El cielo gobierna sobre todos los seres sobrenaturales, una dictadura a la que no ven fin.
La resiente aparición de el príncipe Leviatán en el infierno reclamando su puesto llega a oídos de los ángeles.
Aun no se sabe con certeza el como lograron sa...
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Leila ingreso en la habitación en donde estaba Connor, todo el lugar contaba con un aura de soledad y ese no era la excepción.
- Busca una silla para sentarte esto tardara - Recogió un poco sus mangas en lo que el rubio buscaba la silla.
La posicionó en medio de la habitación para sentarse con el respaldo en dirección en su pecho.
- No te muevas y no grites - La mano de la castaña se extendió rumbo a la espalda del rubio.
- No lo hare - El particular resplandor celestial ilumino el cuarto haciendo que Connor soltara un alarido.
Los ojos de Leila cambiaron a un azul empíreo, la energía que brindaba ayudaba a sanar las pequeñas heridas superficiales de Connor, cada pluma era formada por esa misma energía, para poder sanarlo completamente tendría que curar cada uno de sus huesos, músculos y ligamentos del chico.
Los ojos de Connor cambiaron como los de la chica aferrándose más al respaldo de la silla, podía sentir como sus huesos eran rotos, acomodados y sanados uno por uno, el como sus músculos se colocaban en su lugar y se reconstruían en algunas partes.
La estructura de las alas destrozadas se movía cada que era acomodada, el sonido de sus huesos inundaba el lugar al igual que sus gritos de ves en cuando, los nervios y ligamentos de sus alas empezaban a unirse, para Connor parecía un sufrimiento eterno al sentir todo, juró que estaba apunto de llorar en una ocasión.
La piel iba volviendo a cubrir el cuerpo del rubio, sus alas empezaban a tener nuevas plumas blanquecinas, lo peor parte había pasado, ya podía respirar regularmente, una fina capa de sudor y sangre cubría el torso de Connor.
- Tomaremos un pequeño descanso - Leila se sentó en el suelo mientras trataba de reponer energía - Tus heridas necesitan de mucha energía, ambos necesitamos tomarnos un respiro - Recargo su cabeza en el suelo cerrando sus ojos.
- Concuerdo - Seco el sudor de su persona aun con las sensaciones de sus músculos un poco tensos.
Los ojos azulados de Connor analizaron la figura femenina que se encontraba en el suelo a unos pasos de él.
Paso una de sus manos por su cabellera rubia tratando de peinar los cabellos despeinados, se acerco e imitó la acción de la chica al acostarse a su lado observando sus facciones. No pudo evitar recordar cuando estaban juntos, los mejores momentos de su existencia se atrevería a decir, Leila era autónoma, lo que la mayoría de ángeles no son.
Leila abrió sus ojos encontrándose con la mirada del rubio sobre ella a lo que frunció el ceño y se alejo un poco.
- No has cambiado nada - La castaña desvió la vista hacia el techo.
- No puedo decir lo mismo de ti, noto una evolución en tu persona - En sus años juntos la había conocido muy bien y pudo notar un cambio en ella desde que llego.
- Las personas cambian Connor - El tono de voz con el que lo dijo fue más ronco de lo usual.
- Tu lo dijiste Leila, las personas cambian, tu eres un ángel, algo me dice que ese leviatán tiene algo que ver, lo mejor sería que tomaras un poco de distancia - Tan pronto termino de hablar la castaña le dio una mirada fría sin expresión.
- No me interesan tus opiniones irrelevantes, te recomiendo que no las vuelvas a mencionar, puede que yo misma te rompa las alas nuevamente - Con su semblante serio se puso de pie dejándolo en su lugar - Creo que ya descansamos lo suficiente - Volvió a su lugar esperando a que Connor tomara el suyo.
- Acabemos con esto - Se puso de pie y se posicionó frente a Leila, la miro de arriba abajo para precipitadamente juntar sus labios en un beso que no fue correspondido por la castaña, en cambio recibió un golpe en su anatomía dejándolo caer en la silla.
- Eres un idiota - Se limpio con el dorso de la mano para proseguir a extenderla en dirección al rubio terminando de sanarlo y escuchando sus quejidos con una cara seria.
[...]
Los gritos del chico cesaron haciendo voltear al leviatán en su dirección, habían estado encerrados en esa habitación por dos horas aproximadamente y ya se empezaba a desesperar.
La puerta de la habitación fue abierta por Connor quien traía consigo sus alas sanadas, reluciendo con la poca luz que entraba por las ventanas. Leila salió detrás con la vista en el suelo y algo perdida, claramente eso no paso por alto Corvus.
- ¿Qué hiciste? - Tomo por el cuello a Connor alzándolo unos centímetros del suelo - ¿Te hizo algo? - Esta vez se dirigió a Leila quien solo negó restando importancia.
- No vale la pena perder el tiempo con alguien como él - Colocó sus brazos cruzados mientras se sentaba en una banca del lugar.
- Solo le robe un beso, no es nada de que preocuparse es - Se le imposhibilitó hablar por la fuerza que hacia el Levitán en su cuello.
- ¿Que hiciste qué? - Un arranque de ira invadió el cuerpo de Corvus haciéndolo perder el control de su forma y transformándose en Levitán.
Sus dientes afilados relucieron en su boca al igual que su lengua de serpiente.
- ¡Corvus! - Leila logro desviar su atención del ángel que tenía aprisionado - Suéltalo, venimos por algo, ya cumplimos nuestra parte, falta él - El leviatán volvió a su forma humana y soltó a Connor para otorgar un golpe en su abdomen para después ir con Leila.
Lo único que hizo la chica fue esbozar una sonrisa ante el acto de su pareja; Corvus se sentó a su lado abrazándola por el cuello atrayendola a él y depositando un beso en su cabeza para reconfortarla.
Connor se encontraba en el suelo tratando de recuperar el aire por el anterior golpe recibido, pasados unos minutos recobró la postura y se aproximó a ellos.
- ¿Qué debo hacer? - Un trato era un trato, era algo que no rompería.
- Necesitamos que averigües quién mando a matar a una pareja, una ángel y un leviatán hace aproximadamente un año, contrató a Cael para hacerlo, no podemos entrar al cielo por lo ocurrido en la guerra - Leila explicó mientas observaba al rubio - Es por eso que te necesitamos, queremos acabar esta guerra desde la raíz - El tono autoritario de la castaña hacia recordar a Connor el como era Isabel.
- Un trato es un trato, no pienso romperlo, cuenten conmigo - Desplegó sus alas para iniciar vuelo hacia el reino de la gloria como era conocido.
- ¿Confías en él? - Corvus mantenía su vista en la trayectoria del ángel.
- Es nuestra única opción, no es situación de confianza es necesidad - Ambos perdieron de vista al ángel entre las nubes dando a entender que ya había ingresado en las alturas celestiales.