son los retos.

El rubio siempre había sentido curiosidad por intentar entender el comportamiento humano —de ahí que quisiera estudiar psicología— y mostraba simpatía por el sufrimiento de los demás, lo que sin duda vió en Axl desde el primer momento que conoció y que ahora con todas las actitudes de las que había sido testigo, era imposible de refutar; por lo tanto, sentía esa sensación de que debía ayudar al pelirrojo a salir de su interminable sufrimiento, porque sin duda lo de él, era un caso bastante difícil.


🌈Rainbow.

𝐑𝐨𝐨𝐦𝐢𝐞; 𝐊𝐮𝐫𝐭𝐚𝐱𝐥. (Terminada)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora