Capitulo 20

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Los días pasaron, la ginecóloga me dio unos medicamentos por la irritación y con ello, días de reposo

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Los días pasaron, la ginecóloga me dio unos medicamentos por la irritación y con ello, días de reposo. Mantuve mi mente ocupada, no quería volverme adicta al sexo, no quiero ser una ninfómana definitivamente y aunque no he llegado a tocar ese aspecto en mi vida, debo de tener cierto cuidado, puesto que pronto podría convertirme verdaderamente en una adicta al sexo y todo sin darme cuenta si sigo así.

La universidad se incorporó otra vez en mi rutina, busqué varias maneras de ocupar ese tiempo muerto... de manera que comencé a practicar pole dance, cosa que a la compañía le dio interés por mí, aún más del que me teníapuesto, sin embargo, la compañía ya tiene otros clientes esperando por mí, ya tengo un cliente para la semana siguiente y debo admitir que será interesante, es un hombre de veintiocho años, ojos color miel, cabello castaño y de tez apiñonada. Lo que más llama mi atención, es que este sujeto es masoquista al tener sexo, o por lo menos eso tiene entendido la compañía, por lo que exigió una sumisa; papel que me lo dieron a mí, que lío, soy todo lo contrario a lo que una sexóloga calificaría como una persona sumisa, o con personalidad de sumisión, esto será todo un reto, miré la fotografía de él, latenía entre mis manos rondando de mano a mano, y... siendo franca en su fotografía no parece que tenga un aire de Christian Grey, él es su inverso, por decirlo de alguna manera. El sujeto tiene más bien una personalidad muy tierna, parece un niño en un cuerpo de un joven-adulto, ni siquiera me pasaría por la cabeza que él quiere una sumisa, incité a Abdul que este trabajo lo hiciera alguien más, pero su negación fue hasta cierto punto fastidiosa, se negaba cada vez que lo mencionaba y sacaba el gran pretexto de esta profesión, «Lo haces por dinero no por amor» Lo repitió varias veces, tardé en rendirme y cuando lo hice me enteré que ya faltaba poco para verlo, por la mañana fui con Abdul a ver al sujeto, este tenía un insufrible soplo de superioridad ante Abdul, mientras que conmigo mostraba otra cara de la moneda, una muy distinta. Recuerdo cuando me dijo:

—Abdul, es tal cuál como la pedí —le estrechó la mano, estaba muy contento por su modelito de mujer que sería su sumisa «Es una estupidez» le dije a mi subconsciente y él se acercó—. Lo que aprenderás estando a mi lado... —mordió su labio y me hizo temblar. En ese momento el miedo invadió cada uno de mis poros y recorrió cada vena de mi cuerpo, no dejaba de lamentar el haber venido acá.

Miré el contrato estipulado por BDSM (Bondage Dominación Sumisión y Masoquismo) todo esto es nuevo para mí, podía modificarlo en los aspectos que no estuviera de acuerdo o del todo convencida, miré un par de veces al idiota que llamaría "amo", y me convencí de la locura que era tener este cliente, pero trabajo para algo que amo, el dinero, de manera que espero tener una excelente paga por esto, seguí por leer los deberes de sumisa, eran algo desafiantes, me entregaba por completo, esto es esclavitud, también venían los deberes del amo, cada vez esto se ponía más escalofriante, llegué a la parte de los castigos, a lo que me sometería por no obedecerle, me dio un poco de miedo, mi conciencia me hizo dudar un poco pero aun así,firmé y me largué, no quería arrepentirme después de lo que había hecho.

La casa estaba muy tranquila, Eva había salido con su amado jefe mientras yo estaba viendo una película en mi habitación, jamás había sentido tanta tranquilidad en el departamento desde que me mudé, miré mi celular y tenía dos llamadas pérdidas de mis padres, me alarmé y les devolví la llamada, contestó Alejo muy exaltado, hablaba a medias por lo que di seguro que era una situación bastante fuerte, tomé mis llaves y mi bolso, Salí de la casa, tomé un taxi y llegué lo más rápido posible. Tocar la puerta me impacientaba, cada vez tocaba más fuerte, hasta que Lucio abrió.

—¿Qué ocurre? —el nerviosismo me ganaba—. ¡Papá, ¿dónde estás?! —gritaba mientras caminaba por la casa hasta que lo encontré—. Me han dado el susto de mi vida —dije molesta, pero sabían que existía mucha preocupación por ambos en mi cuerpo.

Tardaron en contestar, solo me abrazaron, algo estaba pasando y parecía ser muy malo, Lucio tenia estrés y eso no ocurría tan seguido, Alejo tenía la mirada perdida y pensamiento que al parecer atormentaban su cabeza, como hachas haciendo nuevas heridas y el limón de culpabilidad las hacia doler más, insistí, pero no conseguía nada, amenacé con irme si uno de ellos no abría la boca y Alejo habló.

—Vamos a perder la casa —esas palabras me quebraron, me derrumbé sobre el sillón.

—Pedimos un préstamo al banco e hipotecamos la casa, pensamos que podríamos pagar... pero no fue así, los intereses nos están comiendo y nos van a quitar la casa si no juntamos el dinero en dos semanas —Dijo Lucio. «Tengo dinero guardado en él departamento» Pensé mientras ellos morían de miedo por quedarse sin casa.

—Juntaremos ese dinero, tengo algo guardado que completará, además, tengo un trabajo en curso, estarán bien —les abracé y salí para ir por el dinero—. Ya regreso.

Tomé de nuevo un taxi. «Debo aprender a manejar» pensé, le pedí al chofer que me esperara, que no tardaría en volver, este accedió y subí lo más rápido posible al departamento, Eva estaba sentada en el sofá, besándose con Abdul, interrumpí, aunque pasé sin decir una sola palabra. Eva no evitó preguntar el motivo de mi prisa.

—Te cuento, pero... —miré amenazante a Abdul—, cuando tu visita se haya ido, por ahora tengo que salir —guardé todo en mi bolsa y volví a irme.

Apresuré al chofer lo más que podía, pero cuando llegué, al contar el dinero, no contaba que mis padres pensarían que es de dudosa procedencia al ver la cantidad.

—Remy, ¿por qué tienes tanto dinero? —preguntó Lucio mientras mis manos temblaban—. Llevas poco en ese trabajo para tener ahorrado ese dinero, ¿no crees? —esto me está poniendo cada vez más nerviosa.

—Yo...Yo... —tartamudeé.

¡Maldición Carla! [✔️] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora