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La batalla está apunto de comenzar, del lado izquierdo están los leviatánes agrupados, del lado contrario están los ángeles con sus espadas en las manos

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La batalla está apunto de comenzar, del lado izquierdo están los leviatánes agrupados, del lado contrario están los ángeles con sus espadas en las manos.

El cielo estaba nublado dando indicios de lluvia, pequeños rastros de ella empezaban a hacer presencia.

Cada grupo estaba liderado por sus mayores, en el caso de los leviatánes era el príncipe Leviatán, de el descendían toda clase de leviatánes, marinos y terrestres.

El líder de los ángeles era Miguel el arcángel, era el que guiaba a los soldados del cielo, todo con la supervisión de su padre.

Corvus y Leila se encontraban en las filas de sus respectivos bandos. Desde lejos se podían observar el uno al otro, ninguno de los dos estaba convencido de esta guerra.

Sus respectivos líderes se dirigieron una mirada de rencor y odio para después dar inicio a la guerra de proporciones bíblicas, con un grito de parte del ángel, posteriormente desplegando sus alas blanquecinas y un rugido del Príncipe, convirtiéndose así en una criatura parecida a una serpiente marina gigantesca.

Ambos grupos dieron principio a la pelea siguiéndolos, los Ángeles desplegaron sus alas e iniciaron vuelo a sus objetivos, en cambio los leviatánes se transformaban, algunos en serpientes marinas y otros solo cambiaban su rostro por una gigantesca boca con innumerables colmillos y una lengua de serpientes.

Leila tardo un poco en avanzar aún pensando en lo que pasaba a su alrededor, se dirigió a un hombre que venía en su dirección, era un leviatán terrestre, sin mucho esfuerzo lanzó su espada atravesando la cabeza justo en la frente dejando así al monstruo sin vida.

Solo debía seguir las ordenes del cielo, eso es lo que se repetía una y otra vez al estar peleando.

Corvus por otra parte se aproximaba hacia Leila al verla, en su camino aterrizó un ángel impidiéndole el paso, actuó por instinto y se transformó, al estar de esa manera era más fuerte y rápido.

El ángel se acercó con su espada en mano para incrustarla en el cuerpo de el leviatán pero éste con una maniobra logro esquivarla e incrustarsela en un costado, al estar distraído Corvus aprovecho para morder el cuello del ángel haciéndolo tronar cual rama.

Regreso a su forma humana y siguió su caminar hasta sentir una presencia a su espalda la cual lo tomo por el cuello tratándolo de asfixiar.

Leila peleaba con un leviatán no muy lejos de él, al verlo no pudo evitar el pensar el ayudarlo.

Que era más importante para ella, cuáles eran sus prioridades, ¿el cielo?, ¿sus reglas y órdenes? y una guerra sin sentido aparente o ¿Corvus? La persona que había estado para ella estos últimos meses y empezaba a sentir cosas por él.

— Puede que me arrepienta de esto luego — Tomo su espada y cortó la cabeza de su rival para después dirigirse a la dirección de Corvus.

Corvus tenía algunas venas marcadas por la fuerza del agarre, su aire le faltaba y pensaba que en cualquier momento podía desfallecer. Una fuerza lo empujó al suelo safandose así del ángel, no tardó mucho para ver una luz cegadora saliendo del anterior mencionado con una espada en su pecho.

Al caer dejó ver a una Leila con unos cuantos golpes y heridas sosteniendo la espada ensangrentada. Ella no dijo ninguna palabra, solo se lanzó sobre el leviatán tomándolo entre sus brazos y extendiendo sus alas.

Un momento después aparecieron en medio de una azotea a medio metro de está, el chico reaccionó rápido y se dio la vuelta quedando el debajo llevándose todo el golpe.

— Auch — Mencionó el pelinegro aún sujetando a la castaña — Sabes en otras circunstancias te haría algún comentario sexual sobre esta situación —

La chica bufó fastidiada — Eres un idiota lo sabias — Se separó de él poniéndose de pie con ayuda de su espada.

— Si, lo soy, pero aún así me salvaste — Corvus sonrió y al ver frustración en la cara de la chica solo hizo que se ensanchara más su sonrisa.

— Sabes, me estoy arrepintiendo de salvarte — Se acercó a las escaleras de emergencia con intención de bajar.

Corvus se dejó caer de la azotea pasando a lado de Leila y cayendo de pie en el pavimento sin dañarse.

Leila bajo lo más rápido posible para acercarse al chico.

— No te salve para que te expongas — Lo tomo del brazo fuertemente — Tuviste suerte de que no te vio nadie —

— Tardaría mucho en bajar, así que decidí hacerla de la manera rápida — Se encogió de hombros y empezó a caminar por la acera.

— Tenemos que buscar un lugar en donde quedarnos y cambiar nuestra vestimenta — Cada uno portaba su traje de batalla.

— Conozco a alguien, sígueme — Corvus tomo la delantera guiando así a Leila en las amplias calles.

𝐍𝐎 𝐓𝐈𝐌𝐄 𝐓𝐎 𝐃𝐈𝐄  [𝑪𝒐𝒎𝒑𝒍𝒆𝒕𝒂]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora