XII

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Narra Raúl

Mierda, mierda, mierda. Joder. Borja había visto las putas cicatrices y con lo terco e insistente que era, preguntaría hasta saber el motivo. Y, obviamente, no se lo iba a contar.

Llegué a casa, abrí la puerta y me encontré el mismo panorama que cada día. Subí las escaleras sin hacer apenas ruido y llegué a mi habitación. Me tiré a la cama y pensé. Pensé en mi pasado, presente y futuro. En como empezó todo, en Borja y su trabajado cuerpo, en como se sentían sus labios alrededor de mi cuello o besándome, en como me agarraba del cuello y me miraba a los ojos con una mirada que desprendía excitación y lujuria con solo cruzar miradas.

Aún llevaba su ropa y aún olía a él. El suave olor a café mezclado con la vainilla era mi nueva droga. Y el placer que me producía ser mutilado por Borja también.

No sabía cuando ni como ni porqué, pero estaba llorando. No podía expresar el motivo del llanto, pero lloraba. Al poco rato quedé dormido.

"Eres un inútil Raúl aceptalo ya, nadie esta contigo por más de 2 meses. Estas obsesionado con algo a lo que no podrás llegar. Replantéate tu futuro, fíjate todos te usan para follar. Solo sirves para eso, para que te follen y te dejen tirado."

Me desperté empapado en mi sudor. Esas palabras se repetían constantemente en mi cabeza. Dolían mucho, pero no podía ponerle remedio.

Me levanté aturdido yendo hacia el baño y llené la bañera. Me metí. Conecté los altavoces del baño y de fondo puse una obra de Satie.

Intenté relajarme y dejar de pensar en esas palabras, pero mi cuerpo solo me pedía una sola cosa. Y cumplí sus deseos. Cogí una pequeña caja y la abrí, dentro estaba todo. Saqué la pequeña y afilada herramienta mirándola con melacolía. ¿Estaba seguro de hacerlo? La respuesta era sí.

Me acomodé en la bañera y pasé la pequeña cuchilla por mis muslos ejerciendo distintas presiones a cada movimiento, provocando que el agua de la bañera empezara a cobrar un pálido color rojizo que aumentaba la intensidad a cada momento y a cada corte. Yo ahogaba gemidos de dolor, no quería despertar a nadie. Guardé la cuchilla y me quedé en la bañera mirando al techo mientras las heridas de mi muslo soltaban aquel líquido que tanto me liberaba. ¿Había firmado el contrato de Borja a raíz de experimentar cosas nuevas o simplemente era una forma distinta de canalizar mi dolor? Si la respuesta era la segunda, debía cancelar el contrato, ya que si no le pediría cada vez más.

Salí de la bañera, lo guarde y limpié todo. Me desinfecté las heridas y me puse el pijama. A continuación me tiré a la cama, eran como las 5:30 de la mañana del sábado y el próximo lunes empezarían las clases ya de verdad.

Cogí el móvil y marqué el número de Borja, no creí que fuera a cogerlo cuando un bostezo y una voz ronca contestó.

- Álvarez son las jodidas cinco y media de la mañana de un puto sábado, ¿Qué cojones quieres?

- Te necesito Borja. - Empecé a llorar en silencio. - Tenemos que hablar.

- Hmpf voy, preparame un americano sin azúcar. - Colgó, fui a la cocina lentamente debido al dolor y preparé su café. Después de 20 minutos llamaron a la puerta, fui a abrir. Borja estaba con, lo que supuse que era, un pantalón de pijama negro y rojo de estampado tartán y una sudadera negra, le hice pasar y fuimos a la cocina. Le acerqué el café.

- Perdón por... Molestarte. - Dije en voz baja y nervioso.

- ¿Qué pasa Raúl? Espero que sea importante. - Vi como bebía de la taza y bostezaba. Me sentía culpable de que estuviera ahi.

Fine Line (Luzuplay) [En edición]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora