IV

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Narra Borja

- Como bien os ha dicho Borja antes, seréis nuestros esclavos durante cuatro días. Los esclavos serán personales, es decir uno con uno. No van a haber intercambios si no es estrictamente necesario. Sois esclavos no sexuales a no ser que entre las dos partes se llegue a un acuerdo, aunque no suele ser muy... Común. - Borja hizo una sonrisa ladina, sabía que Samuel haría lo posible para conseguir algo con el chico llamado Rubén. Frank cogió la palabra.

- Deberéis acatar nuestras ordenes. Pero, antes, deberéis firmar un contrato de confidencialidad y luego cada uno de nosotros os dará un contrato personalizado. Después de estos días, seréis libres. No podréis hablar de lo sucedido con nadie o habrá represalias, recordad. Tampoco habrá contacto físico como pueden ser golpes o cualquier signo de violencia. - Cuando mi amigo terminó y se sentó, saqué cuatro documentos, se los entregué a los chicos de delante mío con un bolígrafo. - Leed esto, cualquier duda preguntad. Nosotros nos vamos a la cocina. - Los cuatro chicos asintieron y nos dirigimos a la cocina a preparar las bebidas para la fiesta. Todos sabían con quienes se querían quedar, lo tenían muy claro.

Narra Raúl

- Chicos, estamos en un sobreático pero hay piscina. Si nos tiramos no nos matamos ¿No? - dijo Alex nervioso.

- Ya verás como no es para tanto, son solo cuatro días - Dije más para calmarme a mi que no a él. - Además, el chico llamado Frank no ha dejado de mirarte, se le ve buen chico. - Todos rieron mientras Alex se sonrojaba, terminamos de firmar cuando Guille habló.

- Dicho esto, ¿Alguna preferencia? - preguntó Guille interesado. - Yo lo tengo muy claro.

Después de que Guille hablara, los chicos salieron de la cocina con unos documentos.

Narra Borja

- ¿Así que tenéis preferencias? - pregunté curioso mirando a Raúl, este apartó la mirada nervioso. - Pues va a ser más fácil de lo pensado entonces. Que cada uno de vosotros - Señalé a los chicos del sofá. - Vaya con su amo. - Vi como los chicos se iban con mis amigos, Raúl se acercó a mi tímido. La suerte me sonríe a veces. - Vaya vaya, ¿Así que el chico de los tatuajes se va a venir conmigo? - Sonreí ladino mientras Raúl tragaba saliva nervioso. - Te lo pasaras muy bien, te lo prometo. - Le susurré al oído. - Bueno, pues id con vuestros amos y firmad lo que tengáis que firmar. - Cogí a Raúl por la muñeca y lo llevé al despacho de mi padre, entramos, cerré con pestillo y le hice sentarse en una silla mientras yo me sentaba en un sillón de terciopelo rojo y negro enfrente suyo. Abrí un cajón y saqué un contrato. Se lo acerqué junto a un bolígrafo. - Léelo con calma y pregunta lo que quieras preguntar. - Me acomodé en el sillón mientras Raúl leía el contrato. Sus facciones me tenían embelesado: esa mandíbula levemente marcada, esa nariz, sus ojos. Deseaba llegar al acuerdo con Raúl para llevarle a mi cuarto y follármelo como si fuera mi último día en la Tierra.

Fine Line (Luzuplay) [En edición]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora