El cielo gobierna sobre todos los seres sobrenaturales, una dictadura a la que no ven fin.
La resiente aparición de el príncipe Leviatán en el infierno reclamando su puesto llega a oídos de los ángeles.
Aun no se sabe con certeza el como lograron sa...
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Los últimos días ser parte del consejo habían sido difíciles para Leila, el adaptarse y estar al mando.
Acababan de terminar un juicio fácil, un Duende trato de robarle dinero a un Centauro, eso sirvió para ella darse cuenta de lo pendiente que estaban de su decisión, todo lo que decía ellos la apoyaban, no le gusto para nada, ellos tendrían que tener voto propio.
— ¿Qué haremos ahora? — Los representantes voltearon a ver a la castaña esperando una respuesta.
— ¿Porqué me ven a mi? Ustedes pueden decidir — Pareciera que nadie le creía ya que se mantenía igual.
— Miguel era quien nos ordenaba, ahora tú debes de hacerlo — No pudo replicar Leila porque una Ninfa los interrumpió.
— Disculpen, señores del consejo tiene un nuevo juicio — Se retiró y todas las criaturas tomaron sus asientos correspondientes.
— Da inicio al juicio — El golpe del mazo del Troll hizo parpadear a Leila.
La castaña no le tomo importancia al juicio, no escucho nada, se mantenía en sus pensamientos hasta que fueron interrumpidos por la insistencia de su respuesta.
— ¿Qué opina? — Todos los presentes la observaban en espera de respuestas.
— Opino que esto no está bien, todos ustedes dependen de una persona, no debe ser así, puedes pensar por si mismos, tomar sus decisiones — Las exclamaciones de sorpresa no se hicieron esperar — Mi veredicto es deshacer este consejo, cada falta será juzgada por el representante de cada especie, por ejemplo: si una bruja comete una infección, la representante será la encargada de juzgar, es mi veredicto final — Se paró del asiento y salió de la sala dejando a todos perplejos.
— Entonces ¿cuál es el veredicto del juicio? — El cíclope se encontraba parado con una sola mano ya que la otra la tenía el ogro en un palo.
— Se va a posponer — Todos empezaron a retirarse del lugar y no les quedó de otra que irse.
[...]
Una semana después de que el consejo se desintegrará todo parecía ir bien, el cielo ya no gobernada a todas las criaturas, de eso se encargó Leila personalmente al firmar el convenio sobrenatural, por fin la guerra había acabado para todos, pero aún faltaba encontrar al Príncipe Leviatán, esto no se iba a acabar hasta que estuviera muerto.
Leila quedó al mando de las fuerzas celestiales al sustituir a Miguel, Corvus se encontraba a su lado apoyándola en todo mientras también buscaba rastros del Principe reptil.
— ¿Cansada? — Leila acababa de llegar y lo primero que hizo fue sentarse a lado del pelinegro y apoyarse en él.
— No sabes cuánto — Mantenía sus ojos cerradas tratando de descansar de sus tareas diarias — No sé cómo hacía Miguel para aguantar tanto — Un sus piro salió de sus labios mientras recibía un pequeño beso en su cabeza.
— Será mejor que descanses, tengo nuevas noticias sobre el Príncipe del infierno — Acomodo el pelo de la castaña mientras descansaba a su lado.
Después de un rato en dónde la chica recuperaba sus energías gastadas en el campo de entrenamiento pudo prestar atención al hombre a su lado.
— Ya estoy mejor, ahora sí, dime — Toda su atención fue a parar al hombre de cabellos negros.
— Hemos encontrado al Príncipe Leviatán — Leila dió indicio de querer pararse pero Corvus la detuvo con su mano — Pero, no está solo, él no a llamado — La castaña no pudo reaccionar ya que analizaba las últimas palabras.
— ¿Cómo que los a llamado? — Se volvió a sentar en su lugar pero está vez se giró completamente hacía él.
— No está solo, porque él a llamado a mis hermanos, por lo que supongo que van a este defendiendo — Sin duda las cosas se complicaron, nunca fueron fáciles pero está vez superaba lo vivido — Vamos a necesitar apoyo —
— No te preocupes, podemos con ésto— Besó la mejilla de su pareja para irse con intención de ir al cielo — Mañana al amanecer saldremos al lugar en donde se encuentra, prepárate — Salió dejando solo al hombre con sus pensamientos.
No podía dejar todo el trabajo en manos del cielo, trataría de buscar apoyo por su cuenta, tres nombres se vieron presentes en su mente.
No perdió tiempo y empezó a comunicarse con sus contactos, todos ayudarían a la causa y se verían en el lugar.
[...]
Parece que la naturaleza sabía lo que iba a pasar, pareciera que no corría aire en el lugar, todo estaba sereno y con el ruido de las aves de fondo daban un toque sospechoso.
Laila junto un grupo de ángeles de confianza que pelearan a su lado, entre ellos se encontraba su antigüo amigo Eridanus, todos portaban armaduras celestiales y espadas.
Corvus por su parte llevaba un atuendo diferente al habitual, traía consigo un conjunto color azul acero muy cómodo.
— Porque diablos traes eso puesto, es una batalla no un maratón — Eridanus le habló con reproche al Leviatán.
— Primero la comodidad antes que nada — Sin más le dió la espalda ignorando olímpicamente al ángel.
— ¿Estás seguro de que está aquí? — Leila pregunto hacía Corvus en espera de una respuesta.
— Si, aquí nos citó — Un ruido de pisadas se hizo presente en el lugar, detrás de ellos se movían algunos arbustos.
Todos se pusieron alerta en esa dirección hasta que se asomó la cabeza de un hombre de pelo castaño y barba.
— Que recibimiento, típico de los ángeles — El sujeto rodó los ojos para después ver a Corvus — ¿Para esto nos llamaste? — Varias personas salieron de atrás y se colocaron atrás del hombre.
— ¿Quién es él? — Leila siguió apostando por si intentaba algo.
— Es un viejo amigo, son mi apoyo, no iba a dejar que solo ustedes se arriesgaran — Ante su respuesta Leila bajo su espadas y los ángeles la imitaron.
— ¿Qué pasa Lombriz, hace décadas que no te veo? — El hombre se acercó a Corvus y dió un fuerte abrazo.
— Es un gusto volver a verte Nick — Ambos se separaron y parece que las demás personas se relajaron pues ya no estaban todos detrás de Nick.
— Todos ellos son.. — La castaña pasos sus ojos por los recién llegados.
— Leviatánes — Completo Corvus.
— Y de la mejor calidad — Nick guiñó un ojo hacia Leila a lo cual la chica solo posó sus ojos en Corvus.
— No hagas eso — Corvus puso una mano en su hombro haciendo más ruido de lo normal — Es mi chica — Dijo amenazante hacía las intenciones de su amigo.
La castaña solo sonrió ante el comportamiento de su pareja.