Caminamos un par de metros mientras él me sonreía y me miraba como si fuera una de las maravillas del mundo, sinceramente, eso no me incomoda, al contrario me hace sentir bien, es lindo que alguien te observe con ese deseo y admiración.
—¿Todo bien? —dijo mientras me miraba.
—Sí, todo perfecto.
Llegamos a una plaza, las tiendas eran muy finas y grandes, tenían una gran variedad y accesorios y ropa linda pero los precios son de infarto, no imaginé que alguien compraría algo de esa cantidad de dinero por mí; Oscar me haló del brazo y me llevó atreves de la plaza por distintos caminoshasta llegar a una tienda. La gente ignoraba la tienda tan solo después de ver algunos precios.
—Aquí compraremos todo lo que quieras.
—¿Estás seguro? —No quiero que se arrepienta, yo no podría pagarlo.
—Claro, mi amor, solo es un poco de dinero, además mi princesa merece verse bien para esta noche que será nuestra última, por desgracia. También quiero que compres un traje de baño, pues, iremos a la playa.
Asentí y me besó la frente. Entramos y me dio varios vestidos, todos de tonalidades rojas, negras y uno que otro azul; entonces me hizo probármelos.Entraba y salía del probador mientras que él me daba cada vez más vestidos.«Es difícil este caballero» Pensé mientras me daba otro vestido, y pensar que aún faltaban zapatillas y el traje de baño, eso definitivamente me estresaba, seguí hasta que vi el montón de ropa que se hizo y que la pobre trabajadora estaba acomodando y toda esa pila eran los vestidos que, para Oscar, según su precisión, eran incorrectos, o cero sexys para mí, lo que me provocó un poco de vergüenza. Él seguía escogiendo mientras yo esperaba un vestido nuevo, me dio dos con su única frase en estas tres últimas horas: «Pruébatelos» ya estaba estresada.Salí y me di una vuelta frente a él, la verdad este ha sido mi preferido, le sonreí y pose para él.
—Es perfecto, lo llevaremos —di un pequeño salto con aplausos y el sonrió.
Me metí de nuevo al probador, otros dos vestidos cayeron en mis manos, tardé mucho en decidirme hasta que, por fin, el último que compraríamos fue elegido, salimos de esa tienda y Oscar estaba contento.
—Compraremos los zapatos, unos tacones negros que combinarán perfecto con ambos vestidos y después iremos a casa, te pondrás el rojo y te veré en mi cuarto, haremos cosas increíbles —me guiñó el ojo lo que invadió mi curiosidad. ¿Qué es lo que planea este hombre?
Después de un largo tiempo comprando, por fin llegaríamos a casa, nunca me había sentido tan ansiosa por saber cuál sería mi premio, regalo o castigo, aunque he sido una niña buena, dudo que sea castigo, me miraba y mordía sus labios, esto es interesante, por infortunio de ambos, resultó que el chofer nos miraba de vez en cuando, me hinqué en la limosina y lo miré con deseo, podía ver que él también quería que mi boca estuviera disfrutando de su pene, me paré y coloqué mi trasero de nuevo en el asiento, el chofer miraba de reojo y eso me molestó; acaso quería ver una película porno de su jefe con una prostituta... Sin embargo, lo ignoré y apenas llegamos, Oscar no evitó besarme mientras entrabamos a la casa, no suponía cuan embarazosa seria la escena siguiente, el beso siguió, la calidez de sus labios y su aliento a menta me hacían un platillo delicioso en cada intercambio de saliva, tocó mi trasero un par de veces y yo froté mi mano en su erección.
Entramos y nos separamos un poco, gran error, me dio las cosas el chofer y subí a mi habitación. Se escuchaban los gemidos de Eva... Realmente era muy incómodo, me cambié y caminé a la habitación de Oscar tal y como me ordenó. Me había pintado los labios de un rojo carmesí lo que sentía que lograba hacerme ver más seductora, entré y cerré la puerta.
—Mi hermano no será el único que llevará a alguien hoy a la cama —me dijo mientras preparaba dos copas de vino.
—Te deseo, Oscar —lancé la copa y se rompió, me abalancé sobre él y me besó.
El vestido terminó en el suelo junto con su copa, el vino lo sorbió el suelo, me tiró y mi cuerpo desnudo se llenó de él, los gemidos salían de mi boca mientras que su lengua trataba de recuperar todo el vino que se había pegado a mi cuerpo, la miel de su saliva cubría secciones de mi cuerpo y entoncestomó mi cadera y me levantó, me colocó en cuatro y escuché como bajaba sus pantalones, «Haría esto toda la noche» Pensé y sentí su penetración en mi ano, gemí.
—Esta es mi parte favorita del día, el sentirte apretadita es exquisito Carla — gimió
Las penetraciones seguían, mientras que los gemidos salían de mi boca, las sabanas se arrugaban gracias a mis manos, mis ojos se ponían en blanco y pedía más tras cada embestida. Fuertes nalgadas resonaban por el cuarto, apretaba mi cadera y mi cintura la sostenía con fuerza para rebotar mis nalgas en su pene aún más fuerte, logrando hacerme llegar al orgasmo, cada vez eran más duras sus arremetidas, entonces,sacó su pene y me volteó bruscamente, no tuve oportunidad de hablarle cuando introdujo su pene a mi vagina, solo grité y el tapó mi boca.
—Tranquila, mi hermano escuchará que bien la pasamos —advirtió mientras penetraba aúnmás rápido.
«¿Desde cuándo le incomoda que me escuche gemir su hermano ¿Acaso no lo escuchó con Eva?, bueno, que más da, este hombre es grandioso en el sexo».Dejé que mis comentarios internos se esfumaran y me concentré en disfrutar a Oscar mientras me penetraba con más velocidad. Oscar soltó un gemido cuando mi miel se derramaba cubriendo la mayor parte de su pene, sobó mis senos provocando que mordiera mi labio, su sonrisa malévola me excita demasiado, rasguñé su espalda un par de veces, las embestidas tenían cada vez más fuerza y yo lo halaba hacia mí para lograr que su penetración fuera más profunda... hasta que algo provocó que nos separáramos con cara de alarma.
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¡Maldición Carla! [✔️]
Teen FictionLa vida no ha sido nada fácil. Remy con tan solo 18 años de edad se convierte en prostituta para poder pagar su universidad, lamentablemente quienes la ayudaban económicamente eran sus padres, pero debido a que sus padres pierden su empleo por su or...