RITMO EXPLOSIVO #3

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Sí, estaba más que frito

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Sí, estaba más que frito. En ese estado de conmoción el peliverde pasó el resto de la tarde en su habitación, sin saber que en el Aeropuerto Internacional John F. Kennedy un rubio bastante malhumorado por el vuelo de tantas horas se alegaba con un hombre por su maltratado equipaje.

•••

—¡Bastardo, dame acá! Inútil de mierda, si no podías cargar una simple maleta mejor me hubieras dicho...

El hombre había dejado caer su maleta desde el andén que usaban para bajarlas del avión.

Molesto se alejó de la zona de desembarco de equipaje, hablando más consigo mismo que con el encargado del equipaje que temblaba como gelatina, quien en sus 10 años de trabajo en el aeropuerto no había conocido a alguien tan explosivo como ese rubio que a pesar de la distancia de varios metros aún oía maldecir.


El rubio se estiró con fuerza, aún adolorido por las 13 horas que pasó sentado. Se paró en la orilla de la calle transitada, justo enfrente del aeropuerto.

—Bueno, ahora sí, voy por ti Deku.

Paró un taxi, de los muchos que circulaban por esa área, al subirse dio la dirección del Conservatorio, donde lo encontraría. El taxista asintió con la cabeza antes de seguir con su camino, la sonrisa del rubio le daba pánico «Y si es un asesino» el pobre hombre manejó a toda velocidad.

Las calles de New York eran tan distintas a las de Tokio, pero aún así emitían la misma vibra, ambas eran ciudades llenas de vida, autos y muchedumbres.

Llegó en tiempo récord, la sonrisa retorcida del rubio no desapareció en todo el camino. Katsuki iba feliz y emocionado, al fin vería a su nerd. Le pagó el recorrido al hombre y bajó con su maleta.

Le sorprendió lo rápido que el taxista arrancó y se marchó, pero no le dio importancia, estaba listo para el mejor concierto de su vida, para lograr obtener la canción de sus sueños, su pequeño violinista.

«Joder... Que cursi me sentí pensando eso... ¡Prepárate Deku!»

Sonrió decidido, el primer paso era preguntar por él, en recepción, si quería que fuera sorpresa no podía escribirle y pedirle que saliera, sería demasiado obvio. 

Era un lugar bastante amplio, con una arquitectura impresionante, observó como en las paredes blancas del pasillo de entrada destacaban los cuadros de famosos compositores, Mozart, Chopin... Una larga fila de retratos en orden cronológico con notas musicales dispersas a su alrededor.

«Genial... Bueno, a buscar al nerd» No tenía tiempo que perder.

En recepción, preguntó por el pecoso, las palabras "por favor" y su sonrisa convencieron a la bella rubia recepcionista.

-Gracias... Melisa.

Le guiñó un ojo antes de darse la vuelta y volver a tener el ceño fruncido de siempre. Sí que era de utilidad que los empleados llevaran gafetes con su nombre. Tomó el papel que la joven le había entregado.

-Bien, veamos torre 2, habitación 102. Perfecto, te sorprenderé Deku.

Lo arrugó y tiró en el primer basurero que encontró, después de todo el número de teléfono que la chica escribió en él, no era de su interés.

En su habitación Izuku estaba tendido en su cama, con la mirada perdida sin ver a un punto fijo, repasando una y otra vez las palabras de su amigo y él mensaje del rubio

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En su habitación Izuku estaba tendido en su cama, con la mirada perdida sin ver a un punto fijo, repasando una y otra vez las palabras de su amigo y él mensaje del rubio.

«Kacchan... Sí te hubiera correspondido hace dos años... ¿Me habrías valorado? ¿Hubiera ocurrido lo mismo que en secundaria?» Suspiró rendido, vaya que el amor era complicado.

Para él no había Partitura o melodía difícil de comprender, podía danzar con elegancia entre cada nota, armar y desarmar armoniosamente las combinaciones entre ellas para crear nuevas composiciones musicales... Pero si hablaban de personas era ingenuo y aún inseguro, su timidez le hacía huir lo más posible de las relaciones, sus amigos y su madre, eran las únicas constantes en su vida.

Pero el amor siempre estuvo presente, quizás no de forma directa, mas sí en su corazón, pues desde hace tiempo su corazón ha pertenecido al mismo hombre, Katsuki Bakugo. Con quien ha mantenido el contacto desde hace dos años, cuando por sus metas y sueños, lo dejó atrás.

«Me cuesta creer que aún me ames... Te abandoné... Aunque... ¡tú fuiste un tonto en secundaria!»

Al parecer esa tarde se le pasaría ente suspiros si no hacía por levantarse.

Se puso de pie y caminó hasta su espejo, trató de arreglar su cabello y sacudió su camiseta, un paseo ayudaría a aclarar su mente.

Se giró sobre sus talones listo para encarar el mundo exterior, tomó el picaporte entre sus dedos y abrió su puerta con decisión.

Por más deducciones que hiciera no estaba preparado, la realidad lo golpeó de frente, con el rubio cenizo de pie frente a su puerta.

—¡¡¿Kacchan?!!

—Veo que aún me recuerdas nerd.

Esa sonrisa en su rostro era su perdición.

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RITMO EXPLOSIVO 💥 [Terminada] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora